Hugo H. Padilla Monrroy.
Manuel Asencio y la Juana de América, liberaron Bolivia, fueron padres de una bella niña, concibieron una bella criatura, llamada PATRIA BOLIVIA, en un 6 de agosto de 1825, a las 12 horas, cuando el dios Sol, bañaba de luz y energía está tierra inocente y hermosa.
José Manuel Baca (Cañoto), y Pedro Ignacio Muiba, Eustaquio (Moto) Méndez y más héroes los tíos, junto con José Mariano Serrano, Casimiro Olañeta, Pedro Domingo Murillo, José Miguel Lanza, Tupac Katari, Sebastián Pagador, Vicente Seoane, Lemoine, Montegudo y muchos más.
La infanta fue bautizada por el Reverendo Presbítero Felipe Santiago Cortez, delegado por el Partido de Mojos, oficiaron de padrinos, Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Ponte y Palacios Blanco, Antonio José Francisco de Sucre y Alcalá, festejaron el nacimiento de la bella PATRIA BOLIVIA; pudo llamarse Altiplanía, Amazonía o Chaqueñía.
Se creció bella la imilla, creció hermosa la moperita, aunque perdió los cabellos en el Acre, le cercenaron un brazo en el Litoral, le amputaron un pie en el Chaco Boreal.
Ella sigue creciendo siempre bella.
Se convirtió en REINA MADRE de los collas, cambas, chaqueños, todos ellos bolivianos, por ello es la MADRE PATRIA.
En un 6 de agosto de un año bisiesto, partió de su natal Sucre, sin la corona de reina, ese diadema llamada “Capital”, que un tal Tata Pando y su Zárate Villca, le robaron, ella, siguió siendo reina y confinada de América. Sin escoltas de Colorados, Amarillos o Verdes con tinte Olivo, sin avanzadas ni parafernalias ostentosas, montó blanco corcel, la acompañaban Amparito la de Derechos Humanos, Lupe la periodista, Lucho Espinal su confesor y Domitila su consejera.
Dejó su Casa de la Libertad, su Recoleta, su antiquísima Universidad, enfiló al sur, para visitar su Casa de la Moneda, el estropeado Cerro Rico de la Argenta.
Segunda estación, el Salar de Uyuni, se maravilló de la amalgama de color blanco en el piso y celeste en el infinito del cielo, tirititó por el frío en alturas, muy cerca de Dios.
Siguió viaje más al sur cantando y bailando cueca, al son de erque y caja, bebió vino chapaco, en tierra del pariente, el Moto Méndez, de esa tierra del Guadalquivir, se adentró, en las tierras ricas del Chaco amputado, llorando elevó plegaria al cielo por sus 50000 hijos caídos en Laguna Chuquisaca, Boquerón, Alihuatá y otras, en soledad, regó con lágrimas la sequedad del abandono.
Luego con cálida sonrisa, enfiló al norte en brioso corcel de estampa fina, cruzó los bañados de Izozog, pisó arena Santa que tiene de símbolo la Cruz, se arrodilló a los pies del Cristo, alegró su vista con girasoles que miran al dios Sol, endulzó sus labios tiernos con almíbar de cañas, un bohemio, le cantó «….conmigo a tu lado serás muy feliz…”,(*) ella solo escuchó en silencio con sonrisa ingenua, le dijo:
“Soy feliz, estoy casada con el General Libertad, tuve diez hijos, hoy quedan nueve hermanos».
La bella del gorro color punzó, mantilla amarilla, sobre tipoy verde, siguió andando sus dominios, se fue pal norte, en su cabalgadura real, hasta orillas de un río Grande, donde embarcó en batelón remado por hábiles canoeros coloniales del pueblo Mojeño, se encontró navegando por el Mamoré, se solazó, en las playas desiertas del Beni, la saludaron con brincos los bufeos y pacuses, desde el monte, los maticos, los tiluchis y tordos, le cantaron la canción patriótica de Vincenti y Sanjinés, mientras el dios tigre, las urinas y el tejón, desde las orillas, bajaron cabezas en señal de reverencia, una escuadra de garza, de vuelo en delta, la acompañó, la garza morena guía, le soltó en regalo una flor de Patujú.
