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El padrino

El padrinazgo tiene una larga data, se encuentra en diversos campos desde el religioso, la función pública, la mafia, el deporte, el narcotráfico, etc. en esencia es una protección que una persona presta a otra. Es una institución presente en todas las actividades del ser humano. 

En el pasado el padrino era la persona cuya autoridad moral era el fundamento del establecimiento de esta relación, con el transcurrir del tiempo empezó a tener motivaciones de orden material, vale decir obtener algún beneficio tangible no siempre vinculado con una custodia moral. 

Todos tenemos un padrino de bautizo, de bachillerato, de matrimonio, de casi  todo, la lista es larguísima. Unos asumen el padrinazgo con una encomiable responsabilidad, otros  porque tienen algún interés subyacente enmascarado en una aparente bondad.

La política no podía ser la excepción, también existen los padrinos, nadie llega donde esta si no ha sido apadrinado por alguien. Es una relación alejada del parentesco espiritual, su justificativo es más prosaico, es el puro interés de la obtención de algún beneficio mundano.

El padrinazgo político es una especie de gancho con el de arriba para llegar a ser parte en el ejercicio del poder, el conocimiento, la experiencia, el esfuerzo, la dedicación, la convicción quedaron atrás, es para los sonsos. Una vez asignados los papeles de padrino y ahijado, el de abajo busca al de arriba para ser beneficiado, el de arriba recurre al de abajo para ser apoyado en sus pretensiones, así se establece una fuerte relación de interdependencia en la que se deben producir demostraciones que pongan de manifiesto ese vinculo.

El padrino político, para ser tal, tiene que transmitir el mensaje de que su desinteresada función es por amor a la patria o movido por alguna causa noble, así evita suspicacias molestosas.

El momento ideal del padrinazgo político es el proceso electoral, todos se mueven febrilmente para lograr el aval de sus candidaturas en diferentes espacios, buscan recursos que los sustenten, forman grupos de apoyo o firman sendos acuerdos con aquellos ya constituídos, con lo que se ponen en la vitrina de la competencia. 

Como no hay partidos políticos estructurados que sean la base de su accionar, alguien tiene que ayudar, sea con declaraciones favorables, con dinero o generando simpatías o antipatias en la ciudadania. El vehiculo ideal para dicha tarea son los sondeos de opinión o las encuestas, es ahi donde se define quien será candidato, afectando la voluntad del ciudadano  que es bombardeado con datos que terminan vulnerando su libre elección, máxime cuando no hay causas sino mesías. 

El sondeo o la encuesta de ser un valioso instrumento de indagación para la toma de decisiones se ha convertido en un medio, en algunos casos, para  manipular la voluntad ciudadana, los responsables de elaborarlos y ejecutarlos incorporan preguntas que les interesan a sus financiadores no lo que realmente busca el ciudadano, configurando de esta forma escenarios con tendencias predefinidas.

El candidato en lugar de debatir causas efectúa esfuerzos por ser parte de las encuestas, su misión se tribializa al extremo, debe someterse a las lineas impuestas que aparentan una supuesta neutralidad política.

Las encuestas recientes, en los hechos, cumplen con varios objetivos preestablecidos, primero fija en la mente de la población que el proceso electoral no tiene dificultades por lo tanto se llevará a cabo en términos de normalidad; segundo, al no haber afectación de la democracia, la lucha política es únicamente electoral y hace olvidar la crisis generalizada por la que atravesamos; tercero, posiciona a mesías al margen de las causas; cuarto, favorecen a posibles candidatos, que, parece, están en el deseo del financiador de las encuestas y no en la realidad; quinto, el financiador  se visibiliza como un benefactor sin mostrar la razón de su desprendimiento.

No es creíble, que aquel que pone recursos económicos en la política lo haga desinteresadamente, por supuesto que quiere ser factor decisorio e influir luego en los posibles ganadores, por eso en las encuestas aparecen los que él decide, para no equivocarse apunta a varios candidatos en las preferencias ciudadanas. Son padrinazgos no pedidos sino impuestos y gane quien gane tendrá que pagar una abultada cuenta  con pedidos vinculados al interés del bondadoso aportante. 

Marcelo Quiroga Santa Cruz, afirmaba que la dependencia económica genera inevitablemente una dependencia política. Cuánta razón tenía.

El padrino tradicional ha dejado de ser una figura moral para convertirse en un personaje que quiere hacer negocios, para ello invierte, visibiliza a los que él cree conveniente y obliga a los excluidos a someterse a su voluntad con la promesa de ponerlos en la encuesta.

Habrá que esperar que los candidatos operen con ética, sin ataduras impertinentes y que cualquier favor que reciban lo evalúen, pregúntense por dónde viene la mano y operen en sus campañas sin subterfugios de ninguna naturaleza.

No olviden que “cuando la limosna es grande hasta el santo desconfía” 

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