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La diplomacia boliviana en época de la globalización

Carmen Sandoval Landívar

La diplomacia es responsable de interpretar y analizar lo que sucede en el mundo para desarrollar adecuadamente su política exterior y contribuir a la paz entre los Estados soberanos. La diplomacia es parte esencial del ámbito público de los Estado, por lo cual, las negociaciones que se realicen fuera del ámbito estatal no serán consideradas prácticas diplomáticas.

En los años 90 hubo una explosión en el mundo diplomático con la participación de nuevos actores, empresas transnacionales, bancos y bolsas del comercio internacional; así como las organizaciones no gubernamentales que abarcan temas diversos, los movimientos alternativos contra la globalización, la defensa del medio ambiente y los derechos humanos, comunidades autónomas, regiones y otros que influyeron en los nuevos paradigmas de soberanía y democracia, de manera transversal y dialógica.

La globalización

Estos cambios produjeron un reacomodo en el ámbito político y económico internacional, originando lo que se denominó Globalización, un proceso económico, tecnológico, político, social y cultural a escala mundial que consiste en la creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo, uniendo sus mercados, sociedades y culturas, a través de una serie de transformaciones sociales, económicas y políticas que les dan un carácter global. Asimismo, es evidente la amplia generación y propagación de ideas, sean económicas, políticas, religiosas, en un intercambio sin precedentes.

En este ámbito se produce una confirmación del riesgo planetario si no se adoptan medidas colectivas que mitiguen los problemas ambientales y su grave consecuencia en la economía y la salud, además de los problemas sociales que surgen como consecuencia de la no previsión por parte de los Estados.

Gracias a la globalización es posible beneficiarse de mercados cada vez más vastos en todo el mundo y tener más acceso al flujo de capital y tecnología, con importaciones más baratas y mercados de exportaciones más amplios. Las instituciones nacionales e internacionales, que inevitablemente están influenciadas por las diferencias culturales, desempeñan un papel importante en el proceso de globalización. En el ámbito nacional, cabe mencionar los mecanismos de protección social y financiera, y a nivel internacional, la OMC, el FMI y el Comité de Basilea de Supervisión Bancaria. Estas instituciones quizás estén lejos de ser perfectas, pero es mejor que existan, a juzgar por la correlación histórica entre el grado de integración, por una parte, y la cantidad de litigios comerciales y el nivel de inestabilidad financiera, por la otra.

De acuerdo con publicaciones del FMI, a medida que el proceso de globalización ha avanzado, las condiciones de vida (sobre todo medidas utilizando indicadores amplios del bienestar) han mejorado apreciablemente en casi todos los países. Sin embargo, los más beneficiados han sido los países avanzados y sólo algunos en desarrollo. El hecho de que la brecha de ingresos entre los países de alto ingreso y los de bajo ingreso se ha ampliado es motivo de inquietud. Y el número de personas que en el mundo entero vive en la miseria extrema es profundamente preocupante. Sin embargo, es erróneo concluir sin más que la globalización ha sido la causa de esta divergencia, o que nada se puede hacer para mejorar la situación. Por el contrario: los países de bajo ingreso no han podido integrarse a la economía mundial con la misma rapidez que los demás, en parte debido a las políticas que han decidido aplicar y en parte debido a factores que escapan a su control. Ningún país, y menos aún los más pobres, pueden permitirse quedar aislados de la economía mundial. Todos los países deberían tener como objetivo reducir la pobreza. Sería necesario que la comunidad internacional se esfuerce –fortaleciendo el sistema financiero internacional a través del comercio exterior y de la asistencia– para ayudar a los países más pobres a integrarse a la economía mundial, acelerar su crecimiento económico y reducir la pobreza. Esta es la mejor forma de garantizar que todas las personas de todos los países se beneficien de la globalización.

Existe una renovación en la diplomacia, mediante la cual los Estados, adoptando diversas modalidades, buscan la descentralización de las relaciones internacionales para lograr ampliar su ámbito de proyección, ejerciendo plena soberanía al reconocer y autorizar prácticas a nivel mundial de actores subestatales, lo que significa una mayor democratización para el bien común. Esta práctica varía de acuerdo a las constituciones y marcos legales, así como la relación del Estado con los actores gubernamentales no centrales.

Paradiplomacia y protodiplomacia

Aquí surge la paradiplomacia, que son actividades políticas, económicas y culturales llevadas a cabo por actores transgubernamentales, en áreas poco convencionales del sistema internacional, con formas de actuar diferentes a lo establecido en la diplomacia tradicional. Se la conoce también como diplomacia no central, diplomacia paralela, política subnacional, entre otras. La marca regional está vinculada con este tipo de paradiplomacia, que no solamente tiene un valor simbólico. Sin embargo, cuando este impulso se lleva a sus extremas consecuencias, es decir, a la imposición de una identidad regional como paso previo a la ruptura con el Estado nacional, estamos frente a una protodiplomacia.

