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Era Viernes Santo y llovía

Márcia Batista Ramos

"Me moriré en París con aguacero, / un día del cual tengo ya el recuerdo. Me moriré en París —y no me corro— /tal vez un jueves, como es hoy, de otoño" 
César Vallejo

El poeta marxista, César Abraham Vallejo Mendoza, nació en Santiago de Chuco, Perú, el 16 de marzo de 1892. fue un poeta vanguardista, unánimemente considerado como uno de los mayores poetas hispano-americanos del siglo XX y el mayor poeta peruano, además fue escritor y dramaturgo. El escritor uruguayo Mario Benedetti, dijo que Vallejo es el más influyente poeta de las letras hispano-americanas, juntamente con Pablo Neruda, poeta que acostumbraba se referir al peruano como mejor poeta que el mismo.

Sus ojos oscuros miraban el mundo a través de un filtro gris, por donde sentía el dolor y otras maldiciones del destino y de las disimilitudes inventadas por el hombre que, obligan a otros hombres a sufrir vicisitudes. Después, esparcía con su pluma unos versos tristes, melancólicos, que se contraponían al carácter efusivo y fiestero que poseía. Raúl A. Mendoza C. lo describe: “Vallejo era un tipo alegre que cantaba y bailaba huainos, amiguero y conversador, aficionado a la celebración grupal. Revisando su periplo vital en el Perú y en Europa, no queda duda de que Vallejo amaba la bohemia, aunque nunca cayó en el exceso”.

El poeta comprometido, escribió: “Yo no vivo comparándome a nadie ni para vencer a nadie y ni siquiera para sobrepujar a nadie. Yo vivo solidarizándome y, a lo sumo, refiriéndome concéntricamente a los demás, pero no rivalizando con ellos. No busco batir ningún récord (…) No busco batir el récord del hombre sobre el hombre, sino la superación, centrípeta y centrífuga, de la vida. Una cosa es el récord de la vida y otra cosa es el triunfo de la vida. La vida no es guerra ni farsa de guerra”, aseguró César Vallejo.

Todos tenemos que morir. La muerte es un proceso inevitable y natural. Pero la muerte del poeta César Vallejo, se quedó envuelta por un velo de soledad, que algún detractor divulgó porque la envidia es hija de la maldad y camina suelta, por este viejo mundo de Dios. Empero el escritor Reynaldo Naranjo publicó el libro “César Vallejo en el siglo XXI”, donde cuenta que: “el poeta pasó sus últimos días internado en una respetable clínica francesa pagada por la embajada peruana, visitado por sus amigos y por un buen número de intelectuales franceses interesados en su salud”. Incluso refiere que, Georgette, su esposa, pagaba tratamientos alternativos para él, en su afán de salvarle la vida. Dejando claro que murió y fue enterrado con dignidad. Murió en la pobreza, obviamente, porque nunca fue rico. Lamentablemente, el oficio de escribir o de enseñar, no enriquece a nadie. Y la soledad, de cualquier exilado, siempre es profunda, pero los amigos no faltaron a sus honras fúnebres. “Todos los diarios de izquierda habían publicado artículos anunciando su muerte, de manera que ese día, sin exageración, los más grandes escritores de Francia asistieron al entierro: Estaban Cassous, Aragon, Malraux, Tristán Tzara, Bloch, etc.”, cuenta Gonzalo More. Y “El gobierno peruano se hizo cargo de su sepelio. Fue un acto digno”, precisa Naranjo en su libro.

«Murió -escribe Juan Larrea, quien presenció su muerte- sin aspaviento alguno, dignamente, con la misma dignidad con que había vivido».

Cuenta Gonzalo More, quien estuvo en el grupo que lo rodeó en su lecho de muerte, en carta que dirige a Manuel Chávez Lazo, lo siguiente: «La expresión de su rostro muerto era verdaderamente maravilloso. No te imaginas que belleza interior y que luz sobrehumana en la frente del cholo. El gesto de dolor que yo vi minutos después de su muerte, desapareció para dar vida a una expresión de serenidad y bondad infinitas…»

En 1970 su viuda, Georgette, logra trasladar los restos de Vallejo al cementerio Montparnasse, con el siguiente epitafio: “Ha nevado tanto, para que duermas”, haciendo alusión a los años que tardaron las gestiones de traslado.

El cementerio de Montparnasse guarda los restos de grandes artistas de la historia mundial como: Charles Baudelaire, Samuel Beckett, Jean Paul Sartre, Simone Beauvoir, Julio Cortázar y Carlos Fuentes, entre otros.

Danilo Sánchez Lihon, cuenta que el poeta murió en el Viernes Santo del 15 de abril de 1938: “(…) mes en que el sol luce esplendoroso en los tejados; las vigas y los aleros de las casas empiezan a crujir estirándose después de los largos meses de somnolencia y de temblar acurrucados bajo los aguaceros. Abril es el mes de la fecundidad, cuando sobre los campos aparecen mantos de flores silvestres y donde todo renace como brote, planta o mies”; en Santiago de Chuco, obviamente, en la tierra de nacimiento del poeta peruano era otoño.

El viernes 15 de abril de 1938, era primavera boreal en París y llovía. Durante esta época del año los árboles y las flores se visten de colores, tras un letargo invernal, dando como resultado vistas hermosas. Eran días agradables con noches bastante frías. Pero el 15 de abril de 1938, día en que el poeta César Vallejo murió a los 46 años, era el día anterior a que se estrene en España la película “El barbero de Sevilla”, dirigida por Benito Perojo, y, las tropas franquistas, comandadas por Alonso Vega, ocuparon Vinaroz, dividiendo en dos partes la España republicana y consiguiendo aislar a Cataluña. Mientras que, en los Estados Unidos, faltaban tres días para que Superman sea parido.

Vallejo murió a las 9.20 de la mañana del día Viernes Santo y llovía.

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