Miguel Sánchez-Ostiz
Andaba a vueltas con la baraja del Tarot y con Hugo Pratt, gran aficionado, y he ido a dar en Álvaro Cunqueiro, que lo mismo. Hablando del Loco, dice Cunqueiro, citando a un amigo suyo: «Este dominguillo de la baraja nos representa, a ti, lector, a mí, a cualquier hombre que pasea por el mundo su desamparo y sus fantasías mientras saltan los perros a roerle los zancajos». En la wikipedia hay un texto largo que no me resisto a citar:
« El Loco es quien va perdido y sin rumbo; se trata de una criatura que parece no vivir en la realidad; una criatura a quien nadie toma en serio y que vaga de un lado a otro, aparentemente sin saber qué busca ni adónde quiere llegar. […] Puede definirse, negativamente, como la otra cara del soberano, su contraparte mundana, un bufón de corte que es capaz de mezclarse entre el “sulphur vulgi” de la multitud. A veces, puede ser visto como el “espía” del rey. Es, en definitiva, una figura que empuja hacia la vida de modo espontáneo, saltándose las protecciones conscientes y conservadoras (por ello es un arquetipo constelado sobre todo en la juventud del héroe). El loco se encuentra cercano a la materia prima o caos originario y, como atestigua su vestimenta multicolor, vive próximo al carácter festivo y carnaval.
Por su ethos aventurero y espontáneo, el loco presenta una dimensión doble: invita por un lado a la liberación de la energía creativa, pero también puede desviarnos del camino y convertirnos en vagabundos sin norte
También puede referirse a una incapacidad de integración o falta de objetividad. El loco hace referencia a la virtud de ver el entorno de una manera diferente, con mente abierta, facilidad para inventar historias o cuentos (sin referirse a la mentira), habilidad creativa.
Esta carta puede presentarse al revés y cuando esto ocurre supone un toque de atención, ya que la persona no está escuchando los consejos de sus personas más cercanas, consejos sabios que no se escuchan. »