Al respecto, no debemos dejar de considerar las relaciones internacionales y su relación con las nuevas tecnologías ligadas a los ámbitos de la informática, las comunicaciones y la información, que dan origen a la ciberdiplomacia, incorporando nuevos elementos digitales tales como mapas, uso de satélites, internet, firma digital y otros. Rondfeldt y Arquilla, dos estudiosos norteamericanos, nos muestran la necesidad de adoptar un nuevo marco teórico, superador del realismo y el liberalismo, que denominan Noopolitik, constituido por actores no estatales, que enlaza al mundo en una red cultural, denominada Noos, construida sobre una base civilizada que permitiría comprender los nuevos procesos que se están dando en las relaciones internacionales en la era de la información.

La CPE de Bolivia y la política exterior

La Constitución Política del Estado establece los lineamientos de la política exterior e internacional de Bolivia, misma que debe ser implementada y ejecutada por el Ministerio de Relaciones Exteriores, cabeza de la diplomacia boliviana. Nuestro país, por su posición geográfica, ha sido impulsor de los procesos de integración a nivel regional y mundial.

Sin embargo, el proceso de globalización ha sido lento en el país, poco a poco ha ido superando diferentes obstáculos debido a ser considerado un país de menor desarrollo económico, que cuenta con la solidaridad de los países de la región. Para el progreso económico y social, ha sido importante la participación de diferentes órganos de los Organismos Internacionales, y el aporte efectivo realizado por las organizaciones no gubernamentales y transgubernamentales desde fines de la década de los años 80, dando lugar a la paradiplomacia boliviana. En esa década se dio inicio a un trabajo conjunto de los sectores público y privado que produjo grandes avances hacia el desarrollo económico, social y cultural de Bolivia.

En la década de los años 90 se inició la descentralización administrativa del Estado a través de la Participación Popular, llevando el modelo de su implementación a varios países del mundo. El intercambio de conocimiento en diversas áreas productivas y de educación hizo posible un mayor acercamiento a nuevas prácticas que se tradujeron en un mejor rendimiento en el ámbito del comercio. Entre el 2009 y 2019 la política exterior boliviana tuvo como base el Vivir Bien y la Diplomacia de los Pueblos siendo su principal herramienta, para promover el respeto a los valores de la paz, la justicia, la diversidad, el equilibrio, la inclusión y la necesaria armonía del hombre con la naturaleza.

Asimismo, de acuerdo con la CPE, la política exterior tiene como objetivo mantener relaciones de amistad e igualdad con todos los países del mundo y participar en los diferentes foros internacionales. En cuanto a la política exterior, en el ámbito comercial y de promoción, han sido prioritarios los micros y pequeños productores, cooperativas, asociaciones y empresas colectivas. En el ámbito multilateral, se ha impulsado la Ciudadanía Universal y la protección de la madre tierra ante el cambio climático. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) están siendo implementados como parte de la política exterior boliviana.

Un problema que ha estado siempre presente en Bolivia desde su fundación, en 1825, es no tener una política exterior de Estado que sea constante; ha estado sujeta, a lo largo de su historia, a los vaivenes de los cambios políticos, constituyéndose más bien, en lugar de una política exterior de Estado, en una política exterior del gobierno de turno. La Constitución Política del Estado nos da los lineamientos legales para lograr una política exterior sólida y de largo plazo, pero depende de la voluntad política de los gobernantes, quienes deben despojarse de intereses pasajeros para poder construir una política exterior a largo plazo y no cambiante de acuerdo a los vaivenes políticos.

Es importante que en Bolivia tengamos clara la diferencia entre Estado y Gobierno. El Estado es la constante y lo conformamos todos los habitantes, los gobernantes pasan porque son temporales. Bolivia ha ido implementando los cambios para lograr no quedar rezagada en el ámbito de la globalización y los adelantos tecnológicos, pero aún falta mucho por hacer, especialmente en políticas públicas que impulsen la educación y el comercio hacia los nuevos paradigmas mundiales.

Los que tenemos formación en la carrera diplomática lamentamos la falta de constancia no solamente en la política exterior sino también el no querer reconocer que la profesionalización en las relaciones internacionales y diplomacia son factores importantes a fin de lograr ejecutar una política exterior coherente con los tiempos actuales para lograr resultados que se reflejen en el bienestar de todos y todas las personas que lo habitan.

Carmen Sandoval Landívar es abogada, diplomática y MsC. en Derecho Internacional Privado y Doctorante en Justicia Plural

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