Al menos dos tercios de las familias con niños han perdido ingresos desde que se inició la pandemia de COVID-19 dos años atrás, según un nuevo informe publicado hoy por Unicef y el Banco Mundial.
En el informe titulado Impact of COVID-19 on the welfare of households with children (Impacto de la COVID-19 en el bienestar de los hogares con niños), que presenta conclusiones extraídas de datos reunidos en 35 países, se señala que los hogares con tres o más niños eran los que tenían más probabilidades de perder ingresos, como efectivamente había ocurrido en más de las tres cuartas partes de ellos, en comparación con el 68 % de los hogares con uno o dos niños.
En el informe también se indica que, a causa de las pérdidas de ingresos, en uno de cada cuatro hogares con niños los adultos pasaban uno o más días sin alimentarse. Los adultos de casi la mitad de los hogares con niños refirieron que saltaban una comida por falta de dinero. De acuerdo con el informe, alrededor de un cuarto de los adultos, independientemente de que hubiera niños en el hogar, declaró haber dejado de trabajar desde el comienzo de la pandemia.
“El moderado avance obtenido en la reducción de la pobreza infantil en los últimos años corre riesgo de verse neutralizado en todas partes del mundo. Las familias han sufrido pérdidas de una magnitud alarmante. A la vez que la inflación del año pasado llegó al nivel más alto en años, más de dos tercios de los hogares con niños percibieron menos dinero. Las familias no pueden costear los alimentos o los servicios esenciales de atención de la salud. No pueden costear la vivienda. Es un panorama desolador, y los hogares más pobres se ven sumidos en una pobreza aún mayor”, dijo Sanjay Wijesekera, director de Programas de Unicef.
El informe observa que los niños carecen de lo indispensable y que, en el 40 % de los hogares, no llevaron a cabo ninguna actividad educativa mientras las escuelas estuvieron cerradas. Puesto que los datos se recopilan por hogar, es probable que la tasa real de participación a nivel individual sea incluso más baja, en especial la de los niños de hogares con tres o más niños.
“Las interrupciones de la educación y de la atención de la salud infantil, sumadas a los catastróficos gastos directos en salud que afectan a más de 1000 millones de personas, podrían frenar el desarrollo del capital humano, es decir, los niveles de educación, salud y bienestar que las personas necesitan para convertirse en miembros productivos de la sociedad”, dijo Carolina Sánchez-Páramo, directora mundial del Departamento de Reducción de la Pobreza y Equidad del Banco Mundial. “Esta situación podría perpetuar el aumento de la desigualdad para las generaciones futuras y, en consecuencia, los niños tendrían menos posibilidades de vivir mejor que sus padres o sus abuelos”.
Si bien los hogares con tres o más niños fueron los más expuestos a experimentar una pérdida de ingresos, también fueron los que tuvieron más chances de recibir asistencia del Estado; el 25 % accedió a esta ayuda, frente al 10 % de los hogares sin niños. El informe señala que ese apoyo contribuyó a mitigar los perjuicios de la crisis en los grupos familiares que lo obtuvieron.
El informe menciona que, antes de la COVID-19, 1 de cada 6 niños en todo el mundo —356 millones— experimentaba pobreza extrema, mientras que los miembros de su hogar luchaban por sobrevivir con menos de USD 1,90 por día. Más del 40 % de los niños vivían en la pobreza moderada, y casi 1000 millones vivían en la pobreza multidimensional en los países en desarrollo, cifra que se incrementó en un 10 % como resultado de la pandemia.
Unicef y el Banco Mundial instan a ampliar rápidamente los sistemas de protección social para los niños y sus familias. Distintos tipos de respaldo, como las transferencias monetarias y la universalización de las prestaciones para los niños, son inversiones cruciales que pueden ayudar a las familias a enfrentar las dificultades económicas y a prepararse para crisis futuras. Desde el inicio de la pandemia, más de 200 países o territorios han introducido miles de medidas de protección social, y el Banco Mundial ha apoyado a los países con alrededor de USD 12 500 millones para aplicarlas y beneficiar así a casi 1000 millones de personas en todo el mundo.