Roger Cortéz Hurtado
Cuando el Presidente repite lo que no sabe, el Vice no sabe de qué hablar y el ministro-estratega dice simplemente lo que quiere o le piden, estamos ante el fin de un orden que nació de la movilización y quiere permanecer usando la fuerza contra la movilización.
El régimen ha cerrado las salidas, aunque reciba de una oposición, de la que están casi ausentes los perplejos dirigentes políticos, el salvavidas de una conminatoria a renunciar en un plazo de horas, cuando le restan apenas 16 semanas de vigencia constitucional.
Pero ni esa inesperada ayuda, fundada en promesas esotéricas (mezcla de invocaciones a lo divino y convocatoria a los cuarteles) que le da fuelle a sus denuncias de golpe, le permitirá reconstruir la confianza popular y menos la hegemonía que se bebió en una turbulenta borrachera de abusos, corrupción, y vulgares lujos de ricos recientes.
¡Cuán bien le vendría cualquier tipo de aventura golpista que le lavase el rostro! Porque una mayoría rechazará enérgicamente ese desemboque, incluyendo en primer término a quienes más sinceramente resisten al régimen. Igual de beneficioso le resultaría que la promesa de evaporarlo en horas quede en humo, como otra mentirosa oferta política.
El Presidente trata de salvarse mezclando amenazas de cercar y hambrear las ciudades con esperanzas de que si no son sus bases, el fútbol podrá cancelar la resistencia social a sus imposiciones y falsedades. El Vice encarga videos con imágenes sangrientas, mientras busca adjetivos en su diccionario político. En tanto que el Ministro intenta aterrorizar con una guerra planetaria, en la que Trump y Putin (¿y Xi Ping?) se trenzan en Bolivia, disputándose el tren interoceánico, las megarrepresas Chepete y Rositas y el “desarrollo tecnológico científico del litio”.
En cuanto a soluciones, la auditoría de la OEA y su eventual segunda vuelta ha sido rematada por el TSE y el Ministro de Justicia, en un contexto en que las últimas elecciones muestran que en nuestro país funciona una democracia sin partidos políticos y amenazada por el Estado.
Rescatar la vigencia constitucional con una nueva elección administrada por un renovado Órgano Electoral, representativo, democrático y no subordinado, no cabe en la cabeza del MAS y su jefe, que ya han sido derrotados, pero se niegan a entenderlo.
Morales no ha removido a uno sólo de sus ministros ni por la desastrosa gran quema, menos por el caos que han generado su estrategia de atropellar la Constitución y desconocer el voto popular para revertir su derrota en el 21F. Se comporta así, de la misma manera que Hugo Banzer, quien predicaba que un gramo de lealtad vale más que una tonelada de talento.
Confía en que esa turbia lealtad, convertida en complicidad, extendida a la dirigencia de las organizaciones corporativas que lo sustentan, le permitirá volver a posesionarse del cargo en enero. No asume que si lo consigue –cosa nada milagrosa– ejercerá su cargo tan debilitado, desprestigiado y deslegitimado, dentro y fuera del país, que la situación lo precipitará al vacío, inclusive antes de que cumpla la mitad de su impuesto mandato. Tendrá que afrontar una situación, creada por su régimen, que sumergirá en la pobreza a los que la superaron, arrastrando a otros más.
En todos los conflictos, comenzando con las elecciones subnacionales, lo perseguirá implacable el 21F, reencarnado en demanda de nuevas elecciones, Órgano Electoral renovado y cambio del TCP.
Morales Ayma amenaza con que si él es desplazado quien lo suceda adoptará ajustes brutales, neoliberales. Calla que si se impone, será él quien haga esa tarea o nos conduzca hacia un túnel inflacionario, porque el pacto que tiene con los grandes capitales internacionales y locales para deforestar y cultivar granos y biocombustibles no solucionarán las consecuencias de su negativa a cambiar modelo de desarrollo cuando podía.
El saldo favorable, rico y original de esta experiencia, es la participación masiva de jóvenes y mujeres que se entrenan vigorosamente en la lucha democrática, tanto como la participación de los núcleos indígenas que resistieron el asedio y la represión del MAS. Su presencia será decisiva para cambiar la matriz productiva y remontarnos por encima de las mezquindades políticas que consumen nuestro tiempo y energía.
Morales y su séquito cavaron prolijamente el pozo en que se están hundiendo; nos toca, como sociedad movilizada y organizada asegurarnos de que sigan el destino que escogieron, sin acompañarlos en su derrumbe.
Roger Cortez Hurtado es director del Instituto Alternativo.