Hugo H. Padilla, Monrroy
Dice el cuento de la historia, no escrita, eso sí investigada y propuesta, tampoco transmitida de manera oral, que hace nueve millones de años llegaron los primeros pueblos nómadas por la zona del Caribe, hoy descrita como la corriente Arawak, anduvieron a la zona de la llamada Cuenca del Amazonas, diseminados hasta convertirse en pueblos sedentarios, asentados en las profundidades de las ubérrimas selvas, a orillas de cañadas, arroyos y ríos, cobijados en casos bajo la sombra de follajes tupidos.
Seguramente una de sus dificultades para sobrevivir, fueron las cíclicas inundaciones, las cuales tuvieron que dominar, construyendo los camellones y acequias, canales, mientras que otros grupos construyeron lomas para poder sobrellevar. Como escribe Homero ellos tenían:
El agua
La lluvia
El rio
Sin embargo también había una simbiosis de selva y hombre, una hermandad de fieras y hombre, una comunión de luz y sombra, sol y luna con su cielos
El cielo mismo
El cielo donde habitamos
Y el cielo de la tierra.
Para quienes moramos en estas pampas y selvas de Dios, a quienes conocimos la sapiencia de Don Antonio Carvahlo Urey, su aporte a la historia y cultura, para quienes la prehistoria (antes de la Colonia), hasta hace poco desconocida, hoy estudiada, analizada e investigada no solo por los estudiosos locales, (Kenneth Lee, Ricardo Bothega, Oscar Saavedra, Rodolfo Pinto, Arnaldo Lijerón y mi persona), era un eslabón perdido, hoy es reconocida como una de las culturas trascendente, perdidas como otras en los confines del pasado, vgr: Tiahuwanaku, Paracas, Aztecas.
Aquí donde “Todos los rios conducen/ a los Reinos Dorados”, en una hamaca soñadora Antonio, inspira al hijo Homero y describir con la sinfonía de la poesía, esas vidas de los musus, su desarrollo vivencial, su vida en comunidad con fieras, insectos, peses y el ramillete de árboles, flores, frutos y hiervas.
Esos Imperios del pasado, ambicionados por los venidos de otras heredades, en busca de las Tierras del Bien, de las Tierras Ricas, no imaginaban que esas tierras, eran las Tierras de la Libertad, esas tierras con la convivencia mayor de Hombre y Naturaleza, que tienen nominaciones varias, como Paititi, Enín, de la Canela, inspiran hoy, esos versos soñados bajo la familiaridad de los Carvalho.
Esa inspiración que se traduce en poesía, historia, escarba en ese pasado que se esconde todavía, pero que, Homero nos la recuerda bajo otra hoja y forma literaria, sorprendiendo siempre con esa imaginación de la vocación de escritor, temas que a todos nos debe mover a conocer.
El escritor cayó al cuero en un rinconcito de ese espacio que denominamos ahora LOS REINOS DORADOS, a orillas de un río, en ese espacio que seguramente el Gran Constructor del Mundo, destinó como el PARAISO TERRENAL, por toda la riqueza natural que bíblicamente es descrita.
Hoy ese REINO DORADO de la poesía, el PARAISO TERRENAL bíblico, se denomina BENI, la TIERRA RICA ambicionada o como los descendientes de los Musus, buscan hasta nuestros días la LOMA SANTA…
