Márcia Batista Ramos
Harold Alva nació en1978 en Piura, Perú. Es escritor, poeta, editor, pintor y analista político. Es uno de los poetas e intelectuales más relevantes en Perú, nacido después de 1970. Estudió derecho y ciencias políticas.
Fue miembro fundador del grupo literario Triángulo4 de Trujillo (1996-1998) y miembro del movimiento cultural Neón de Lima (1999-2003). Fue editor de la Revista del Foro del Ilustre Colegio de Abogados de Lima (2011/ 2012), conductor de los programas de radio y televisión Habla el Pueblo (2016), Abogados de Lima (2017), Contrapoder (2018), Mesa de debate (Best cable) y Diálogo & Debate (UCI Noticias). Actualmente dirige Editorial Summa y Contrapoder, suplemento dominical del diario Expreso.
Dirige el Festival Internacional Primavera Poética (FIP Perú), evento que el 2020 está en su octava realización. El 2003 fue uno de los promotores del proyecto editorial Perú Lee, del Fondo Editorial Cultura Peruana (cada título se vende al precio de un nuevo sol, a la fecha la colección ha editado más 50 títulos).
Jacobino: pluralista, laico y radical. Fue Secretario General de la Asociación de Estudiantes de Derecho de la UPAO (1997/ 1998), Secretario General del Comité Nacional de Juventudes Democráticas (2000/ 2001), Coordinador Metropolitano de Perú Joven (2002), fundador del Colectivo Bicentenario, pre candidato a la alcaldía de Lima Metropolitana (2018) y candidato al Congreso de la República (2020).
A sus 42 años su obra es considerable, ha publicado una veintena de libros, entre los que destacan: Lima: Firmamento (Trujillo, 1996), Morada y sombras (Camión Editores, Trujillo, 1998), Antes de abandonar la sombra (Lima, 1999), Cañaveral: libro de tierra (Lima, 2001), Sotto voce (Fondo Editorial de la U. Inca Garcilaso de la Vega, 2003), El sonido de la sangre (Altazor, 2006), Los extraños (Altazor, 2009), Lima, la épica del desastre (Altazor, 2012), Ciudad desierta: apuntes para convivir con el insomnio (Summa, 2012), Antología Personal (La manzana mordida, 2012), Ciudad desierta: apuntes de occidente (Summa, 2014), «A tiempo completo» (2020), entre otros libros.
Ha participado como expositor en la Feria Internacional del Libro de Guayaquil (Ecuador), Feria Internacional del Libro de Concepción (Chile), Feria Internacional del Libro de Buenos Aires (Argentina), Feria Internacional del Libro de Lima.
Harold Alva desde niño, tuvo el destino marcado por los constantes cambios de ciudad, de casa, de escuela, de amigos y paisajes, porque la profesión del padre así lo exigía. Ser el nuevo en la escuela, donde todos se conocen desde el jardín de niños, donde todos ya tienen su mejor amigo y no tienen interés en descubrir un amigo mejor, es difícil para cualquier niño.
Tal vez, la soledad y el aislamiento circunstancial, hasta adaptarse, en cada escuela o casa y calle nueva, le hicieron buscar en el arte la paz para su espíritu de niño desconsolado. Harold antes de escribir, dibujaba, hacía historietas.
Como los sentimientos rebasaban los colores, Harold al cumplir los trece años, descubre que la poesía le permitía decir lo que no podía expresar con el color de las imágenes; así nace su poesía de su gran sensibilidad anímica aún en la niñez.
Tal vez, el desarraigo le hizo poeta. Con su mirada retrospectiva en un intento de armar el rompe cabezas de los recuerdos en la memoria escribe: “I
En Cañaveral, \con el agua que caía de los techos, \mis ojos \acechaban como búhos \los charcos prisioneros del silencio.
Sin que nadie lo advierta, \visitaba las tumbas \con la audacia de un pájaro en vigilia.
Herí los surcos \con la lampa irreal de la tristeza; \fui el corsario que en las cercas \lapidaba su nombre de colambo.
Allí \brotaron los nidos de las zoñas, \el devoto filamento de la luna, \la rama medular de este concierto; \aquella piedra que en la casa \sujetaba como horqueta los tabiques.
La silueta del “Calvario” \desdibujaba de las cejas \el ceño \donde la furia
\reposaba sus motivos.
Era fuerte: \en las manos estiraba \el cordón umbilical de las acequias; \qué será hoy de su estructura, \la palma cayosa del terruño, \el huracán de fuego \donde macanches \silbaban \la zarzuela intemporal de este suceso.
Aquí, \sobre el laberinto de los disturbios, \la luna se torna el diente
\que proyecta \en la memoria \la calle polvosa de mi pueblo, \la “Joaquin Rujel”
\donde solía \jugar descalzo a las canicas; \el camino al pozo con las latas,
\el yugo que formó a este hombre \que le canta a las cigarras \y los perros.
Allí \aprendí sobre la tierra, \escogí su idioma de raíces, \de semilla,
\de huaraca roja que asumo con la lengua \para esculpir al aire \estos líticos discursos”.
