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El dogma, las misiones y la chope fiesta

“La gracia de nuestro Señor Jesucristo, y la caridad de Dios, 
 y la participación del Espíritu Santo sea con todos vosotros.
Amén”
(Corintios 2, XIII, 13).

Dogma

Empezamos definiendo que es el concepto de dogma, de acuerdo a la definición universal que se le ha dado:

“Proposición tenida por cierta y como principio innegable”.

La Santísima Trinidad es el dogma central sobre la naturaleza de Dios en la mayoría de las iglesias cristianas. Esta creencia afirma que Dios es un ser único en tres personas distintas o hipóstasis: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Aunque el culto de las tres Divinas Personas del catolicismo se remonta a la época de los apóstoles, es hasta el siglo XIV en que la Liturgia Romana introduce la festividad de la Santísima Trinidad. En la época de Reforma Católica este dogma fue muy atacado pero su culto se mantuvo con gran pujanza hasta el siglo XVIII. Los símbolos que se han utilizado para representar a la Santísima Trinidad.

El dogma de la Trinidad se definió en dos etapas, en el primer Concilio de Nicea (325 D.C.) y el primer Concilio de Constantinopla (381 D.C.). En el Concilio de Nicea se definió la divinidad del Hijo y se escribió la parte de la oración el Credo que se ocupa de él. (wikipedia)

Las misiones

Cuando llegaron los misioneros jesuitas a Mojos, luego de un periodo de adaptación, de convivencia con los nativos, procedieron a la fundación de las Misiones, donde aglutinan a los infieles en centros urbanos, y cuyo nombre, era en homenaje a una fecha festiva del Santoral Católico.

Fue así que, el R.P. Cipriano Barace S.J., fundó la Misión de la Santísima Trinidad, a orillas del Río Mamoré, en el lugar denominado Siyaboco, en un 9 de junio de 1686, alli construyó una primera capilla misional; luego por efectos de las inundaciones, es bien sabido que, la Misión se tuvo que trasladar a una nueva ubicación y se la situó en una loma a orillas de un arroyo tapao (Arroyo Magierecu – Hoy San Juan). Fue aquí donde se desarrolló toda la vida misional hasta la expulsión de los misioneros jesuitas, llegando los curas seculares, sin embargo las costumbres y Liturgia religiosa sellada en los neófitos, se mantuvo inalterable, siendo los Cabildos dirigidos por los Alférez, quienes mantuvieron hasta nuestros días las tradiciones y usanza de su tradición católica.

Han pasado siglos, las festividades patronales en honor a sus advocaciones, coincidentes con las nominaciones de los Santos Patrones, de las fechas de fundación, casi siguen invariables en cuando a la liturgia, por lo menos para los originarios (Mojeños), mientras que para los vivientes, no originarios, muchas cosas en cuanto a la festividad no pagana, han sufrido mucho cambio, estos nuevos vivientes (carayanas si vale la nominación), han apropiado y disperso la esencia nativa, caso de las denominaciones femeninas de la raigambre y naturaleza original.

Transcribo parte de un documento que escribió el explorador Luigi Balzán, a su paso por Trinidad, en el año 1893. (1)

El día 12 de junio era la fiesta de Trinidad, la patrona deI pueblo, y había fiesta por tres días: gran cantidad de chicha, borrachera general (como de costumbre), bailes, parada militar, procesión y corrida de toros. Es éste el espectáculo mas repugnante que pueda verse. Cerrada la plaza con una barrera, se traen toros y se los atavía con una gualdrapa de vivos colores a la que se cuelga monedas de plata y baratijas. El toro es dejado libre en la plaza y los indios con tipoy blanco corren detrás tratando de quitarle la gualdrapa que se queda con el que la toma.

A menudo algún borracho queda maltratado por el toro y no faltan las mujeres en medio a los hombres. Pero si el toro no quiere correr, entonces es agarrado y echado a tierra, y en presencia deI culto y del ínclito es despiadadamente… eunuquizado. El último toro es para los indios que lo torean tratando de cortarle los jarretes con golpes de cuchillo; el pobre animal, vivo cálido, cortado en pedazos y palpitante todavía ve sus trozos de carne volar por el aire, él caído arrastrarse en el polvo. ¡Qué espectáculo!. Y la autoridad mojigata hace llevar a la iglesia una gran jarra de alcohol de caña que es distribuida entre los indios para volverlos mas valientes. Es generalmente después de estas libaciones que llegan las desgracias, tanto que a menudo se dejan en la plaza dos o tres toros, y algunos de éstos que parecía demasiado manso, embiste de improviso y hiere a algún indio.

