En la ciudad de El Alto familias trabajan para garantizar la seguridad alimentaria con emprendimientos agroecológicos luchando contra el cambio climático.
Victor Flores M.
La ciudad de El Alto es la segunda de mayor población en Bolivia aglutinando a más de un millón de habitantes, en su mayoría ciudadanos jóvenes económicamente activos, quiénes en su mayoría no están acorde con los problemas globales que afectan al planeta, uno de ellos el cambio climático, que tiene consecuencias ya visibles y radicales, cambios de temperatura, escases de agua, desastres naturales, entre otros.
Una de las características del municipio alteño es el incremento constante de población, sobre todo de emigrantes del área rural, que tuvieron como actividades económicas la ganadería y producción de alimentos a baja escala en sus comunidades.
Parte de las causas para que ocurra la migración del área rural a las ciudades son los llamados “indicadores naturales” que fueron cambiando a raíz del cambio climático, por ejemplo, en el altiplano boliviano existían fechas del año donde se pronosticaba la época de lluvias en los meses de septiembre y octubre, parámetro que en la actualidad no continua vigente ya que estos mismos productores continúan esperando las precipitaciones fluviales hasta el mes de diciembre.
Al no poder controlar las estaciones del tiempo, las familias migrantes que tenían una actividad agropecuaria abandonan sus tierras y dejan de lado la producción de alimentos para las ciudades, provocando inseguridad alimentaria, al ya no contribuir con sus productos a los mercados.
Al tener este tipo de problemas medio ambientales existen fundaciones sin fines de lucro que buscan apoyar a estas familias con capacitaciones e insumos para que puedan retomar sus fuentes de trabajo que realizaban en el área rural y ahora puedan desarrollarlos en la ciudad.
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FOCAPACI
El centro de Formación y Capacitación para la Participación Ciudadana (FOCAPACI) con 8 años de trabajo junto a las familias de la urbe alteña en sectores periurbanos, tiene como objetivo principal el apoyo a emprendimientos familiares en busca de crear huertos urbanos con productos orgánicos, en pro de una mejor calidad alimentaria de la ciudadanía.
Según Jaime Coarite, Técnico de agricultura urbana y seguridad alimentaria – FOCAPACI, los huertos urbanos se han convertido en el medio para enfrentar un problema global, el cambio climático y la inseguridad alimentaria, dice, junto a una red de instituciones tanto privadas y el municipio de El Alto, vienen apoyando a familias para que instalen sus huertos, además de brindarles talleres de capacitación técnica y apoyo de insumos.
Para el experto, lo fundamental de impulsar los huertos familiares es que las familias accedan a una alimentación diversificada y de calidad “que consuman lo que cultivan” y en caso de que exista un excedente se los pueda comercializar o ayudar a familias en situación de vulnerabilidad.
Entre los datos proporcionados por FOCAPACI, preocupa el elevado consumo de comida Chatarra que es comercializado a bajo costo en El Alto, con alto contenido de carbohidratos y colesterol, que a largo plazo causan daños irremediables en el organismo.
Según la explicación brindada, el consumo recurrente y sin control de este tipo de alimentos está provocando problemas como la diabetes, hipertensión, problemas cardiorrespiratorios, de sobre peso, colesterol en las venas, dificultad al respirar, anemia, entre otros.
Estos males lamentablemente pueden derivar, dijo el entrevistado, a largo plazo en enfermedades terminales o que pueden ser transmitidos genéticamente a sus descendientes.
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Las familias y los huertos
En la ciudad de El Alto existen más de 70 familias con huertos urbanos en los distritos municipales 3, 4, 7, 8, 12 y 14 que cuentan con carpas solares, lugares donde producen sus productos de forma orgánica, sin utilizar semillas genéticamente modificadas, pesticidas o agroquímicos.
Historia uno
Doña Albertina Clemente de 53 años nos recibió en su domicilio, ubicado en el distrito 7, zona Franz Tamayo, con una sonrisa en su rostro y orgullosa de los resultados, nos mostró su carpa solar que instaló el año 2012, “a un inicio esto era pequeño, me costó mucho esfuerzo, pero ahora ya tiene un buen tamaño”, nos dice.
