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Más una guerra: victoria para el diablo

“Un día de batalla es un día de cosecha para el diablo.” William Hooke

Desde hacía cientos de años el diablo se olvidó de dormir y estuvo aquí, incansable y frenético, trayendo caos, desangrando el mundo, trinchando a hombres, a mujeres y a niños para su placer y contentamiento.

En las diferentes religiones como el judaísmo, el cristianismo y el islamismo, comparten con diferentes visiones, el concepto de Satán, Diablo o Jinni para caracterizar al representante del mal. En el judaísmo dominante, no existe un concepto de Diablo, como existe en el cristianismo y en el islamismo. Las únicas referencias claras a Satanás están en el Antiguo testamento en los libros de Zacarías y de Jo. Empero, a su manera, las tres religiones comparten el concepto de la existencia de un representante del mal en la tierra. Y sin mayores prolegómenos, permiten que el accionar del mal sea sobre sus pueblos.

Hoy, empezó otra guerra innecesaria, que se suma a las diversas guerras inútiles que pululan en el planeta azul, que ya no tiene salvación. Bajo el techo de las estrellas, los cohetes y misiles dibujan su trayectoria maléfica para explotar en un hospital, en un jardín de niños o alrededor de un árbol… No importa dónde caigan, pues, quien lanzó el cohete o el misil, tiene la única intención de destruir y cumple su cometido arrancado piernas, brazos y ojos de aquellos que, distraídamente, se contaban sueños en torno a la mesa, mientras partían el pan para empezar la mañana. Ellos no sabían que:
“(…) Tiempos de terror se acercan.

Pronto\Frescas tumbas abundarán en todo lado.\Habrá hambre, terremotos, muerte por doquier, \Y un eclipse de sol y de luna. (…)”
Ahora las noticias dan sobrada cuenta de muertos, heridos, ataques, destrucción y detallan otras miserias advenidas de la guerra. Particularizan algunos casos de niños, ancianos, gatos y perros. Muestran el dolor de las madres y de los niños huérfanos. ¡Es una tristeza sin par! Pero nadie propone una solución. Y las promesas de que ese caos se ampliará hasta otras latitudes, son serias.
“Todos los ejércitos son iguales\la publicidad es fama\la artillería hace el mismo viejo ruido\el valor es atributo de los muchachos\los viejos soldados tienen los ojos cansados\todos los soldados escuchan las mismas viejas mentiras\los cadáveres siempre han atraído a las moscas.”

Sabemos, como personas de a pie que somos, que la paz no es un objetivo entre los poderosos. Sus objetivos son: dominación, sometimiento, poder inmensurable, placer, riqueza. Lógicamente, sacrificando los espíritus, corpus y vida de las poblaciones que son entes, meramente numéricos, en sus estadísticas; cuyo sufrimiento y sangre engrosan el caldo del cual ellos se alimentan.
Por lo tanto, la coexistencia pacífica, es un concepto no ejercitado por los que toman decisiones en el planeta, cuyos intereses están más allá del bien para todos, sin importarse con el mal que pueda significar para los demás, ya que los inocentes, entendidos como mayorías, son la carne de cañón, cuyo infortunio y muerte, sirven para los fines de los poderosos que toman las decisiones.

Para los musulmanes, el Jinni es el equivalente al diablo en el mundo cristiano, que, según su religión, puede aparecer de muchas formas y en mucha cantidad, entonces llamados de Jinns; seres que se manifiestan como muy peligrosos delante de personas desprotegidas; existiendo tres categorías de Jinns: los voladores, los caminadores y los nadadores; curiosamente, ellos atacan por aire, tierra y agua como en las jornadas sangrientas que ocurrieron recientemente en Israel, presagiando el Apocalipsis, que se presenta en revelaciones futuristas dando fe de su veracidad en instantes de horror.

Después del momento de terror los ejércitos se preparan para la contra ofensiva, que según los organismos internacionales es justa y necesaria.

Yo pienso que, el contra ataque en legítima defensa, es el caldero del diablo expresado en toda su densidad y color, donde lo justo se vuelve escabroso y lo escabroso se vuelve, aparentemente, justo. El diablo o como lo prefieran llamar, lo remueve escuchando los gritos de terror y espanto, embelesándose con la destrucción y así, se siente victorioso.

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