Quedan pocos días para que Rodrigo Paz Pereira asuma la presidencia del (todavía) Estado Plurinacional de Bolivia. En los corrillos diplomáticos en La Paz se escuchan voces confiadas en que el mandatario recobrará las relaciones externas con un amplio abanico de países.
Paz Pereira tiene varios puntos a su favor. La Cancillería fue tan maltratada durante estos veinte años de folklorismo, fábulas, disfraces y sonseras que cualquier cambio será bienvenido. Seguramente, la recuperación de la institucionalidad comenzará en la esquina diagonal al Palacio de Gobierno.
No volveremos a ver jefes de protocolo metiéndose bocadillos en los bolsillos; a autoridades aturdidas por el whisky gratis de las recepciones. No volveremos a escuchar discursos impostores. ¡No volverán a obligar a aplaudir a David Choquehuanca cantando!
La otra ganancia para Paz Pereira es que creció rodeado de extranjeros, desde los estudios de sus padres en Lovaina -que en los sesenta reunía a la muchachada latinoamericana idealista-, las vivencias en los sucesivos exilios, hasta las visitas que recibió Jaime Paz Zamora como presidente y en su refugio tarijeño. Paz Zamora se graduó con especialidad en Relaciones Exteriores, área académica que también atrajo a Rodrigo.
En el exilio panameño, entre 1980 y 1982, el departamento del dirigente mirista fue centro de reuniones de líderes de la COPPPAL (Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe), creada en México en 1979 por partidos políticos de corte progresista. Actualmente agrupa a más de 70 partidos del continente. Paz Zamora fue parte de la Internacional socialdemócrata.
Panamá era entonces un articulador diplomático. Omar Torrijos desarrolló una amplísima red de relaciones externas para contar con su respaldo en la lucha del pueblo istmeño para recuperar la soberanía sobre el canal interoceánico. Torrijos dio asiló al derrocado Sha de Irán, pero también escondió a Jaime Bateman del M 19 colombiano. Jugó un rol fundamental para que las fuerzas sandinistas sean declaradas beligerantes. Mantuvo buenas relaciones con Estados Unidos, pero no le pidió permiso para recibir delegaciones cubanas. Panamá, junto con México, Colombia y Venezuela impulsó las cumbres presidenciales para buscar salidas pacíficas a las guerras civiles en Centroamérica.
Torrijos y sus principales asesores políticos compartieron sus contactos con Paz Zamora. Era importante mostrar que los problemas en el continente no eran el reflejo de las pugnas Este Oeste sino de las injusticias Norte Sur.
Jaime retornó con todas esas iniciativas a Bolivia al asumir la vicepresidencia en 1982, pero la ceguera de políticos mira-ombligos no le permitió cumplir ese rol internacionalista. Bolivia tenía una ocasión histórica porque era el primer país bajo democracia en el Cono Sur. Paz era amigo personal de los líderes que luchaban contra las dictaduras en Chile, Argentina, Uruguay y Paraguay.
Como presidente, él intentó recuperar el tiempo perdido. Realizó varios viajes al exterior y participó en diferentes foros.
Bolivia fue centro de la atención mundial con la Revolución de 1952 y sus representantes cumplieron importantes papeles en las discusiones antiimperialistas para la liberación de países africanos y asiáticos. Víctor Paz Estenssoro recibió visitas del francés Charles De Gaulle y otros dirigentes europeos; mantuvo buenas relaciones con el centenar de países del Movimiento de los No Alineados, especialmente con el presidente de Indonesia Koesno Sukarno, a quien entregó el Cóndor de los Andes. No dudó en conversar con Jhon F. Kennedy en Washington. Mantuvo relaciones con Cuba. Él mismo era admirado en los foros internacionales.
Cuando Evo Morales asumió el poder, fue comentario de primeras planas en la prensa mundial. Él tuvo la chance insuperable de tener buenas relaciones con todos. Al contrario, se atrincheró en el socialismo caviar. No dudó en alejarse de la Unión Europea, a veces con actos bochornosos y perjudiciales para Bolivia, a pesar de que sus países miembros son socios tradicionales del país.
Luis Arce Catacora eligió a dos ignorantes en materia diplomática como cancilleres, imitando a Evo. El resultado es el aislamiento actual de Bolivia y el fiasco del festejo del Bicentenario.
Rodrigo puede revertir esa lacra. Las embajadas acreditadas en Bolivia se esfuerzan para que sus países envíen importantes delegaciones a la posesión del 8 de noviembre, a pesar de la premura del tiempo. La Casa Blanca parece amable. Los mandatarios de los países vecinos lo felicitaron.
Paz tiene amistad con líderes continentales. Además, por su nacimiento gallego, seguramente el rey de España, que conoce a su familia, hará todo por llegar.
El desliz del candidato de no nombrar embajadores debe ser revisado. Pronto se dará cuenta que son necesarios. Si quiere ahorrar, mejor eliminar los ineficientes agregados militares.
 
         
 
                         
	 
                  
                