La única cosa digna de verse en estas fiestas es el baile de los macheteros, de machete o gran cuchillo (pero de madera) que usan en este baile. El vestido es el mismo tipoy blanco, bastante largo ajustado en las caderas y con cinturón; a menudo usan en los tobillos cascabeles o cintas con sonajas. En la cabeza ciñen un adorno muy bello: es un medio sol de plumas rosadas de arara montadas sobre una armadura de caña; las plumas fijadas detrás de la cabeza y la parte delantera de la armadura están retocadas de plumas verdes de loro o amarillas de arara, detrás, de donde emergen las plumas rosadas que forman el sol, cae una cola hecha con plumas de tucán.

El baile se celebra en las procesiones a la par que se conducen las imágenes de los santos. Van acompañados de tambor que empieza con algunos golpes secos que son cada vez mas rápidos hasta que entran en la cadencia deI baile:

Tan, tan, tan; tan, tan, tan y sigue así!. A cada ritornello hacen piruetas, avanzan y retroceden blandiendo siempre en la mano el machete de madera; en fin, es un baile religioso-militar. Cuando termina la procesión bailan todavía por horas delante de la puerta cerrada de la iglesia.

Las viejas del pueblo, llamadas abadesas, preceden las imágenes de los santos esparciendo flores a su paso.

En cuanto a la fiesta de los blancos, las mismas costumbres de obligar a beber de un mismo vaso desde la mañana hasta la noche de tal modo que la fiesta concluye en una borrachera fenomenal en general con posibles complicaciones de celos, con escenas curiosas y picantes, y también algún bastonazo.

Las mujeres en general, blancas o rojas, se abandonan a las necesidades sexuales apenas éstas se dejan sentir. El concubinato es mas común que el matrimonio y no se entiende que un hombre visite a una familia donde hay muchachas sin pretender sus favores. Entre los indios la corrupción es generalizada y las enfermedades venéreas no crea que sean raras. También hay referencias de como se desarrollaba, la festividad, desde los aspectos rituales.

En el libro  “Los jesuitas en América” (2), se apoya de manera general el ritual de inicio de las celebraciones patronales en las comunidades de las Misiones, transcribo un párrafo.

A la mañana, después de haber salido de oración los Padres (que ni aun en estos días de trabajo se deja ni se acorta) repican las campanas, resuenan todos los instrumentos ruidosos y en la plaza todo es algaraza, carreras de caballos y remedos militares, festejando al santo Patrón y honrando el estandarte Real cuyo Alférez lo conduce a misa. Van todos los Padres a recibirle por lo que representa. Danle agua bendita y con grande autoridad le introducen a su asiento, que es una silla rica y bien guarnecida, y con su cojín cerca de las barandillas”.

Otras de las referencias escritas de las celebraciones de la CHOPE PIESTA”, refiere Leardner Gibbson, en su libro “Exploraciones del valle del Amazonas”, en el año 1852, dejando evidencias de la vida rústica, campesina y sencilla, con sus costumbres y tradiciones, transcribo partes de las vivencias referidas precisamente a la Chope Piesta de ese año. (³).

Festividad Patronal y procesión. El 6 de junio se celebró misa en la catedral; el día se llamó Santísima Trinidad. Después de la misa presenciamos una gran procesión, encabezada por el Prefecto y el clero, seguidos de toda la población, vestida con togas blancas, “camijetas”, como las llaman aquí. Cada vez que los indios realizan servicio religioso, las mujeres se desprenden el cabello, dejándolo caer con gracia sobre sus vestidos blancos. Los hombres llevan el cabello corto”.

Calles adornadas para la procesión. En cada esquina dela plaza de armas había una glorieta, construida con follaje y fibras, con bananos y hojas de palma. Cuando avanzaba en derredor al compas de la música y del canto, la escena era hermosa e interesante. La raza cobrizo vestida en trajes de algodón blanco, siguiendo al clero católico con rico atuendo, portando imágenes de madera sobre sus hombros; tres mil salvajes, semicivilisados, cantando cantos eclesiásticos y viviendo según las leyes de hombres blancos. Los pocos criollos que caminaban al lado del Prefecto y del clero eran como una gota en el mar.

Armado del corral. Después que de la procesión regreso a la Catedral, los indios demolieron las glorietas y entraron en la plaza de armas, portando grandes palos, con los cuales construyeron un encierro en la esquina de la plaza contigua a la prefectura. Erigieron un corral colindante, donde, uno a uno, colocaron un gran número de toros salvajes, indomesticados, de las pampas.

