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Los hombres en la vida de la niña de Yapacaní

Cuando hay un hecho tan fuerte, como la violación y embarazo de una niña, mantenerse al margen y mirar a otro lado no exime de participación; al contrario, señala culpas y responsabilidades. Aquí haré énfasis en el papel de los hombres.

De acuerdo a muchos artículos de prensa dedicados a este caso, en la pequeña ciudad de Yapacaní, cerca de Santa Cruz de la Sierra en el oriente boliviano, una niña de 11 años resultó embarazada por haber sido violada reiteradamente por el padre de su padrastro. No es el primero que le hizo daño.

Ella y sus hermanas mayores, con anterioridad, ya habían sido violadas también por otro hombre: su padre, por ello él está en la cárcel. La madre y su nuevo marido se habían ausentado para buscar trabajo, dejando sin saber a las niñas a cargo del suegro violador. La madre buscó que su hija abortara. Estando la pequeña en un centro hospitalario municipal y ya habiéndosele iniciado el tratamiento abortivo, intervinieron varios hombres de la Iglesia Católica para impedirlo y los médicos lo permitieron. La masculina Iglesia se llevó a la niña a cambio de dinero y promesas, pero además impidieron a la madre verla.

Se levanta la ola de protestas y pronunciamientos desde sectores de mujeres, feministas principalmente, siendo de fuerte efecto la intervención de la organización Mujeres Creando de Santa Cruz en la catedral cruceña, durante una misa, para denunciar la hipocresía de esta institución. La Iglesia anuncia juicio para ellas, no para el violador. La ONU dice que se tortura a la niña y la Defensora del Pueblo afirma que la Iglesia comete un acto delincuencial. Finalmente, la niña es rescatada por entidades estatales con la intervención de la justicia y, en absoluta reserva, solo se informa que ya no está embarazada.

En todo este doloroso proceso, quienes intervienen en favor de la niña son en general mujeres, incluida la madre (que la llevó a abortar, aunque luego fue presionada y convencida por la Iglesia), las organizaciones feministas y de mujeres, así como algunas organizaciones de derechos humanos, además de la defensora del pueblo, Nadia Cruz.

Del violador no se conoce nada en los medios. Se entiende que está detenido, pero no hay seguimiento informativo. Intervienen representantes de la masculinísima Iglesia Católica, abogados y señores en defensa del feto producto de la violación, no de la salud y vida de la niña. El hijo del violador, como padrastro, tendría que al menos lamentar lo sucedido, no aparece. No aparecen los nombres de los médicos que permitieron interrumpir el tratamiento abortivo ya iniciado.

Los hombres que esta niña ha conocido sólo le han hecho mucho daño. Los más cercanos, que debían cuidar de ella, la han violado. Son hombres los que se le han acercado no ha sido para defenderla, ya que no les importa su violación sino el fruto de ella. Los demás hombres, salvo algunos, en conjunto se desentienden ¿Esto no les dice algo?

En general, los hombres se desvinculan del tema y esa ausencia no les exime de participación en la violación de los derechos de la niña. Precisamente por mirar a otro lado les hace partícipes. ¿Por qué afirmo esto? Son miles los casos de violencia hacia la infancia que se denuncian cada año, de acuerdo a datos de la Fiscalía cada 15 minutos una niña o niño sufre algún tipo de violencia. En los primeros ocho meses de 2021 se tienen registrados casi 1.200 casos de violaciones de niños y niñas. Y están los casos que no se denuncian.

Si bien la violencia contra niños y niñas la ejercen hombres y mujeres, las violaciones sexuales las llevan a cabo solo los hombres. Es aquí donde está el problema. Son mujeres las que protestan, denuncian y piden justicia para esas personas violentadas. Socialmente, se ve como si fueran asuntos de mujeres, cuando el problema está en los hombres. ¿Dónde están los hombres buenos? ¿Dónde están los hombres que no violan y no son violentos? ¿Hasta cuándo van a dejar que algunos les deshumanicen como género? ¿Hasta cuándo serán cómplices por indiferencia?

Drina Ergueta es periodista.

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