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Lo que Página Siete nos recordará todos los días

Los Arces, los Morales, los masistas de toda laya y alguno que otro intelectual vendido obligado a pagar tributo al poder, deben estar festejando el cierre del periódico Página Siete. Seguramente creen que se trata de otra victoria política en el deleznable proceso de copamiento absoluto del poder y el cercenamiento de las libertades de expresión de voces que les resultan incómodas. Pero nuevamente se equivocan.

El homicidio por asfixia perpetrado con alevosía y premeditación contra Página Siete, no debería sorprendernos, pues se trata de un capítulo más de la larga arremetida del MAS contra el ejercicio del periodismo independiente. El tema ha vuelto a cobrar relevancia simplemente porque Rauli Garáfulic y su heroico equipo periodístico durararon mucho más de lo que el MAS tenía calculado y tuvieron un coraje y una perseverancia extraordinarias. Resistieron durante larguísimos años el embate sistemático de todas las instancias gubernamentales inimaginables enviados como perros de caza por el masismo, con la clara instrucción de enterrarlos en procesos, multas y sanciones. Pero incluso en esas circunstancias, Garáfulic tuvo la inmensa virtud de comandar un medio que hizo periodismo responsable, desde una posición política clara de defensa de los valores democráticos.

Pero no fue el primero y, lamentablemente no será el último. El MAS comenzó a liquidar medios políticamente “insubordinados” hace mucho tiempo a través de una brutal violencia administrativa y judicial, y en otros casos prefirió extorsionar a empresarios mediáticos para forzar la venta de sus medios a palos blancos y testaferros, que de la noche a la mañana pasaron de ser modestos periodistas, a millonarios accionistas de canales de televisión.

Digo que desde el decadente poder se equivocan nuevamente porque no se dan cuenta de que este nuevo golpe a la democracia es probablemente un nuevo hito en la cuesta abajo del masismo. Los puntos de inflexión no tienen que ser tan mayúsculos y escandalosos como Chaparina, el 21F o el fraude de Morales el 2019, para tener efectos devastadores. A veces estos “antes y despueses”, pasan aparentemente inadvertidos, pero lastiman profundamente la conciencia de los ciudadanos.

Yo creo que eso ha ocurrido con el cierre forzado de Página Siete. Una enorme cantidad de ciudadanos (que no obligatoriamente saldrá hoy a las calles a protestar por el hecho), ha sentido en lo más profundo de su ser que lo que ha ocurrido no está bien, que lo que ha ocurrido es una estocada más a la extinta democracia boliviana, y que lo que ha ocurrido, de seguir ocurriendo, terminará afectando dramáticamente sus vidas.

Este brutal acto de agresión política a través de funcionarios gubernamentales y sicarios judiciales, ha sido una nueva y dura constatación de que el calificativo de autoritario le queda chico al régimen, y que el matonaje que se ha instalado en la práctica política del MAS no tiene cura ni remedio. La desaparición forzosa de Página Siete será un recordatorio diario de que no estamos frente a un gobierno que comete errores y a veces comete excesos, sino que estamos frente a un régimen podrido que no practica y no cree en los preceptos básicos de la democracia y que está dispuesto a cualquier cosa por un día más de poder. Será la constatación de que es falso eso de que Morales era el tirano y que Arce es la versión decente del MAS. Y será el recordatorio diario de que debemos derrotarlos democráticamente nuevamente porque sencillamente no queremos que nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos vivan en un país conducido por matones.

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