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Más de doscientos años soñando con los hermanos Grimm

Homero Carvalho Oliva

Érase una vez, hace más dos siglos, que en el pequeño pueblo de Hanau, en Hesse, Alemania, nacieron dos hermanos destinados a poblar el mundo con hadas, ogros, príncipes, princesas y villanos de toda laya; uno de ellos fue Jacob Grimm, que nació en el año 1785 y murió en 1863 y el otro de nombre Wilhelm Grimm, nacido en 1786 y fallecido en 1859, ambos llegaron a ser conocidos en el mundo entero como los Hermanos Grimm; una marca literaria que hace referencia inmediata a los cuentos para niños y niñas, y que nos remite a la fantasía, a la magia, al misterio, al dolor, a la muerte, a la traición y a todos los grandes temas de la humanidad.

En las biografías de estos hermanos nos informan que Jacob, a los 20 años de edad trabajaba como bibliotecario y Wilhelm como secretario de la biblioteca. Antes de llegar a los 30 años, ambos habían logrado sobresalir gracias a sus publicaciones.

Se dice que, al principio, los Hermanos Grimm no tuvieron el interés de escribir un libro de cuentos para niños, que su labor principal fue la de ser recopiladores de relatos orales y su intención fue la de recoger estas historias que se iban tergiversando y transformando con el riesgo de perderse definitivamente. Relatos que no siempre eran recomendables para ser escuchados por los más pequeños.

La labor de los Hermanos Grimm no se limitó solamente a recopilar historias, sino que se extendió también a la docencia y la investigación lingüística, especialmente de la gramática comparada y la lingüística histórica. Sus estudios de la lengua alemana son importantes para el posterior desarrollo del estudio lingüístico, como la Ley de Grimm que tiene que ver con la evolución consonántica de la lengua germánica. Además de sus cuentos, los Grimm también son conocidos por un diccionario de 33 tomos con etimologías y ejemplos de uso del léxico alemán.

Doscientos años de cuentos

¿Por qué doscientos años? Porque en 1812 los Hermanos Grimm editaron el primer tomo de Cuentos para la infancia y el hogar, en un principio los Hermanos Grimm no quisieron utilizar ilustraciones en sus libros y prefirieron las notas eruditas a pie de página, que ocupaban casi tanto espacio como los cuentos mismos; en sus inicios nunca se consideraron escritores para niños sino folcloristas patrióticos. En 1814 publicaron el segundo tomo y en 1857 apareció la última edición supervisada por ellos. Las primeras colecciones se vendieron muy poco en Alemania, apenas unos cientos de ejemplares al año.

Alemania, en la época de los Hermanos Grimm, había sido invadida por los ejércitos napoleónicos y el nuevo gobierno impuesto pretendió suprimir la cultura local del viejo régimen de feudos y principados alemanes en los umbrales del siglo diecinueve. Esta prohibición se repetirá siglos más tarde en 1948, después de la Segunda Guerra Mundial, al considerar los ingleses que los cuentos de los Hermanos Grimm, por la crueldad y violencia contenidas, eran una prueba de la aparente maldad de los alemanes.

En 1825, en una edición condensada y destinada para lectores infantiles, publican 50 relatos con ilustraciones fantásticas de su hermano Ludwig. ¡Toda una empresa familiar! Es a partir de esta publicación que sus nombres y sus cuentos empiezan a ser conocidos en Europa.

Los Hermanos Grimm llegaron a recrear doscientos cuentos y diez leyendas infantiles de hadas, fábulas, farsas campesinas y alegorías religiosas. Entre sus cuentos más famosos podemos mencionar a Hansel y Gretel, la Caperucita roja, La Bella Durmiente, La cenicienta, Rapunzel, El lobo y los siete cabritos, El Rey rana, El gato y el ratón, El Sastrecillo Valiente, Los doce hermanos, Pulgarcito, Las tres hilanderas, El pobre y el rico, El Gato con botas y Barba Azul.

