La palabra “chuto” que, de un tiempo a esta parte se ha puesto muy de moda, tiene muchas connotaciones. Entre las muchas acepciones que tiene la palabreja nos interesa las de torcida, tramposa, ilegal, incompleta, mentirosa, en fin, todas con connotaciones negativas. Hemos perdido la noción de lo correcto y lo incorrecto, y es que nos hemos convertido en un país “chuto”. Esta transformación se ha dado con mas fuerza en esta ultima década, se nota en el día a día, en el quehacer cotidiano.
Si consideramos que los mensajes emitidos desde el poder alientan la corrupción y el “todo vale”, no es de extrañar que los entusiastas muchachos azules se hayan tomado muy a pecho eso de “le meto nomas”, “ahora nos toca” y demás sandeces de ese tipo. Como estos delincuentes creen que llegaron para quedarse le meten nomas, creen que siempre serán poderosamente impunes. Desde el poder se ha legalizado lo ilegal y se ha legitimado lo ilegitimo. Se ha creado toda una cultura “chuta”, tramposa y ventajera, donde se aplaude la “viveza” y se hace mofa de la rectitud.
Ahora vivimos en una democracia “chuta”, donde las instituciones del estado están al servicio de un proyecto político delincuencial y espurio, donde no se respeta la voluntad popular expresada en las urnas y se tuerce la ley al antojo de los sátrapas encaramados en el poder. Evo Morales y García Linera, estos dos personajes son los mas “chutos” del nuevo estado “chuto” plurinacional. Basta con examinar su prontuario para darnos cuenta de en que manos estamos, ambos mentirosos y cínicos hasta la medula. Son el mejor ejemplo del deterioro moral, de lo depreciada que esta la política que, de ser un arte mayor, ha pasado a ser un arte de chanchulleros.
Así y todo, en octubre próximo vamos a elecciones, elecciones “chutas”, si, pero elecciones al fin. A pesar de todas las artimañas de Morales y su pandilla, las elecciones representan una oportunidad para demostrar al mundo entero que el pueblo boliviano ya no los quiere, que esta harto de tanta corrupción y cinismo. Eso sí, deberán respetar las reglas del juego y admitir su derrota, caso contrario, no alcanzarán los faroles de todas las plazas de Bolivia para colgarlos. Aunque seria demasiado honor para estos crápulas morir como Villarroel.
Quizás todos coincidamos en que el panorama no es muy alentador, pero que hay una pequeña luz al final del túnel. Depende de nosotros que esa luz se convierta en un faro que guie nuestros pasos y el de futuras generaciones. Sabemos que no es fácil, sabemos lo difícil que es cumplir la ley en un país de pendejos y “chutos”. Un sistema perverso obliga al ciudadano a delinquir, aunque no quiera. El mas simple tramite burocrático se convierte en un viacrucis, funcionarios ineptos, amparados en su militancia, se creen con el derecho de extorsionar a los ciudadanos. Esperemos que todo esto cambie. Debemos reconstruir las instituciones democráticas destruidas por el MAS, y que nuestros hijos no tengan que repetir eso de que en el país de los “chutos” joderse es ley.