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La carpeta vacía

Sagrario García Sanz

Él miraba pero no veía. Es como cuando te quedas embelesado en tus pensamientos y, aunque parece que estás mirando fijamente hacia algún lugar concreto, tu cerebro no se enfoca en la misma dirección que tus retinas. Todo lo contrario, tu mente está muy lejos de allí. Sencillamente, la vista y las ideas no confluyen, van en sentidos opuestos porque el estado de absorción en el que te mantiene ese pensamiento no permite nada más, embulle todo tu ser, y aunque tus ojos quieran ver, no ven nada, no perciben nada. Tanto la mirada como el resto de los sentidos están bloqueados por un solo pensamiento.

Allí sentado, absorto, mirando al infinito pero sin ser capaz de verlo. ¿En qué estaría pensando? Tal vez le había sucedido algo doloroso, quizás estaba rememorando algo de cierta intensidad. Quién sabe.

Ana le observó durante largo rato. La última vez que ella se había encontrado en una situación así, había recibido una dura noticia que tardaría semanas en asimilar. Aunque hacía tiempo que eso, afortunadamente, había quedado atrás.

Se acercó a él con cuidado; por un lado, tenía mucha curiosidad por conocer sus pensamientos, pero, por otro, le daba miedo saber la respuesta por si fuera algo malo.

—Daniel, ¿en qué piensas?  —susurró Ana suavemente.

—Eh, en nada. —respondió él con toda naturalidad mientras retornaba al presente.

—¿En serio? Te he visto muy absorto. Puedes ser sincero conmigo.

—Te soy sincero, simplemente he desconectado un momento. He entrado en la carpeta vacía para no pensar, de vez en cuando viene bien olvidarse del resto del mundo, ¿no te parece?

Daniel se dio la vuelta y se marchó, y ahora fue Ana quien se quedó pensativa, aunque no absorta. ¿Cuántas veces habían hablado de la mente compartimental y la mente relacional?

Ana tenía la convicción de que la mente de las mujeres era relacional y la de los hombres de tipo compartimental. Es decir, el cerebro organizado como un sistema de archivos de un ordenador donde los hombres tienen diferentes carpetas: pareja, familia, trabajo, deporte, etc. y si, por ejemplo, están haciendo ejercicio, solo están haciendo eso. Carpetas por categorías y totalmente independientes donde, al ubicarse en una, no hay lugar para ubicarse también en otra.

Sin embargo, aunque la mente de las mujeres pueda tener similares categorías, todas las carpetas están relacionadas entre sí. Por ello, ellas pueden estar haciendo deporte, pensando en la lista de la compra y organizando las tareas de la semana, todo ello simultáneamente. Con esa capacidad innata de gestionar a la vez diversas y complejas cuestiones.

Además, los hombres tienen una carpeta vacía, una carpeta que no alberga nada, a la que evadirse simplemente para no pensar, carpeta que no suelen tener las mujeres.

—Bendita carpeta vacía. —Pensó Ana, envidiando a Daniel. Quién tuviera una para evadirse sin más de vez en cuando.  

Daniel observó a Ana de lejos. Su respuesta había resultado convincente aunque no fuera verdad. Hoy, por mucho que quisiera, era incapaz de refugiarse en su carpeta vacía, la preocupación por la mala noticia recibida se lo había impedido. Pero Ana, de momento, no podía saberlo.

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