Blog Post

News > Etcétera > El prólogo en tiempos de pandemia

El prólogo en tiempos de pandemia

 Alba Balderrama

Georgie tenía una amiga a la que le decían Lisa, pero que se llamaba Luisa Mercedes Levinson. Al que le decían Georgie, se llamaba Jorge Luis Borges. Los dos juntos, con  Silvina Ocampo y Bioy Casares, hacían unas excursiones estrambóticas, nocturnas y alocadas por los puentes lóbregos de Constitución en los márgenes de la ciudad Buenos Aires. Lisa y Georgie volvían siempre muertos de risa, no por lo que habían visto —o medio visto— si no por las estrofas esas de cuatro versos, esas cuartetas idiotas que iban componiendo en el camino. Como esta: “En la plaza de Belgrano/ pero un poco más abajo/ hay un letrero que dice/ mierda la puta carajo.” O esta otra: “En el medio de la plaza/del pueblo de Pehuajó/ hay un letrero que dice/ la puta que te parió.”

Así como aparecen los sucios puentes de Corrientes en las escapadas de Borges y compañía, no en imágenes pero, en juegos de palabras, en trabajos ingeniosos con el lenguaje, en torceduras de textos que terminan en remates descarados y llenos de humor, en el libro Yo Basura en pandemia de Xavier Jordán, Cochabamba aparece escrita como esas cuartetas, como la recapitulación de lo visto y oído; de lo vivido en una larga y loca noche —que aún no acaba— en la que la ciudad estuvo cubierta por el aire sombrío e infecto de una doble peste: la de la crisis política de fines de 2019 que terminó con la renuncia y huida “del ex” y la de la llegada casi inmediata, en 2020, de la brutal pandemia provocada por el Covid-19.

Los noventa y siete textos que componen el libro lejos de tener un tono plañidero con respecto a “éste mal trago, esta borrachera solitaria” que supuso estar bloqueados y luego aislados, aspiran, como aquellas cuartetas, a preparar, apuntar y disparar la risa, el putazo y el altísimo sentido del humor. “De manera oficial, se ha confirmado que el Coronavirus ha llegado a Bolivia, lo que es una mierda para nosotros pues Cochabamba limita por todos lados con Bolivia.” El libro tiene el tono de alguien que ha sabido pasar el sentido trágico de los hechos por el tamiz adecuado, el de la literatura, para transformarlo en regocijo de la palabra y exorcismo de “esta perra suerte, este miedo idiota” que nos tocó a todos.

En este conjunto bacanal y variopinto de textos, columnas, posts de Facebook, chistes, relatos futbolísticos, historias eróticas y sexuales, canciones, obituarios, declaraciones de amor, críticas de arte y cine, pequeñas clases de historia y erudición, Jordán, al que le dicen Basura, se coloca a sí mismo en el punto de vista. Lo vemos en el ojo de la pandemia y la política levantando su mano y sacándole el dedo medio al conformismo, al miedo, al aislamiento, al aburrimiento, a la ignorancia, al Covid-19 y a la estupidez en un estilo aguerrido que viene de su inclinación por la luz que trae el pasado. Ese de cuando era un bárbaro guerrero, o un sobreviviente “de la viruela Antonina y de la peste Justiniana”, o uno de los soldados montados a los elefantes de los ejércitos de Aníbal, o uno al que traicionaron con un beso y lo entregaron a “Poncio Murillo”, o una estrella de las películas clásicas en blanco y negro, o uno de los Jordanes de 1938, o uno de los changos de colegio, o uno de los que cuando, por fin, regresó a Ítaca relató: “estaba tan cansado que me dormí en seco y a la mañana siguiente desperté convertido en un horrible insecto. ¡Me cago en el Canon!”

Desde el canon occidental, desde el pasado y sus libros, desde la palabra y la mala palabra, Yo basura en pandemia nos tira luces para que, de algún modo, nos iluminemos a nosotros mismos en tiempos oscuros. Desde su estilo superabundante y de su ética del exceso nos inyecta ideas para seguir, pelear y reír. Ideas que llegan en forma de “Guía de películas para ver en cuarentena que no están en Netflix”, “Libros sobre libros para conmemorar el Día del Libro”, “Información útil para evitar el contagio del coronavirus”, “Maneras de ver futbol en estos tiempos virtuales y pandémicos”. “Cosas para hacer” pues, como: ver la Eurocopa, revisitar series y películas, “Sexo en la U”, recordar a Bernardo Bertolucci y el carro de Heno, pensar en el Carro de Heno y El Bosco, sabernos en el carro de Heno. Comer harto y rico, saborear la cocina cochabambina hecha “como si fuera una creación literaria”, beber hasta “La última resaca”. Adorar con igual medida a Griezmann, Modric, Bernini, Fontanarrosa, Faye Dunaway, Silvia Pinal o Kim Novak. Hacer canciones, cantar y cantarles sus verdades a los políticos a la vida. Saludar a los caídos por el Covid; a los amigos, a los grandes. Pero sobretodo, sobrevivir para reír.

Jordán, el Basura, en pandemia, escribe como hijo de la ciudad del exceso, de la gordura, de lo desencajado y desbordado. Y nada más excesivo que relacionar, en un mismo libro, el hastío de la pandemia con el gozo de la risa.

error

Te gusta lo que ves?, suscribete a nuestras redes para mantenerte siempre informado

YouTube
Instagram
WhatsApp
Verificado por MonsterInsights