Jocheo de toros. La gente se reunió alrededor y en el balcón de la prefectura; los músicos estaban sentados cómodamente y a salvo. Cuando doce a catorce indios fuertes y sanos entraron al encierro, soltaron a un toro y la función comenzó. El toro acometió contra el primer hombre cerca de él y cuando se escapaba, corrió a toda prisa hacia la multitud afuera de los palos. La gente saltó riendo a uno y otro lado y dejó que los cuernos del animal chocaran contra el cerco. Este enfureció, bramó y arrojó los palos del cerco al aire, pero la multitud afuera pronto los colocó en su lugar.

Se agitaron pañuelos rojos sobre su cabeza, algunos jalaron su cola, mientras que el toro repentinamente metió sus cuernos bajo la camiseta de un hombre que estaba ocupado conversando con otro, levantándolo por los aires. No resultó herido, ya que para ese entonces se había fastidiado tanto al toro que este estaba agotado, entonces lo sacaron pateando del corro y lo dejaron suelto, para que encontrara su camino de regreso a la pampa.

Diversión y chicha. Este era gran entretenimiento para los indios; parecían disfrutar particularmente de la diversión. Las autoridades del pueblo, habian previsto grandes cántaros de chicha y los pasaban entre la gente que deseaba beber. Había pocos que no aceptaron y, tan pronto se dejó salir al toro, se vaciaron desde el balcón, canastas de pan hecho de harina de maíz y de yuca, sobre las cabezas de la gente, la que bregaba por este. La forma como se regalaba este pan, del almacén del gobierno, a los indios, era igual a como se arrojaba maíz a las aves de corral en otra parte. Regían por este en medio del polvo que acababa de levantar el rabioso toro con sus patas.

Sigue el jocheo. Después de que terminó la brega entró otro toro y el entretenimiento continuó, mientras se ensillaba a un tercero. Un indio montó agarrándose de una cuerda colocada alrededor del pecho del toro; cuando lo dejaron suelto, el esfuerzo por mantenerse en pie y la postura del animal era de lo más risibles; la cabeza del hombre se inclinaba y era tironeada fuertemente hacia atrás y hacia adelante cuando el toro se encabritaba o levantaba polvo detrás. Era como la sacudida de una pequeña goleta hacia popa y proa en un mar fuertemente alborotado. Las carcajadas de los indios eran divertidas; ellos disfrutaban mucho el día festivo de la ciudad, según el programa dispuesto por la iglesia y el estado.(³).

Hoy en día, nuestra CHOPE PIESTA, mantiene en el patrimonio indígena, sus tradiciones y rituales propios desarrollados en su Cabildo Indigenal; carayanas y nativos, vestidos de sus mejores galas y vestimenta de origen indígena, asiste a la celebraciones, del Te Deum, Procesión llevando en andas la imagen venerable del Patrono, con repique de campanas, juegos artificiales, baile acompasando el VIVA TRINIDAD, las actividades tanto litúrgicas como culturales, la  festividad  vespertina, destinada a las actividades de recreación, cono el tradicional “jocheo de toros”, el ascenso al “Palo ensebau”, carrera de caballos, etc.

Se abren un espacio para revalorizar valores, no faltando  las innovaciones mercantilistas de la época. Pretendiendo remover sentimientos religiosos, por otros nuevos habitantes, por ello ahora un pueblo diverso debe hacer gala de los respetos simples y reverencia a la advocación del Dios Trino, como herencia misional…

En el pueblo Mojeño, antigua Misión de la Santísima Trinidad, mayo de 2024.

Bibliografía

  • A carretón y canoa, La aventura científica de Luigi Balzán por Sudamérica (1885-1893). 1894 Parte 6: “De Villa Bella a Trinidad”, Bolletino de la Societa Geográfica Italiana, 31 (gennaio-febbraio), pp. 61- 74.
  • Jesuitas en las Américas: Presencia en el tiempo = Jesuitas nas Americas: a presença no tempo / Jorge Cristian Troisi Melea … [et al.]; compilado por Jorge Cristian Troisi Melean; Marcia Amantino. – 1ª ed. – La Plata: Jorge Cristian Troisi Melean, 2019.
  • EXPLORACION DEL VALLE DEL AMAZONAS – Lardner Gibbon – 1852.

Consultas

”LA CIUDAD JESUITICA HACE MUCHOS AÑOS” – Carmelo Ortiz taborga. 1927

DON TEDDY – Rodolfo Pinto Parada. – 2010

HISTORIA DE LA CIUDAD DE LA “SANTISIMA TRINIDAD” – Rodolfo pinto Parada – Arnaldo Lijerón Casanova. – 2011

REMEMBRANZAS DE MI TRINIDAD DE ANTAÑO – Prof. Rubén Vaca Salazar. – 2013

BENI – MOXOS – Mariano Baptista Gumucio. 2014.

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