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La estupidez, piedra angular del neopopulismo autoritario

    El neopopulismo autoritario en 20 años, impuso una dictadura electoralizada, que lejos de resolver los problemas heredados del neoliberalismo, en algunos casos los agudizó y, en otros, contribuyó a que se instalarán  comportamientos nefastos como parte de la cotidianidad.

    La estrategia destructiva de los valores democráticos estuvo sustentada en argumentos carentes de seriedad teórica y si más bien en una parafernalia de dogmas que fueron instalados en la mente de los ciudadanos gracias a una profusa y millonaria campaña mediática que alimentó comportamientos colectivos repudiables asentados en una “moral de rebaño”. Pensar por uno mismo resultó un peligro había que seguir la corriente de “las mayorías”.

    La violenta arremetida en contra de la república, el marginamiento de  la clase media, el endiosamiento de las minorías excluyentes, la adscripción ideológica a organismos internacionales fantasmas, el culto enfermizo a la personalidad, las conductas prosaicas de los gobernantes presentadas como valores y ensalsadas por las propias víctimas y la intolerancia negadora de la existencia de diversas formas de pensamiento, son apenas unos cuantos ejemplos de una pretendida hegemonía cultural que se impuso a sangre y fuego y que ahora  se debe combatir con nuevas y renovadas ideas alejadas de la estupidez.

    Estupidez entendida no como un defecto de la capacidad intelectual de una persona o de un colectivo -a decir de Nietzsche-  “…sino la resistencia violenta a la verdad y al pensamiento crítico, una ignorancia con autoestima que se reafirma en lugar de cuestionar.”  

    Desde otra linea, Dietrich Bonnhoeffer afirma que la estupidez es “…un cautiverio moral y mental que impide a las personas pensar por sí mismas y actuar de forma crítica. Es una condición que surge de la renuncia al pensamiento crítico ante la influencia de ideologías, propaganda o estructuras de poder, y es la más peligrosa que la maldad porque no puede ser combatida con razón o fuerza”. Nos alerta de cómo personas inteligentes pueden ser capaces de cometer o admitir atrocidades simplemente por no pensar.

    Bolivia ha transitado por esta via, la estupidez se instaló como un fenómeno colectivo vinculado al poder, gran parte de la sociedad renunció a la crítica, sobre todo los movimientos sociales, un ejemplo emblemático es la COB,   no porque no haya tenido la capacidad de hacerlo sino porque aceptaron dogmas u ordenes mecánicamente. 

    Nos impusieron una existencia de cautiverio moral y mental, en el que el poder político autoritario penetro la mente de los bolivianos convirtiendo lo inmoral y lo espurio en algo normal y permitido socialmente.   

    ¿Cómo explicar que la sociedad boliviana haya sido capaz de ser tolerante y hasta cómplice de actos contrarios a principios básicos de la existencia del ser humano?

    El desafió de los actores políticos y de la propia sociedad civil esta en   combatir esta forma de ser sin caer en la demagogia y el pragmatismo cínico, las señales que se vislumbran en la coyuntura pueden ser el inicio de una nueva y esperanzadora construcción, cuyos resultados dependerán únicamente de la persistencia y la firmeza con la que se lleve adelante la rearticulación de valores y principios difamados por la dictadura y recrearlos en función a los cambios que vive el mundo.

    Algo tan elemental como visibilizar el escudo nacional es vindicar la república y a la nación boliviana, que el candidato perdedor ofrezca sin condiciones su apoyo legislativo al ganador es una buena señal, que Bolivia ya no este en el Alba mucho más.

    Todo ello se tendrá que sopesar sin rasgo alguno de ingenuidad, lo que acontece no es producto de la bondad o el desprendimiento piadoso, son decisiones legítimas calculadas de los actores en función de sus propias espectativas e intereses que no deben estar al margen del interés nacional, el solo anuncio es positivo pero habrá que ver cómo lo es en su implementación.

    Es un juego de ajedrez en el que dependerá cuán lejos miran los protagonistas, porque tendrán que mover fichas de manera inteligente y sostenida hasta lograr la recuperación y consolidación de la democracia en el periodo.

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