Hasta ahora la colección ha sido traducida a más de 160 idiomas. Los cuentos y los personajes hoy en día son usados en el cine, en el teatro, en la ópera, en las historietas, en la pintura, en la publicidad y en la moda. Los ejemplares manuscritos de Cuentos para la infancia y el hogar, propiedad de la biblioteca de la Universidad de Kassel, fueron incluidos en el Programa Memoria del Mundo de la UNESCO en 2005.

El comité del programa Memoria del Mundo de la UNESCO inscribió en su registro los Cuentos infantiles de los Hermanos Grimm porque ya son parte del patrimonio universal y «por ser la primera recopilación sistemática y científica de la tradición de leyendas europeas y orientales» y se considera que, después de la Biblia de Martín Lutero, los cuentos de los Hermanos Grimm son la obra en lengua alemana más conocida en todo el mundo.

El secreto del éxito

Ahora bien, ¿dónde radica el éxito de sus cuentos? Para los estudiosos de la literatura para niños el éxito de los Hermanos Grimm se debe a que, fundamentalmente, captan y reproducen experiencias humanas fundamentales como el camino a la adultez, el encontrar el propio rumbo en la vida, en el trabajo, en el amor y en la sexualidad, mezclando la realidad con la fantasía, en narraciones envueltas en una iluminación mágica. El universo de sus cuentos es sencillo y maniqueo: A los buenos se los premia y a los malos se los castiga. Todos los cuentos poseen un final feliz, como queremos que sea nuestra vida. Estas características, que constituyen arquetipos reconocidos mundialmente, hacen que los cuentos sean comprensibles para todas las edades y todas las culturas.

Los cuentos y la tradición oral

Si vamos a hablar de tradición oral, tenemos que hacerlo de los mitos y las leyendas, que son productos de una compleja y sistemática construcción colectiva, que tiene que ver con lo que imaginamos y creemos y son elementos constitutivos y vitales de nuestra conciencia individual. En este sentido podríamos decir que los límites de nuestra imaginación son también la última frontera de nuestro mundo.

Mitos y leyendas son territorios en los que se confunde la realidad con la ficción, lo sagrado y lo profano, la verdad y la fantasía. La leyenda pertenece al folclore y por ello corresponde a la más enraizada sabiduría popular de una cultura. Es un relato hablado que conserva la tradición de un pueblo y se va enriqueciendo con el tiempo, transfigurándose, porque expresa la relación de los seres humanos con la historia, la naturaleza y el cosmos.

Ambos, mitos y leyendas, por su carácter simbólico y, su relación con el inconsciente, están más cerca de la poesía que de la investigación científica; sin embargo al igual que la ciencia intentan explicar el mundo, el origen de los dioses, la aparición del ser humano, el origen de los seres, las cosas, el bien y el mal, así como del apocalipsis. Si creemos que lo que imaginamos es posible, entonces la magia es posible porque está en nuestros pensamiento y en nuestro lenguaje.

Los protagonistas de los mitos y leyendas habitan en la imaginación popular y no pueden ser explicados de manera racional porque son historias para ser contadas. Los mitos y las leyendas han creado seres zoomorfos o antropomorfos de carácter benévolo o malévolo de acuerdo a las necesidades espirituales, sociales, políticas y cosmográficas de los grupos humanos, conectando a través de la magia la razón y la fantasía.

En este terreno se mueven los recopiladores de la tradición oral, y de todos ellos, especialmente de los recopiladores de tradiciones orales transformados en cuentos, Giambatista Basili, en Italia en el siglo dieciséis con su Pentamerón, El cuento de cuento de los cuentos; Charles Perrault en Francia en el siglo diecisiete con sus Cuentos de hadas, iniciada con Cuentos de mamá Ganso; los ya citados Hermanos Grimm en Alemania, y Christian Andersen en Dinamarca, que si bien no descuido la tradición oral como su propia versión del Rey desnudo con su cuento El traje nuevo del Rey, inicia lo que podríamos llamar los cuentos de autor, es decir producto de su propia imaginación como El patito feo que se considera un cuento autobiográfico. Ellos son los más difundidos y populares en el mundo. Luego vendrán los cuentos de otros narradores que conforman literaturas nacionales y/o universales.

