Márcia Batista Ramos
“Para abordar la escritura hay que ser más fuerte que uno mismo, hay que ser más fuerte que lo que se escribe” Marguerite Duras
Pocas mujeres escritoras lograron convertirse en un icono popular como lo hizo Marguerite Duras, conocida por su estilo experimental y su enfoque en temas como el amor, la soledad y la desesperación. Ella escribió cincuenta y seis libros, doce guiones cinematográficos, hizo diecinueve películas y, además, dejó una producción televisiva poco investigada. Su obra ocupa un lugar de enorme influencia en la literatura y el cine europeos de la segunda mitad del siglo XX.
Marguerite Duras, seudónimo de Marguerite Germaine Marie Donnadieu, fue una novelista, guionista y directora de cine francesa. Nació en Saigón (en la actualidad Ho Chi Minh, Vietnam) en el día 4 de abril de 1914, en la época en que la región formaba parte de la Indochina francesa. Vivió su infancia y adolescencia junto a su madre en Indochina, en pleno conflicto del colonialismo moderno, experiencia que la marcaría de manera profunda e inspiraría muchas de sus obras. Sus obras abordan temas tabú como el incesto, la prostitución y la homosexualidad, y a menudo recibieron críticas y censura por su contenido explícito y provocador.
Con el núcleo familiar fracturado, por la muerte del padre, profesor de matemáticas en una escuela de la entonces Indochina francesa, que murió cuando Marguerite tenía sólo cuatro años, condenándola prácticamente a la miseria, además de la relación difícil con su madre desamorada. Marguerite Duras resumió la relación turbulenta con su madre, así: “Creo que siempre o casi siempre en la infancia la madre representa a la locura. Nuestras madres siempre permanecen como las personas más locas y extrañas que jamás hemos conocido.”
A los dieciocho años, en 1932, fue a Francia, donde estudió Derecho, Matemáticas y Ciencias Políticas. Trabajó como secretaria en el Ministerio de las Colonias de 1935 a 1941. Empezó a escribir y publicar novelas, poemas y obras de teatro, instaurando su estilo único caracterizado por su gramática fragmentada y su narrativa no lineal. Empero, Saigón permaneció en su imaginario y siempre estuvo asociado al dolor y representó la insondable soledad de la prosa de Marguerite Duras, que registraría: “La soledad es el precio que debemos pagar por ser nosotros mismos”.
Es la misma escritora francesa quien describe su relación con el dolor en el libro del mismo nombre: “El dolor es una de las cosas más importantes de mi vida. La palabra «escrito» no resulta adecuada. Me he encontrado ante páginas regularmente llenas de una letra pequeña extraordinariamente regular y serena. Me he encontrado ante un desorden fenomenal de pensamientos y sentimientos que no me he atrevido a tocar y comparado con el cual la literatura me ha avergonzado”.
Fabienne Bradu al referirse a los libros de Marguerite Duras dice: “En el centro de todos ellos hay una oquedad, algo así como un hoyo negro, donde estarían el sentido y lo indecible que pertenecen a las tinieblas, a la cerrazón del secreto, a lo presentido y nunca revelado. La maestría de Marguerite Duras en algunos de sus mejores libros consiste en rondar esta oquedad, en acercarse cada vez más y peligrosamente a esta materia resistente al lenguaje y, aunque nunca la penetre del todo, en dejar esta oquedad visible, palpable, vibrante como una ausencia imprescindible para que surja el cerco de la escritura”.
Marguerite Duras, cuenta las luces y sombras vividas en su niñez en La infancia ilimitada (La madre): “Me gustaría no ver en mi infancia otra cosa que infancia. Y sin embargo no puedo. Ni siquiera veo en ella ninguna señal de infancia. Ese pasado tiene algo consumado y perfectamente definido, y respecto al cual no es posible ninguna engañifa”.
De esas luces y sombras vividas en su niñez nacería El Amante, que se basa en su propia historia de amor vivida en su adolescencia, en la Indochina francesa, novela que ha sobrevivido como un libro emblema de Francia, Marguerite Duras la escribió a los 70 años, después de una larga trayectoria. La novela publicada en 1984, ambientada en la Indochina de preguerra, es una historia narrada en primera persona, desesperada y erótica sobre el romance entre una adolecente francesa de 15 años, pobre y un hombre chino de 26 años, rico. La novela se convirtió en un best seller, y hasta hoy, es una de las obras más traducidas de Francia.
Ganó el Premio Goncourt en 1984 y fue traducida a 43 lenguas. La autora manifestó que era una novela autobiográfica por las conexiones con la vida real, sobre su relación con el hijo de un millonario chino que también existió en su vida personal, y cuya muerte, en 1990, propició que la escritora volviera sobre este mismo texto para rehacerlo de un modo más literario y cinematográfico bajo el título «El amante de la China del Norte», para de paso protestar contra el guion adaptado que estaba escribiendo en ese entonces el realizador Jean-Jacques Annaud sobre el texto original, que fue llevado al cine por él con el título de El amante.
El amante chino de Duras se llamaba Lee Von Kim. Lee localizó a Marguerite en Francia después de muchos años, cuando ella ya era un personaje conocido. La autora indica que la llamó por teléfono y le dijo que aún la amaba. Asimismo, le contó que se convirtió en cristiano, se casó con la mujer con quien su padre había arreglado el matrimonio y formó una familia. Más tarde, cuando él murió, fue enterrado en la misma ciudad de Vietnam en la que Marguerite Duras lo conoció.
En medio a las controversias generadas por sus obras Marguerite Duras escribió «Yo soy una escritora, no vale la pena decir nada más».