Al preguntarle si ella consume o no sus productos nos respondió lo siguiente:
“cuando llegue a este mundo nací enferma, a la fecha no sé qué se llama la enfermedad que tenía, pero desde muy pequeña no podía caminar, mis pies se mantenían inflamados todo el tiempo, me costaba respirar, todos los días quería dormir y dormir, algunas noches lloraba en silencio por los dolores en mi cuerpo hasta que un día un grupo de extranjeros de Suiza me hablo sobre los productos orgánicos que yo misma podía producir, ellos decían que la alimentación es lo más importante en la vida y con eso podría intentar curarme. Tras 8 años de comer mis propios alimentos producidos orgánicamente, sin utilizar pesticidas, me ayudo a tener una vida saludable y puedo decir que ya no tengo los problemas de salud de antes. Mi hijo también mejoró mucho, el sufría de sobrepeso cuando fue niño, remplazamos el consumo de carne por vegetales, ahora nuestras vidas son diferentes”.
Hoy la construcción de adobe y agrofilm de 2 metros de lo alto, 6 metros de ancho y 25 de largo es el sustento de su familia, los precios de sus productos son similares en comparación a los comercializados en diferentes mercados que son producidos por empresas a escala industrial con bajos estándares nutricionales, ya que en su mayoría utilizan semillas genéticamente modificadas, transgénicos, pesticidas que son destinados para evitar que las plagas consuman el producto y puedan resistir los cambios repentinos de temperatura.
Su carpa solar tiene varios tipos de vegetales, pimiento morrón, nabo, zanahoria, apio, chilto, tomate, pepino, lechuga, acelga y frutilla, unos sembrados en el suelo, otros en repisas y también en anaqueles construidos de manera doméstica, doña Albertina, dice, “en este huerto todo es hecho con mucha voluntad y cariño”, por ello afirma que continuará invirtiendo en esta actividad con la implementación de más carpas solares.
Cuando le preguntamos sobre el cambio climático que sufre el planeta en diferentes puntos y si a ella le afecto en algún momento, se queda en silencio mirando sus plantas, toma un respiro profundo y nos dice “me da pena nuestra tierra, nuestros lagos, las montañas, me da miedo que se acabe el agua, muchos de mis hermanos en el área rural perdieron dinero al invertir en sembrar y un día de la nada o llegaba las fuertes lluvias fuera de temporada o la helada quemaba sus productos, ellos se quedaron con deudas y sus tierras era lo único que tenían”.
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Historia dos
En otro punto de la ciudad de EL Alto, en la zona Tahuantinsuyo distrito 7 Doña Eduarda Taquichiri de 68 años de edad, orureña de nacimiento, nos muestra su huerto urbano instalado prácticamente al ingreso de su domicilio, para acceder a este lugar lleno de vida, uno tiene que pasar por su gallinero con más de 40 de estos animales domésticos. Una vez dentro la anfitriona que inició esta actividad económica el 2004, afirma que este trabajo es casi por accidente, con el apoyo de una fundación internacional, “fui la yapita del grupo de postulantes, no tenía que estar en la lista para poder participar en los cursos y apoyos de la fundación” mencionó contenta sobre su inicio.
La ahora productora menciona que antes e iniciar con la siembra de productos agroecológicos hace 16 años, su consumo de alimentos no era el mejor, menciona que las frituras, gaseosas, alto consumo de carbohidratos y diferentes tipos de carne con alto contenido graso daño su salud, sin embargo, el panorama hoy cambió y el régimen alimenticio de comida saludable se apropió de su familia.
Doña Eduarda sostiene que gran cantidad de la población en general no piensa en las consecuencias de no cuidar el planeta, “noté que las personas se enfocan solo en ganar más dinero pero no cuidan su salud, no cuidan en medio ambiente, no hay una conciencia a largo plazo, a mí me da pena mis hijos en el futuro, que terribles cosas verán” nos menciona la entrevistada.
Respecto a su huerto urbano afirma que mantiene la producción orgánica natural en un 100%, sin utilizar químicos de ningún tipo para mantener el valor nutricional de sus productos y así dar alimentos de calidad a su familia y a la población.
Para despedirse doña Eduarda pide que la ciudadanía no tome a la ligera el calentamiento global, los incendios forestales, los fenómenos naturales, la tala de árboles y muchos otros factores que deterioran el planeta que como consecuencia llegará el día que un litro de agua cueste más que un metal precioso o el petróleo.
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Eco huertas populares para la ciudadanía alteña
La Dirección de Agropecuaria y Seguridad Alimentaria de la Alcaldía de El Alto implementa ferias donde productores de diferentes ciudades y provincias ofrecen una amplia variedad de productos como hortalizas, verduras, lácteos, queso, leche artesanal y además fruta de temporada.