Los Hermanos Grimm reconocen que sus fuentes fueron testimoniales, especialmente mujeres que les contaban las historias, entre ellas Dorothea, esposa de Wilhelm y Gretchen, hermana de esta, además Jeanette Hassenplug , quien les habría contado las historias del Gato con botas y Barba Azul, así como también una campesina de Zwebren, a quien agradecen en el prólogo al segundo volumen, publicado en 1815, diciendo: “gracias a la cual conseguimos una parte considerable de estos cuentos auténticos de Hesse… con qué precisión cuenta siempre esta mujer y cómo se esmera en narrar con rigor; por más veces que lo repita, nunca cambia nada y, si se confunde, lo corrige sobre la marcha».

También podemos mencionar a María Hasenpfly, cuya madre era de origen francés que les contó, entre otros cuentos, una de las versiones de «Blancanieves» y una señora Viehmann, también de origen francés, vendedora de mercancías en el mercado de Kassel, de ellas proviene la conexión de los cuentos alemanes con los cuentos franceses. De ahí, también, que muchos de los cuentos tengan versiones propias en otros países.

En las primeras ediciones sus narraciones no habían sido contaminadas por la cultura burguesa, sin embargo, los Hermanos Grimm poco a poco se alejaron de esa intención filológica y patriótica primigenia y publicaron los cuentos en alemán estándar, traduciendo casi todos los dialectalismos de las fuentes originales, alterando de manera progresiva en las diferentes ediciones los rasgos estilísticos y elementos temáticos que estaban en contradicción con los gustos literarios o las prácticas sociales y culturales dominantes. Lo mismo sucede con el estilo, al principio se distinguen una serie de técnicas como el uso intensivo de frases populares y refranes que conectan los cuentos populares con la tradición romántica, aunque de forma muy idealizada y, posteriormente, los escribirán con normas universales.

Continuando con el tema de los mitos, en el prólogo a la segunda edición de Cuentos de Infancia y del hogar, titulado de la naturaleza del cuento, Whilhem Grimm, anotó que los cuentos populares o folclóricos descendían directamente de los mitos religiosos antiguos.

Las narraciones tradicionales a lo largo del tiempo han servido para estimular en los niños tanto la sociabilización y la imaginación, como también para que descubran su mundo y aprendan nuevos valores.

¿Los cuentos de hadas son buenos o malos?
La pregunta inevitable, que ha acompañado a la obra de los Hermanos Grimm desde su publicación, es si los cuentos de hadas son buenos o no para los niños y para responderla recurro a un experto, a Bruno Bettelheim, quien en su libro Psicoanálisis de los cuentos de hadas, señala que los cuentos aportan significativos mensajes al consciente e inconsciente, ya que éstos tratan y comunican problemas humanos universales y calan, profundamente, en el niño, concretamente en su pequeño yo en formación, estimulando su desarrollo. Bettelheim sostiene que, en virtud de su universalidad en el tratamiento de cuestiones esenciales de la condición humana, los cuentos infantiles tradicionales ayudan a los niños a construir su personalidad y a alcanzar la madurez vital porque les permite visualizar que la lucha contra las dificultades de la vida es parte intrínseca de la existencia.

Los cuentos de hadas al ser depositarios de miedos atávicos, transmiten a los niños que la lucha ante las peligros de la vida son inevitables y por ello debemos aprender a superarlos con éxito, no a evitarlos y no como ocurre en algunos de los cuentos modernos, en los que se evitan los problemas existenciales que nos ayudan a nuestro desarrollo personal.

Bibliografía:
-Cárdenas, Eduardo. 20.000 biografías breves, Libros de América, 1963, México.
-Páginas de internet

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