¿Quién no habla hoy sobre la escasez del dólar en Bolivia? De un tiempo a esta parte, no hay un solo día en que la prensa no refleje tal situación con una creciente preocupación y subida de tono, al extremo de producirse -quién lo diría- marchas de protesta y bloqueos reclamando por la falta de dólares en el país. La escasez de la divisa ha mostrado -de una u otra forma, directa o indirectamente, se lo quiera aceptar o no- la importancia que tiene, no solo para el empresario ¡para el ciudadano de a pie, también!
Y, no es que la “bolivianización” de la economía no haya funcionado, de hecho, más del 90% entre depósitos y cartera en el sistema financiero está en moneda nacional, pero el dólar toma un mayor protagonismo en las noticias, porque, por angas o por mangas, está presente en nuestras vidas. Es que, casi todo tiene que ver con el comercio exterior, pero cuando no se entiende esto o se minimiza la importancia de exportar e importar, se cometen errores. Es triste decirlo, pero, semejante escasez de dólares, bien se pudo evitar.
Bolivia compra miles de productos extranjeros para consumo directo, así como para producir bienes y servicios, de ahí que la complicación de su importación al país se traduce en un incremento de su costo, provocando una subida de precios y algo peor aún, la falta, p. ej., de repuestos para maquinarias, semillas, fertilizantes, etc., lo que lamentablemente golpea ya a la producción de alimentos en el país.
Una amiga me comentó que en un mercado mayorista de Cochabamba, donde la gente acude a comprar verduras directamente del productor del agro, se sorprendió por la baja de la oferta de tomate, cebolla, arveja, zapallo y pimentón, la explicación fue que el costo de los insumos agrícolas importados subió tanto, que hizo insostenible producir más, por eso la subida de precios en el mercado. Mi esposa me dijo exactamente lo mismo. La escasez del dólar está afectando.
¿Cómo enfrentar esta situación que preocupa cada vez más a los bolivianos, a unos subjetivamente, dadas sus expectativas y, a los más, por lo que van sufriendo, tal el caso de los importadores o quienes deben viajar al exterior para una atención médica o enviar dólares a sus hijos que estudian en el extranjero.
La situación sería diferente si funcionara el “mercado libre” para que aparezca parte de los 10.000 millones de dólares que se dice hay en el país, pero fuera del sistema financiero, los que podrían tranzarse con su oferta y demanda a un mayor precio que en el mercado formal -donde en teoría hay un dólar barato pero en la práctica no- y a un precio menor que el dólar del mercado negro.
En una reciente entrevista se me consultó que debería hacer el gobierno a corto plazo para resolver sus propias necesidades de dólares; respondí que ello pasaba por acceder a los créditos internacionales que la Asamblea Legislativa debe aprobar; lograr nuevos empréstitos externos; colocar más bonos en dólares; bajar sus importaciones y exportar mucho más, de todo lo cual, lo último es vital, aunque no todo lo factible que fuera deseable. Pero, dije algo más…
Si de intentar una solución estructural se trata, no queda otra que el país exporte mucho más, como una vez sentencié: “Exportar, exportar y exportar, hasta que nademos en dólares”, solo así no faltará la divisa y bajará su precio por su sobreabundancia.
Ahora que el gobierno ruega que los exportadores vendan más y que “traigan sus dólares al país”, el reciente anuncio de un acuerdo con el sector azucarero para agilizar la exportación y vender más de 4 millones de quintales de azúcar, el doble del 2023, me hizo recordar cómo Chile, para superar su extrema dependencia del cobre, impulsó desde los ´70 un arsenal de medidas inteligentes, consumando un gran impulso a la exportación no tradicional.
Mi ex compañero del Colegio Alemán, Kurt Klein Céspedes, que en los ´80 estudiaba Ingeniería Electrónica en Chile, me enviaba por correo recortes de periódicos de ese país -por entonces no había Internet, fax o celulares para enterarse de lo que pasaba en el mundo- y en uno de ellos supe del frenesí comercial chileno que impulsaba hasta lo inimaginable para su exportación: arañas, cabello, víboras, cuernos de bovinos, entre muchos otros.
Viendo ese ejemplo, dado el gran potencial agropecuario, agroindustrial, forestal, maderero, manufacturero y de turismo del país: ¿Cómo es que Bolivia llegó a esta situación, en la que muchos sufren hoy por la escasez del dólar, cuando, el incentivar la exportación, en vez de restringirla; promocionarla, en lugar de prohibirla y un trabajo público-privado nos llevaría a nadar en dólares y a bajar su precio dada su mayor oferta?
El sector exportador nunca fue el problema, al contrario, siempre fue y será fundamental para una solución estructural a la baja inversión, producción, crecimiento y generación de empleo digno en el país. De nosotros depende que no empeore esta situación, pero, más que de los privados, del gobierno, siempre y cuando dé las condiciones para ello…
Gary Antonio Rodríguez Álvarez es Economista y Magíster en Comercio Internacional