Desembarcó en el puerto de la Trinidad, al vaivén en lento carretón de dos yuntas visitó a la antigua Misión de la Santísima Trinidad, festejó la Chope Piesta.
En la tierra del Paititi, o de los Mojos, conoció las inundadas vidas de los antiguos, Morocosiés, Yuracarés, Muyuruanas, Baures y Canichanas.
Un taita viejo le contó, historia de las Misiones y sus nietos le bailaron al son de pífano y tambora, la danza sagrada del Machetero, Chiripero o Tontochi en honor de su augusta dignidad.
Supo de Guayocho, de Bopi, de Muiba y de Maraza, se angustió por Nicolasa, Rosita y Pastora. Lloró en la laguna Socrene por la Loma Santa, en su destino.
La MADRE PATRIA, siguió navegando Mamoré, visitó San Pedro Nuevo, Santa Ana y Exaltación.
Miró al horizonte un rio abandonado, supo que lo llaman Iténez, ese de las Serranías de San Simón.
Llegó a los confines de una Tierra Rica, navegó al oeste por un río llamado Abuná, pisó tierra en Bahía, la barraca gomera, a orillas la esperaban los espíritus valientes, de un carayana señorial don Nicolás, junto a un flechero Tacana llamado Bruno Racua, saludaron a la ilustre presencia y le contaron, sus hazañas, defendiendo el olvidado Acre.
Rumbeando entre siringales y gomales, embarcaron en puerto Chivé, para navegar el Manutata (Madre de Dios) encontró el inmenso cauce del rio Manuena (Beni) en un barracón en Ribera Alta, ahí estaba en descanso la noble Tahuamanu, símbolo de las proezas náuticas en estos ríos, de las riquezas de la goma, castaña y la quina.
Derramó lágrimas de angustia por el Acre perdido.
Le hablaron de las Cachuelas y sus tumbos, arribó navegando el rio Beni, hasta Rurrenabaque, miró hacia atrás y espetó con angustia:
¡Amazonía!,
¿Porqué te han abandonado?, ¿Porqué te han olvidado?.
Subida sobre un cóndor soberano, ese del escudo, cruzó en vuelo alto, lateral del nevado Illimani o el Huayna Potosí, consagró Tiahuanaco, un monolito le sonrió, guiñando un ojo coquetamente; divisó el Lago Sagrado, desde sus orilla la saludaron Manko Kapac y Mamá Okllo, lejos de ellos vio flamear Whipala, junto al Arco Iris y la Kantuta de los Incas, con mirada seria, frunció sus cejas en sentimiento de disgusto y enfado. Mucho más grande fue su enojo, cuando se percató que su emblema real, ese oval que sintetiza la riqueza mineral, vegetal y animal, custodiado por las banderas tricolores, las lanzas, cañones y rifles, que son su fuerza, la representación simbólicas con estrellas de sus hijos, con ese altivo cóndor transportador, su escudo patrio, era suplantado por una cruz, llamada Chacana, que no representar el sincretismo de la nacionalidad, pues sus cuadrados componentes, son confusos sin simbolismo heráldico.
Siguió viaje, a otra estación, el cóndor escudero, descendió suave y posó en la testa fría de Murillo, observó el Palacio Legislativo y su reloj al revés, meneó la cabeza en señal de desagrado.
Miró el Palacio Quemado, vio entrar y salir, a muchos políticos, entrar a caballo un tal Melgarejo, vio en los balcones a Belzu, Tomas Frías, Urriolagoytia, Hernando Siles, vio salir triste a Salamanca cercado de militares, lloró al ver salir el fénetro de Busch, al ver colgado a Villarroel, Uría y Ballivián, miró a entorchados de charreteras doradas como Banzer, García Mesa y otros romper su certificado de nacimiento, la Constitución.
