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Los libros molestos

Existen además los libros molestos, aquellos que una biblioteca no debería acoger, sobre todo porque incomodan a sus vecinos de estante. Son la contrapartida de la regla del buen vecino. Cosa que se aplica rigurosamente, porque se sabe que basta el color de una fachada para arruinar un paisaje. Así como una editorial se funda sobre los no, mucho más numerosos que los sí, una biblioteca debería fundarse sobre amplias exclusiones. Para los autores del pasado, puede tratarse de ediciones superadas o defectuosas o repetidas. Hay, también, algunos escritores que pueden caer por pura falta de interés. Pero lo más peligroso son sobre todo los regalos de los contemporáneos, que por motivos diversos les llegan a escritores, editores, críticos y periodistas, a veces con inquietantes dedicatorias. Libros que, con frecuencia, se presentan como los verdaderos, pero no son nunca algo que se hubiera querido buscar. No es fácil deshacerse de ellos. Borges usaba a veces este procedimiento: salía con un paquete de libros debajo del brazo, se sentaba en un café o en una librería (su preferida era La Ciudad), tomaba algo o simplemente pasaba un rato mirando a su alrededor y después salía, dejando los libros sobre la mesa. Solo debía encontrar el momento en que no hubiera alguien lo suficientemente servicial como para restituirle el paquete olvidado. 

Roberto Calasso.  

Cómo ordenar una biblioteca. 

Traducción de Edgardo Dobry.Anagrama.

Barcelona, 2021.

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