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El hombre que nació dos veces

Erwin Tumiri no está acostumbrado a que los periodistas lo visiten con hambre de lobo. Pero tras sobrevivir a la catástrofe aérea el 28 de noviembre, cuando el aparato de LaMia en el que viajaba como mecánico de avión reventó en un cerro antes de llegar a Medellín (Colombia), sabe que se ha convertido en un hombre que tiene mucho para contar.

Pero por ahora no quiere recordar, porque cuando lo hace, siente el vértigo de un episodio que él mismo llama de pesadilla. Entre las pocas cosas que dijo, cuando lo entrevisté en su cama de sobreviviente de una clínica de Cochabamba, fue de que él se encargó de cargar a full el tanque de combustible de la aeronave Avro RJ 85 y que pidió a un personal de YPFB que le extienda una factura para repostar en Cobija (Pando), que cuando las luces de emergencia se encendieron aquel momento en que todos creían que ya iban a aterrizar y estaban llegando a destino, sanos y salvos, la azafata Ximena Suárez le dijo que sentía que algo malo podría pasar, que él tomó en cuenta sus palabras y que por eso se puso el arnés, que de un rato a otro llegó el impacto, ese salvaje ¡!pumm!! y que abrió los ojos cuando estaba boca abajo, fuera del quebrado bicho de acero.

Sin saberlo, el comentario de Ximena puede que le haya salvado la vida, y Erwin Tumiri le devolvió gentilezas casi inmediatamente después. Tras el impacto, se levantó y caminó a tumbos, la buscó a su compañera de tripulación y la encontró aprisionada entre cables, la ayudó a desatarse y ambos buscaron refugio en las faldas de un cerro resbaloso y alfombrado con musgos húmedos.

Erwin Tumiri tiene 25 años, no perdió el miedo a volar y es dueño de un apetito voraz que su médico de cabecera aprecia porque sabe que comiendo bien, en pocos días puede tener una vida normal. Come tan bien que aquella noche que lo entrevisté, las cocineras de la clínica le saciaron su deseo de comer pique macho, aunque fueron prudentes de no colocarle locoto, para no irritar la pequeña herida que tiene en la cara, que más parece una arañada de gato, y no el resultado de una catástrofe aérea que mató a 71 de sus 76 ocupantes.

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