Marcela Araúz Marañón
La fotógrafa Wara Vargas habla sobre la muestra Mirar: habitantes de El Alto, una exposición colectiva de fotografía que está abierta en el Museo Nacional de Arte.
Tengo ante mí la imagen de dos hermanas; la menor de ellas, más pequeña, eleva la cabeza develando respeto mientras la otra parece explicarle algo. Hay una complicidad, hay amor en esa imagen, y por encima de ambas, las luces del cielo alteño.
Este registro conmovedor que contemplé fijamente durante minutos es parte de la muestra colectiva Mirar: habitantes de El Alto, expuesta en el Museo Nacional de Arte (MNA), dependiente de la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia (FCBCB). La exposición fue instalada en la sala Estudio No 1, un peculiar y valioso espacio reservado para creadores emergentes o que están fuera de todo circuito comercial.
Es un trabajo honesto y conmovedor, sin pretensiones. Nos muestra escenas cotidianas con carne, son humanas y por lo tanto, la credibilidad sobra en cada una de estas obras: la abuela tímida que se niega a posar, la madre que hila, las hermanas que charlan, la pareja de abuelos unidos ya hace 57 años, o el estruendo del punk alteño. Todo aquello que nutre esa ciudad, se halla convocado en 30 fotografías.
Los autores de las 30 obras que conforman la expo son: Danna Guzmán, Daneyva Laura, Denis Yujra, Gabriela Mamani, Joel Pacheco, Ana Gabriela Huiza, Karen Choque, Luis Cuchuta, Marlen Incapoma, Noemí Gonzales y Santos Winston. Ellos fueron parte de un Taller de Fotografía Artística que organizó el MNA junto al municipio alteño y que fue dictado por Wara Vargas, fotógrafa que cosechó reconocimientos nacionales e internacionales. Justamente fue la curadora de la exposición Mirar… y con ella dialogamos sobre este germen de fotógrafos alteños fecundado gracias a esa actividad.
– ¿Cuál es la importancia de impulsar un taller de fotografía para habitantes de El Alto?
– La importancia radica en que las personas que emergen del lugar cuenten sus propias historias y no en que alguien foráneo llegue al lugar y quiera contarlas. Estos fotógrafos alteños son parte de las historias que se muestran en la exposición. De hecho, algo significativo y poco común es que las personas retratadas hayan estado también invitadas a la inauguración de la expo, lo cual, en mi experiencia, no he visto que suceda muy seguido. Esas personas están viéndose, hay una horizontalidad de la fotografía y el o la fotógrafa. Eso es hacer una fotografía comprometida.
– ¿Qué puede llegar a distinguir a este grupo emergente de fotógrafos de la ciudad de El Alto de la propuesta fotográfica desde otras ciudades?
– Cuando uno se educa de manera formal en la fotografía y ves referentes, por lo general esos referentes son de Europa. A veces hay fotos descontextualizadas, fotos externas y no locales, que vuelven objetos a las personas fotografiadas. Nacer con privilegios define tu visión del mundo, así como en el momento de acercarte a historias de migración. La mirada sobre la pobreza, o sobre un lugar, puede ser modificada. Hay que cuestionar nuestros privilegios al momento de contar una historia.
La idea con estos fotógrafos emergentes es que comiencen a proyectar su estilo, su propia voz y a qué quieren llegar, esto madura de manera personal; es preciso preguntarnos qué queremos mostrar como alteños, qué queremos mostrar del mundo cotidiano en esa ciudad; eso se descubre en el camino, cuando vas madurando. En esta exposición también hablamos de los imaginarios sobre esa ciudad, algunos que fueron construidos con falsedades, los disturbios sociales, por ejemplo.
Una de las compañeras sacó fotos de su familia que salió a protestar cuando ocurrieron los enfrentamientos de Senkata, la molestia de su familia era real y eso quería contar esta compañera; de eso se trata, contar las historias de nuestras familias, abuelitos, las niñas que crecen juntas en ese espacio. Las historias de lugares que para alguna gente pueden ser precarios, pero para estas personas son lugares donde se construyen hogares y recuerdos.
– ¿Qué acciones debe nutrir este grupo de fotógrafos para consolidar su identidad en la fotografía?
– Aprender fotografía es valioso. Yo me formé empíricamente pero eso sirvió para que no tenga un referente europeo. No queremos ser copias, necesitamos imágenes que denoten nuestra búsqueda. En este grupo de fotógrafos alteños he notado esa mirada sana, que no fue contaminada por nada foráneo; es nuestra propia estética, sus espacios, sus luces, sus estructuras. Tiene que ser la búsqueda de un ojo que esté buscando cosas diferentes y eso descubrí en las compañeras y compañeros de El Alto.
Fotografías de arriba hacia abajo: 1) Gabriela Mamani 2) Ana Huiza 3) Marlen Incapoma 4) Noemí González 5) Karen Choque
Entrevista publicada en la Revista Cultural «La «Trini»