Mientras uno crece, uno no sabe lo que le pasa, porque es al volver la vista atrás que uno entiende, a veces, lo que pasó; otras veces la mirada no alcanza para repasar todo, porque hay cosas, especialmente sentimientos, que se quedan perdidos en la nebulosa de la memoria, que ya no los identificamos a cabalidad. Así, nos forjamos como seres humanos normales. Y los más sensibles, se forjan como poetas. Como es el caso de Harold Alva, para quien la poesía es una expresión necesaria de las interrogantes conscientes o inconscientes, cada poema es un intento de búsqueda del mundo, para aprehenderlo y comprenderlo; en el intento el poeta escribe: “VIII/ QUILCA 3h 33 AM. Hay una horda de coyotes Una multitud de adverbios sobre la boca que subordina mis palabras Le pregunto a esta ciudad si tiene sentido alguna estrategia o acaso debo capitular con la furia y detenerme sobre las vías que no han dejado de quebrar tus osamentas Tu palidez de cadáver Tus dedos largos que se sujetan con pánico a la noche A mi entelequia de asombros
Yo te necesito para completar la realidad
Le señalo a mis verbos la soledad que flota a tu alrededor como libélula y me pierdo contigo entre los neumáticos de aquellos buses De aquellas serpientes de metal que ignoran la tragedia de sus eventuales habitantes”
La poesía de Harold Alva no se limita a las estructuras convencionales, él elige su propio ritmo en una búsqueda constante por la forma, dentro de un marco contextual mucho más abierto que hace parte de la tradición del siglo XXI. Es a través de la poesía que Harold Alva enfrenta, desde niño, a sus angustias, desesperanzas y delirios ya que para el poeta la poesía es un espacio de lucha y de sueños: “A
Hay un rumor de aviones en el subsuelo Un grito de hierba Una procesión de estatuas que avanza hacia mis brazos con la devoción de un monje que aterrado se aferra a su fe A la edad del libro blanco Hay una catedral de silencio entre mis manos Un nido de cobras que tiembla con el lenguaje de los pájaros Un ataúd Una mortaja de algas Un hombre ansioso por romper el calendario Su martes negro Hay un altar de cuerpos destrozados Una multitud de adverbios De extraños De bocas que subordinan el espanto”.
Sus autores de cabecera: Baudelaire, Milosz, Blacke, Martín Adán, César Moro, Vicente Huidobro, Zurita, Leopoldo María Panero, Paz, Juarroz, Dávila Andrade, sumados a sus ansias por cruzar fronteras estéticas le hacen coincidir con las vanguardias europeas, permiten ese anclaje en la tradición como refugio donde todo nace y nada muere.
Su poesía gira en torno, al desasosiego, al desencanto, a la ciudad, todo porque Harold es un pesimista en su escritura; ¿influencia de otros autores o de la vida misma?
Él es un hombre que ha perdido eso que los cristianos llamamos “fe”, él es ateo. Pero yo siempre digo que: “quien no tiene fe, tiene miedo”; y tal vez, es ese miedo primigenio que creció desde la niñez el que roba el sueño al poeta (Harold duerme apenas 3 horas y media por noche); y escribe por necesidad, por instinto o tal vez por miedo a esos fantasmas innombrables, que desde niño venían a poblar sus noches (como lo hacían con Alejandra Pizarnik) como hacen con muchos poetas que no tienen valor de confesar su pánico, pero la poesía siempre los delata, nos delata. Porque el verso siempre revela lo que está oculto. Y Harold Alva lo escribe así: “XXX / ARTE POÉTICA
La estabilidad emocional es un peligro \Una bala certera \El diente venenoso que se clava en la nuca del poeta \Para inmovilizar sus nervios \La osadía \Su mística de orate \El fracaso es su delicada condena \Su tótem para fabular \La furia que enerva su poema \Yo suscribo esto \Lo firmo con mi trazo de traidor \De cuervo acorralado por la pérdida”
Harold Alva es un hombre que cree en el compromiso social, que no concibe a un escritor que no se involucre con su contexto, cree que la poesía es compromiso, y cree que el momento actual demanda escritores que lo asuman con gallardía, que asuman su responsabilidad histórica. Por eso se volvió editor, por eso escribe, por eso se involucra en política (pienso que un día será presidenciable, quien vivir verá) … El caso es que su poesía no se evade de la realidad, sino que incide en ella con intención transformadora, por estar teñida por el compromiso ético de Harold Alva, poeta que deja escurrir de su pluma una poesía no neutral.
En fin, su percepción del mundo y de la vida es expresada radicalmente por su palabra, que primero se queda atragantada después, es expulsada como quien vomita, todo porque el mundo y la vida le duelen (desde niño) y el poeta sabe que la palabra es eterna, igual que el verso y el poema, entonces escribe: “B
Debo estar enfermo Anochece en mis ojos ahora que todo está sellado El tipo que proyecto en la ventana sabe que todo está sellado Intento perderme Le hablo a los fantasmas que aparecen al otro lado de la tragedia Lo escupo Apago las luces para que desaparezca y me deje en paz con esos aguafuertes No sé hasta qué punto un hombre destroza con insensatez los nervios que equilibran la corriente Debo estar enfermo El agua se detiene cuando hablo y yo la difumino con este olor a sangre Con esta velocidad Con este tajo de ansias que excusa el placer de un asesinato”
Lo cierto es que la poesía, siempre sobrevive a todas las circunstancias y de igual modo, el poeta sabe, que la poesía le ayuda a sobrevivir a todas las circunstancias. La obra y la figura de Harold Alva, poeta de la soledad y la ausencia, tienden a trascender a lo literario y quedarse como símbolo de Perú.