La restitución de Eduardo del Castillo como ministro de Gobierno, luego de que los votos de la facción evista, Creemos y CC aprobaran su censura y correspondiente destitución, ha sido un acontecimiento político que marca el inicio de una nueva fase en la disputa de facciones –en diferentes escenarios- al interior del MAS. Los opositores partidarios se destacan por su papel de satélites que orbitan sobre esta lucha intrapartidaria ajena. ¿Por qué es gravitante esta pugna entre facciones?
Debemos considerar, como premisa, que el horizonte político de las organizaciones políticas es 2025. Es decir, todas sus acciones y discursos son determinados por intereses electorales, no necesariamente motivados para hacer gestión. Ahora la gestión es un medio, no un fin para lograr resultados.
La disputa interna del MAS se desarrolla en diferentes escenarios: gubernamental, parlamentario y la calle. El papel que juegan CC y Creemos se limita a la Asamblea Plurinacional. Mientras las facciones pugnan por ser la coalición dominante del partido azul y agotan de forma acelerada su discurso ideológico, los frentes opositores no son conscientes de la oportunidad para dar batalla ideológica. Pierden el tiempo en cosas pequeñas.
La disputa interna del MAS es gravitante a nivel nacional porque cada facción representa un incentivo diferente para sus militantes, afiliados y electores. El evismo apuesta por los incentivos colectivos: identidad partidaria, ideología revolucionaria y solidaridad con sectores populares e indígenas; el arcismo genera incentivos selectivos: poder e influencia desde el Estado central en beneficio de sus afines, estatus a sus afiliados y militantes, e incentivos materiales a las organizaciones sociales (asociaciones de interés como la COB y el Pacto de Unidad).
Mientras que los radicales se muestran como la encarnación de los fines primigenios, los renovadores ejercen el poder de forma pragmática con desvaríos autoritarios. Esta pugna de facciones ha trastocado las relaciones de fuerza en el Parlamento, movilizado a personas en diversas concentraciones callejeras en el país e intensificado las denuncias -desde los agentes evistas contra los arcistas a nivel de ministerios- sobre robos de auto en el extranjero, corrupción y narcotráfico.
CC y Creemos fungen como satélites que orbitan alrededor de la fuerza gravitante del MAS. En el escenario parlamentario fueron quienes iniciaron la interpelación al ministro, pero gracias a los votos de la facción evista se lo pudo censurar (tráfico de vehículos robados y comercializados ilegalmente en Bolivia). La circunstancia les fue favorable.
La disputa interna devela su agotamiento discursivo del MAS. Sin embargo, CC y Creemos no han podido desarrollar, por el momento, estrategias discursivas y movimientos tácticos para ser electoralmente competitivos en 2025. Twitter y la Gobernación cruceña son sus límites y alcances, respectivamente. No pueden abarcar lo nacional-popular en el país, a pesar de que la lucha de facciones en el Parlamento empieza a dejar espacios vacíos en los imaginarios sociales que necesitan creer en algo.
La Asamblea Plurinacional será el escenario que determinará la dirección que tome el proceso político de cara al 2025: se fortalecerán nuevas relaciones de fuerza o debilitarán las actuales; y, de las decisiones que emanen de este órgano de poder, dependerá su gestión económica de Arce y correspondiente estabilidad política del Gobierno central.
Con todo, la censura del ministro de Gobierno reconfirmó que el MAS sigue siendo un partido gravitante a nivel nacional, pero con un discurso agotado para el país. Su disputa de facciones aparenta una batalla por representar la clase dirigente que quiere trasformar la sociedad y el Estado desde la izquierda del espectro ideológico, pero su esencia es seguir ejerciendo el monopolio de la violencia legítima para tener supervivencia.