Observó entrar con paso cansino a Víctor Paz, y salir empujado por Barrientos y Ovando.
Sorpresa, miró entrar altivo a un Morales de Isallavi, sonrió, volcó la cara, escuchó gritos por todo el valle de Chuquiago, “Fraude, fraude…”, supo luego de una salida en huida por la puerta trasera de un cajón de cemento llamada Casa del Pueblo, agarrado de la mano de Alvarichío, ella la bella sonrió y continuó viajando.
Embarcó en tren hasta Oruro, bailó diablada, morenada y saya, oró a la Virgen del Socavón, saludó a pálidos mineros del estaño y copajira, visitó Llallagua, Siglo XX, mudas minas del olvido, sintió las angustias, pobrezas de los mineros, cayó al suelo en cruz, junto a las polleras ensangrentadas, de las palliris, en una fría noche de San Juan.
Siguió viaje la MADRE PATRIA, llegó a la Llajta, se identificó con las heroínas, abrazó al Cristo de la Concordia, acullicó coca Chapareña, sintió sabor de muerte, no de hoja sagrada, que falacia, ¡no es cocaína!.
Siguió su camino hasta Charcas, la Ciudad Blanca, alegría de haber conocido la tierra bella y diversa, su Bolivia la de los Andes con su altiplano, los valles enclavados entre montañas y la de los llanos planos verdes de la Chiquitanía y los Llanos de Mojos.
Esa BOLIVIA que escuchó los repiques agudos en tañidos festivos, acompasados de la Campana Libertaria, la magna, desde la torre altiva en la Basílica de San Francisco de Charcas, con sus 25 toques emulando los que sonaron por primera vez, ante el Primer grito Libertario del 25 de mayo de 1809.
Así la MADRE PATRIA, caminó, navegó y voló por sus dominios denominados BOLIVIA.
Se sintió cansada, se apoltronó en la cabecera de su Salón Libertario, meditó, se sintió triste por las afrentas de los poderosos, por los nuevos dueños del país…
… por la falta de Democracia….
por la señora ciega de la balanza, llamada Justicia, por el General Don Libertad, su esposo, ambos confinados, reprimidos y subyugados, por los turneros de la política ……
La PATRIA, nuestra MADRE, se sintió triste y humillada…
En el silencio de su noche, escuchó en puertas de su Templo, una patriótica serenata, coro de bohemios charangueros, guitarreros, alegres connacionales, entonando esa cuequita emblemática, compuesta por Apolinar Camacho, considerada el segundo himno nacional…
Viva mi Patria Bolivia
Una gran nación
Por ella doy mi vida
también mi corazón…
¡Yo te amo MADRE PATRIA!
En un pahuichi de el Beni, en Bolivia, es 6 de agosto de 2023
REFERENCIAS
Batelón = Canoa grande, con cubierta parcial de cuero, seis parejas de remeros la impulsan.
Chope Piesta = Fiesta Grande en idioma mojeño trinitario.
Bufeos = (Inia geoffrensis) delfínde los ríos amazónicos.
Pacuses = (Myleus pacú) Pez de la Amazonía.
Palliris = Mujer minera que recupera mineral de los desmontes.
Socrene = Nombre originario de la Laguna Suárez.
Manutata = Nombre antiguo del río Madre de Dios. (En lengua Tacana-Araona).
Manuena = Nombre antiguo del río Beni. (En lengua Tacana-Araona).
Tahuamanu = Nombre de una embarcación de transporte fluvial. Rio en el Departamento de Pando.
Morocosiés, Muyuruanas, Yuracarés, Baures y Canichanas = Denominaciones de las etnias residentes en las llanuras de Mojos, (Hoy Beni), según los cronistas coloniales.
(*) Letra del taquirari “Quimeras”, autor: Abel (Nolan) Justiniano Peñarrieta.
Imagen: Gentil aporte del artista FerOz .