Según la directora Ing. Miriam Butrón, se viene trabajando en la ayuda a familias que quieran implementar su huerto urbano desde el 2017, si bien aún no están consolidadas en los 14 distritos, cada vez más gente busca este recurso como una forma de garantizar la seguridad alimentaria, pero también como una medida de hacer frente al cambio climático.
Como parte del apoyo municipal se incursionó hace más de un año en la oferta de productos transformados, como queques de espinacas, gelatina de zanahoria e inclusive bocadillos de vegetales deshidratados que tuvieron mucho éxito entre la gente y que ahora mensualmente las ofrecen, inicialmente dice empezamos en el Distrito 1 de la ciudad de El Alto, zona Ciudad Satélite, sin embargo poco a poco se han ido extendiendo a otros distritos, donde la vecindad ha pedido que este tipo de actividades se desarrollen con más frecuencia.
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Nutrición y huertos populares
Para tener información sobre los hábitos alimenticios de la ciudadanía en El Alto consultamos a Helen Jaqueline Chávez, Directora de la carrera Nutrición y Dietética de la Universidad Pública de El Alto, la entrevistada menciona que bajo los estándares internacionales de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el ser humano debe tener un límite en consumo de sal hasta 5 gramos por día, azúcar alrededor de 30 gramos por día y evitar la ingesta calórica de grasas saturadas en menos de un 30 %, datos que en su mayoría al ciudadano desconoce.
Lo recomendable para la profesional es el consumo diario de frutas, verduras, legumbres, frutos secos y cereales integrales, este tipo de rutina alimentaria creará una armonía saludable en el cuerpo evitando futuras complicaciones asegura.
Una alimentación saludable es la raíz de una dieta equilibrada y de la prevención de enfermedades, por ello los productos de las huertas familiares son excelentes para mejorar la salud, por tener a disposición alimentos variados que nos alejen de la sociedad “brosterizada” que ha ido tomando posesión de la sociedad y que es generadora de sobre peso, pero también de enfermedades.
Por ello acceder a productos orgánicos y nutritivos mejoran en gran manera la calidad de vida de sus consumidores añade.
Al existir políticas públicas pero que no cuentan con el control respectivo de ninguna instancia, la seguridad alimentaria de calidad corre peligro constantemente, por ejemplo, según la experta de Nutrición de la UPEA, es necesario un análisis de alimentos que ingresan al país, “no tenemos las condiciones suficientes para evitar el contrabando de productos alimenticios”, menciona.
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Bolivia es una potencia
Para conocer sobre la implementación de la producción agrícola hablamos con el Ingeniero Agrónomo Rolando Luna Fabio, quién afirma los huertos urbanos van disminuyendo a falta de un apoyo constante de las autoridades correspondientes, es decir, familias reciben capacitación, recursos económicos, semillas e indumentaria para promover emprendimientos auto sostenibles en busca de garantizar la seguridad alimentaria y generar trabajos directa e directamente.
Sin embargo, pasado un tiempo de apoyo las familias no logran continuar con el proyecto y lo abandonan. “son muy pocos los emprendimientos que continuaron trabajando, todos buscan un beneficio permanente pero no buscan que su emprendimiento siga su curso por mérito propio”, manifiesta rolando.
Suma a esto que los productos genéticamente modificados y el uso de pesticidas en la producción agrícola son rechazados por la ciudadanía, pero según el Ingeniero Luna, este ya es implementado desde hace muchos años, “vivimos engañados, gran parte de la comida que ingerimos son transgénicos”, lamenta.
Para dar un ejemplo, Rolando asegura que la soya producida en el oriente boliviano supera el 90% en ser un alimento transgénico, “como país somos una potencia en elaborar aceite transgénico, de un 100% tan solo un 5% podría abastecer el mercado boliviano y lo demás es exportado”, menciona.
“Como Ingeniero Agrónomo pido a la población que cuide el lugar donde vive, proteja a su familia de los malos hábitos alimentarios y poder consumir el producto nacional orgánico para tener un mejor futuro. Recordemos que el planeta puede vivir sin el ser humano, así que cuidémoslo” menciona rolando al despedirse de la entrevista.
Esta investigación fue realizada en el marco del Fondo de Apoyo periodístico “Crisis climática 2020” que impulsa la Plataforma Boliviana Frente al Cambio Climático (PBFCC), Comunidad en Acción y la Fundación para el Periodismo.
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