Maurizio Bagatin
Provincialismo y barbarie. O tal vez aquí se lee mucho; crecen como hongos en verano, condominios, supermercados y gimnasios en cada esquina, sí lo sé es la tempestad del progreso. Termina la feria del libro en Santa Cruz de la Sierra y se agotó – forse che sí forse che no – el libro denuncia de Roberto Navia Gabriel, Pecado original. ¿Habrá pisado tierra valluna?
Me parezco al Rimbaud que no encontraba lecturas, en su infeliz Charleville-Mézières; Guillermo Ruiz Plaza en 2018 fue ganador del Premio Nacional de Novela con Días detenidos, aunque él viva en tierra gala, la misma que aborreció el Maudít; casa del saber, amistades con los libros, mil y no más mil libros, pluralidades vacuas…vidas duras para quienes sufrimos del morbo de Gutenberg.
Sí lo sé, hay clásicos que aún no he leído, Proust, tal vez las miles paginas de Vida y destino, muchos griegos y algunos Nobel olvidados. Lo nuestro también.
“Culpa de los truchos” arremetió el empleado de una librería: “Si los traemos, a la semana ya están ahí…”. En la maldita provincia entonces se lee, no hay de qué preocuparse, no sufriremos de analfabetismo funcional, las librerías no quebrarán ni por culpa de amazon. Mi hijo presentó como tarea de colegio un capítulo de una novela policial: Un frio asesinato en Queens, la revisión antes de la entrega fue a cargo de mi hija, la profe desconcertada le preguntó de donde lo había copiado…volví con la memoria a mi maestra, la Mítica Giovanna Zorzi, ella dudaba siempre de nuestra imaginación y nos decía que “questa non é farina del tuo sacco!” (¡esta no es harina de tu gangocho!) aunque la mayoría de nosotros no tenía a nadie que les hubiera podido siquiera ayudar…y que habría averiguado en Internet: la generación Google infalible…
Unos padres de familia se quejaron a la Tutora del curso porque seis (6) horas de lenguaje semanales les parecían muchas, en Japon se quiere eliminar las materias humanísticas, en Brasil ya lo están haciendo. No, aquí se lee mucho, las barbaries son el plagio, los libros truchos y las demasiadas horas semanales de lenguaje.
Los libros, decía Paul Valéry, tienen los mismos enemigos que el hombre: el fuego, la humedad, los animales, el tiempo y su propio contenido; el sátrapa Berlusconi a la pregunta cual libro estaba leyendo – fue primer ministro de la patria del Renacimiento – contestaba que no tenía tiempo para leer, él debía trabajar; el genio del aspaviento local, con sus veinte mil libros leídos y otras miles de neuronas, se parce cada día más a Goebbels, otro infortunio de la cultura universal.
Viernes llamaré nuevamente a las casas del saber, a todos los amigos y a las pluralidades. Julio me ha garantizado que estará aquí, si no lo está aún es porque durante la feria en Santa Cruz se agotó, Pucha que leemos en este país…esperando a Godot.
