En los dos últimos decenios hemos visto sucederse con vertiginosa rapidez la mudanza de una clase social deprimida y principalmente a muchos dirigentes de los hoy llamados movimientos sociales pasar a un estatus de fortunas, gracias al empobrecedor “modelo” económico impuesto, de aparente éxito al principio y ya de ruina ahora, ruina en que se halla hoy el país. Por lo mismo, resulta insólito que haya quienes todavía crean en el llamado Proceso de Cambio.
Y si no fuera por la crisis que factores de poder han desatado la atomización del partido de gobierno, los eternos candidatos opositores como Tuto Quiroga y Samuel Doria Medina hoy no estarían posicionados en los primeros lugares de unas encuestas que, por otra parte, carecen de confiabilidad. Se fue al diablo la hipócrita unidad del inicial pacto concebido para derrotar al populismo autoritario y se mostraron tal y como son: no solo como “salvadores” de Bolivia, sino también como aliados del gobierno; por otro lado, algunos jóvenes parlamentarios de buen desempeño en la Asamblea Legislativa Plurinacional están quitándose el velo, para unirse a la legión de voraces políticos hambrientos de poder. Era impensable que los ex asambleístas nacionales por Comunidad Ciudadana, que parecían, por lo menos en lo moral, de intachable conducta, hoy se estén agarrando de los pelos entre ellos por continuar viviendo del Estado.
¡Qué decepción! Eso obliga a hacer una distinción entre la figura que representan esos contados parlamentarios (muy jóvenes casi todos) y el aporte de caudal electoral para las dos principales alianzas opositoras de las que con preferencia se han colgado y que, siendo generoso, será casi nulo.
El comportamiento de todos estos actores políticos es más que indecoroso. Las acusaciones entre aliados, de imposición en listas para asambleístas, vetos y listas negras presuntamente promovidas por Luis Fernando Camacho, provocan náuseas, porque una vez más queda demostrado que todos los anteriormente aludidos lo que en verdad quieren es poder y vivir con desahogo, porque si así no fuera, ellos tendrían que haber formado parte de las listas para la Asamblea Legislativa pertenecientes a Tuto Quiroga y Doria Medina, en lugar de formar parte de Comunidad Ciudadana, en la anterior elección de 2020.
Pero, por otra parte, que Camacho esté siendo juzgado y privado de su libertad injustamente, no significa que deba entorpecer su alianza imponiendo candidatos, como se lo acusa, y poniendo en peligro su acuerdo con Unidad Nacional. ¿Es que se puede ser tan limitado como para no darse cuenta de que, si a Creemos se le escapa la posibilidad de cogobernar solo por ambiciones sectarias y personales, su jefe no tiene ninguna posibilidad de salir de Chonchocoro?
Es probable que Jaime Dunn logre una importante votación, pero en ningún caso como para disputar una segunda vuelta, que es lo que con seguridad se producirá, pero flaco favor le hace a la libertad para los bolivianos que tanto pregona, porque con actitudes tan ególatras como la suya, de pretender el poder sin tener chance de ello, una unidad masista en el balotaje determinará que la fatalidad autoritaria para el país todavía se extienda por cinco años más.
La oportunidad histórica que a Bolivia se le ha puesto en bandeja de plata, considerando una reunificación del MAS que de a poco se va dando, el clamor generalizado de la gente amante de la libertad y las imperceptibles diferencias programáticas de la variopinta gama de candidaturas opositoras para desterrar al socialismo empobrecedor, se están diluyendo como agua entre los dedos, y esta vez no puede echársele la culpa al MAS ni de sabotaje ni de restricciones a los derechos políticos.
La politiquería, que en Bolivia se practica en todos los niveles y en todas sus jerarquías, es la causa para el desmantelamiento de un país, sin que nadie, más que los propios opositores, sean quienes estén haciendo todos los esfuerzos para que Bolivia termine con su existencia. Aquella frase atribuida a Napoleón que dice que si el enemigo comete errores, no se lo debe interrumpir está, en el caso de los decepcionantes Tuto Quiroga, Doria Medina y todos sus oportunistas adherentes, nunca mejor aplicada. Para cuando estas líneas sean públicas, las listas de todos los candidatos también ya lo serán, y ojalá que los que aspiran a estar en ellas y no estén todavía unan fuerzas para derrotar al maldito sistema que impera.
Augusto Vera Riveros es jurista y escritor