Santos Domínguez Ramos
Manuel Moya. Pessoa, el hombre de los sueños. Ediciones del Subsuelo. Barcelona, 2023.
“Fernando Pessoa es, en nuestro imaginario de lectores del siglo XXI, un hombre tan singular como fascinante. Y tan fascinante, ay, como desconocido. Sobre él pesa más la leyenda o las leyendas que la probada realidad. Su primera singularidad estriba en que se lo conoce antes y mejor por su caso que por su obra. Entre quienes no lo han leído lo suficiente existe la sospecha de que su celebridad está más unida a su peculiaridad heteronímica que al valor de sus versos, y este es el primer tópico que es necesario romper. La importancia de Pessoa reside en su obra, una de las más sólidas, originales y gratificantes del siglo XX. Pessoa, Caeiro, Campos, Reis y Soares son autores clásicos sin posible discusión. Leer a cualquiera de ellos resulta una experiencia fascinante. La genial anormalidad consiste en que los cinco -pero hay más- cohabiten en un mismo individuo y que ese individuo nos parezca, así, sin más, un pobre hombre”, escribe Manuel Moya al comienzo de la Introducción de su magnífico Pessoa, el hombre de los sueños, la extensa biografía que, publicada por Ediciones del Subsuelo, acaba de llegar a las librerías.
Organizado en doce capítulos, Pessoa, el hombre de los sueños es un ensayo biográfico que recorre la vida y la obra, los proyectos y los fracasos de Pessoa, grafómano y ocultista, sebastianista y fingidor, polemista y desdichado, y las perfila sobre el telón de fondo panorámico de la sociedad, la cultura portuguesa del primer tercio del siglo XX y la Lisboa de aquel viajero inmóvil que “hizo de su ciudad un ámbito interior” y que, “como Baudelaire, lleva la ciudad en la cabeza, pero la traza con el sueño.” Porque el poeta “se identifica con su ciudad, con su fracaso, con su decadencia, con su esperanza, con sus sueños, y así queda confundido con ella, en ella […] Lisboa modificó a Pessoa hasta conducirlo a un lento suicidio.”
Las lecturas inglesas en sus años de formación en Durban, la Lisboa revisitada de la que fue huésped perpetuo a su regreso, las influencias (Sá-Carneiro, Cesário Verde, Camilo Pessanha, António Nobre o Antero de Quental), los movimientos literarios (Orpheu o el sensacionismo) que orientaron la escritura de aquel “huérfano de sí mismo” y nostálgico del Quinto Imperio, así como algunas claves esenciales de su obra, como los heterónimos en los que proyectó su deseo de hacerse invisible (el neopagano Caeiro, maestro y raíz nutricia, fundador de la poética y la filosofía de Pessoa; el vanguardista Campos, cosmopolita, insolente y provocador; el epicúreo Reis, nihilista, reflexivo y neoclásico, además del semiheterónimo Soares son los fundamentales) son algunas de las claves de la construcción de una biografía mental que se desintegra en otras vidas soñadas, en la muerte o en la fama póstuma del autor del Libro del desasosiego.
Un ensayo construido con un hilo conductor, resumido en estas líneas: “No estamos tan seguros de que Pessoa carezca de biografía y, menos aún, que esta no ejerciera una definitiva influencia en sus escritos. Para un tipo como Fernando Pessoa, al que vemos como un Sísifo que empujara una y otra vez la pesada piedra sobre la pina cuesta de su existencia, para luego, ay, verla rodar ladera abajo, para alguien como él, decíamos, siempre menesteroso, siempre dependiente de unos reales, siempre atado a pequeñas transacciones, siempre asomado activamente a la política de su país, siempre en el vértigo de la necesidad, su ajetreada vida va al par de sus escritos. Es más, su vida es el esqueleto donde se sujetan sus escritos.”
Porque, añade el biógrafo, “pese a su pinta de hastiado oficinista, Fernando Pessoa se manejó en una vida intensa, tanto en lo intelectual como en lo vivencial.”
Y con esa mirada vertebradora del conjunto se van sucediendo las setecientas páginas de este libro, rematado con un ‘Dibujo final’ que resume la trayectoria biográfica y poética de Pessoa y que se cierra con estas palabras emocionadas:
La madre y la muerte. Y el naufragio definitivo y el ir cayendo día a día en el pozo de la soledad y de la abulia. El cansancio de existir, esa titánica desazón, ese afán sin tregua, ese navegar más preciso que el vivir y, de nuevo el amor, o quizás solo sus cenizas, otro certificado de defunción, pues allá al fondo está la muerte, la inmortalidad que lo espera en la otra orilla. Y, así, los últimos pasos de un hombre fatigado que se marcha tras haber hecho todo, tras intentar y fracasar en todo, habiendo dejado ese foco de luz a sus espaldas mientras sus vecinos de desasosiego siguen imperturbablemente con su contabilidad y sus paquetes, sin que de la bruma, ay, veamos aparecer a ningún rey de regreso de extrañas tierras. Un alma hecha vida, una vida sustanciada en un alma.
Cierran el volumen varios apéndices que resumen la cronología vital de Pessoa, sus más de veinte domicilios o las oficinas en las que trabajó, enumeran “los otros Pessoas de Pessoa” (hasta ciento treinta y seis heterónimos o seudónimos) y consignan las referencias bibliográficas utilizadas en la elaboración de esta obra.
Un libro sólido y brillante que va más allá de los límites genéricos de la mera biografía de Pessoa para proponer un ensayo de interpretación de su obra plural a la luz de su personalidad huidiza, de su oscura y agitada peripecia vital, de su ambicioso proyecto intelectual y su compleja e imprescindible aventura poética.
Tan imprescindible como lo será este ensayo para los lectores y estudiosos del autor de Tabacaria, “acaso uno de los más bellos y sustanciosos poemas que se hayan escrito nunca”, afirma Manuel Moya, que dedica una de sus intensas páginas al análisis de ese texto atribuido por Pessoa a su heterónimo Álvaro de Campos.
“Páginas -escribe Moya- que son fruto del estudio y del interés, pero también de la admiración por la figura y la obra de este hombre tan singular como genial.”