Miguel Sánchez-Ostiz
Ese iba a ser el título de un ramillete de recuerdos, vulgo memorias que iba a escribir, hasta que me di cuenta de que mi vida no tiene nada de extraordinario ni de ejemplar, sino que es de una mediocridad aplastante. Recordé lo que decía Chesterton: “la malsana y degradante tarea de contar la propia vida”. Cuando le da por contar la suya opina que esta está a medio camino entre el misterio y la novela de aventuras románticas. sólo así se puede llegar a viejo sin aburrirse….Lo cierto es que repare en que al menos mi adolescencia y juventud estaban salpicadas de episodios bochornosos que hacían bueno el verso de George Seferis «allí donde la toques, la memoria duele». Me alegro de que mis hijos no hayan tenido que pasar por semejantes episodios. Puedo contar el porqué de mi dedicación a la literatura y a la escritura sin recurrir a dolorosos episodios que he ido viviendo olorosos y prefiero ahorrarme esos malos tragos. Enmascarar los recuerdos para ponerme en escena con la mejor cara posible, eso menos, al margen de que mucho lo he contado ya en mis novelas de evidente componente autobiográfico y que me hacen daño: no hay tonto que se los coja entre dos peñas.
**+++ la ilutración es de un libro muy querido que está en paradero desconocido y del que hablo en otro proyecto: Nieve de ayer.