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Falso conejo

Cocinero amateur

Después de mucho tiempo me he antojado un falso conejo, receta que hoy comparto con ustedes porque –sin duda- es uno de los platos más representativos de la gastronomía boliviana. De este tema saben bien las y los paceños, no muy bien portados, y que concluyen una noche de excesos saboreando este delicioso plato acompañado de los primeros rayos de sol que aclaran la célebre plaza Pérez Velasco.

Primero, deben rallar una gran cabeza de cebolla, dorarla con un generoso chorro de aceite, incorporar a la preparación media taza de arvejas peladas y una zanahoria cortada en bastones, condimentar con pimienta y comino, cuarta cucharilla de cada uno, 3 cucharillas ají amarillo molido, un diente de ajo finamente picado y sal a gusto. Dejar cocer a fuego lento por cinco minutos para que los sabores se fusionen y los ingredientes se contaminen mutuamente al vaivén que les marca la cuchara de palo al mezclaros.

Luego, hay que preparar la carne, 4 delgados filetes de res deben ser enérgicamente apanados. Sí leyeron bien, carne de res, de vaca, bovina, de ahí viene el nombre de “falso conejo”. Me siento todo un delincuente que comete apología del delito, tal cual, en estos días, los hace el presidente “perdiente” pues –hasta ahora- no se le puede decir saliente, del país que se cree el más importante del mundo.

Si la carne de vaca pudiera hablar, emularía a Trump (el falso presidente ganador) y diría roja de ira: – ¡soy conejo!, así como el tocayo del novio de la Pata Daisy, con el mismo color en la piel vocifera – ¡fraude!, ¡fraude!, para volver a dirigir su país por 4 años más.

Pero así como él quiere volver, nosotros también debemos volver a la receta. Una vez que tengan los filetes apanados, deben ser freídos en aceite y luego incorporados al guiso que está cociendo, añadiendo posteriormente una taza y media de agua hervida para dejarlo coser, con mucha calma, como la calma que, en el país del Norte, los llamados afroamericanos y latinos van perdiendo poco a poco, y que luego, más temprano que tarde, irrumpirá seguramente, en una ebullición que transforme los ingredientes en una deliciosa comida y permita a esa sociedad transitar por caminos menos injustos.

No puede ser, creo que debo anotarme las cosas antes de empezar a escribir, valga la redundancia, pareciera que mis dedos tienen autonomía propia y presionan los botones del teclado haciendo caso omiso a mi voluntad de transmitir mis recetas y develan mis cavilaciones que me hacen perder el apetito.

Retomando el preparado de la apetitosa fórmula, este plato se sirve acompañado de papa blanca,  fideo graneado y chuño hervido, ambos rebozados con maní previamente molido y cocido en aceite, para que no duela el hígado, así como me duele cuando leo las noticias políticas. Para el toque final, una sarsa que se prepara cortando en juliana una cebolla, la misma que luego debe ser muy bien lavada, se añade tomate cortado en cubitos, hojas de quirquiña y, para darle fuerza, un locoto enojado, como los manifestantes de esos que ya no se USA.

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