Santos Domínguez Ramos
«Quienes viajamos con una mirada curiosa, lo miramos todo. Sentimos que el espacio forma parte de la propia existencia y nos extrañamos porque en el viaje casi todo nos parece ajeno. En este viaje el camino era la Patagonia y el desvío se encontraba en la ciudad de Buenos Aires. […] En mi mapa la Patagonia era la metáfora de la lejanía y por lo tanto el deseo de conocerla era tan intenso como el desconocimiento que tenía de ella», escribe Concha García en el texto -A modo de prólogo- que abre su Desvío a Buenos Aires. Diario de una poeta en la Patagonia argentina.
Lo publica Chamán Ediciones, ilustrado con abundantísimas fotografías y mapas que dejan el testimonio gráfico de la experiencia de los viajes narrados en este diario en el que se suceden paisajes y poetas, lugares y viajes en ómnibus, calles y campos, estaciones, hoteles y cafeterías en una travesía del Atlántico al Pacífico, de Buenos Aires a San Carlos de Bariloche, y por la Línea Sur de la Patagonia, desde Viedma hasta Comodoro Rivadavia y Ushuaia y el Faro del Fin del Mundo, en la Isla de los Estados, frente al canal Beagle.
Con este párrafo que resume el sentido de su viaje cierra la poeta su Desvío a Buenos Aires:
Miro hacia las montañas pensando si regresaré alguna vez. Ignoro los pasos que seguiré dando en estos recorridos entrelazados de curiosidad y poesía. No me quedaría a vivir en este lugar, dicen que la gente aguanta poco tiempo por qué no es un asentamiento para humanos, si algo la hace crecer es el turismo. La belleza resurge cuando se vacían las calles y los espíritus de quienes habitaron estas tierras se abren paso entre las fuertes bocanadas de viento. Caminar es un método de conocimiento, quizás sea el mejor. La cuestión es cómo miras y si al hacerlo, ves algo.
