Ronald Valera
Al momento de escribir estas líneas, la vida de la ex Presidente constitucional Jeanine Añez corre peligro. Desde el primer momento que dejó la presidencia, cediendo el poder al actual mandatario, comenzó una persecución con la que, los más optimistas, pensaron que serían citaciones continuas en los juzgados; pero al pasar el tiempo fue apresada sin respetarse el debido proceso, sumando a la situación las vejaciones públicas a la ex mandataria y a sus familiares; llegando al punto que, a falta de justicia, Añez decidió recurrir a la huelga de hambre como último recurso para que se le respeten sus derechos humanos, civiles y políticos (aun cuando sea responsable de lo que se le acusa es “sujeto de derecho”). Sin embargo, al profundizar en la situación se comprueba que ella fue elegida para dar una lección contundente a cualquiera que tome el poder político sin la aprobación del actual partido de gobierno.
Partiendo de lo antes expresado, la situación de Añez no es una venganza política sino mucho más. La evidencia surge desde el momento que se la humilla públicamente; la violencia física y psicológica que padece en el centro penitenciario y hacia sus familiares o defensores, la continua negatividad de ser atendida fuera de la cárcel en lo referente a su salud y en forzarla en recibir sueros de manera intravenosa sin su consentimiento; todo lo descrito es más que suficiente para deducir que lamentablemente fue la elegida para tan macabra lección, desde esta realidad realmente no se vislumbra un buen desenlace para Añez, porque será condenada a pasar el resto de sus días en la cárcel (ya se anuncia la sentencia sin juicio aún) o, lo peor, que muera dentro del centro penitenciario por las constantes vejaciones recibidas.
A pesar de lo difícil de la situación, es necesario que se siga denunciando la misma u otras similares para lograr la presión social, para que se actúe conforme a la ley y a la Constitución, pero sobre todo para que nadie más sufra las vejaciones que padece la ex Presidente. Recuerden, hoy es ella, mañana puede ser cualquiera de nosotros…
Ronald Valera es filósofo