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Después de 23 años los cochabambinos se organizan por agua otra vez

Aseguran que, en Cochabamba, la situación del agua es la misma o peor que hace 23 años, cuando la falta de la misma llevó a la gente a movilizarse hasta protagonizar la llamada «guerra del agua».

El pasado 27 y 28 de abril de 2023 se realizaron las jornadas denominadas Yaku Tantanaku: Encuentro por la Madre Tierra, mujeres, hombres, jóvenes, gente de la tercera edad, niños, niñas, activistas se reunieron a 23 años de la Guerra del Agua para construir, colectivamente, un espacio de encuentro, de re-conocimiento, y de acción para no sólo resistir, sino también para re-existir, para construir una Cochabamba con agua para todos y todas, con ríos y lagunas limpios, con árboles, con aire puro y tierras fértiles, para que generación tras generación cuenten la dignidad y rebeldía de la gente de la Llajta.

Al finalizar estas jornadas las instituciones y personas que participaron elaboraron un manifiesto que publicamos a continuación

Manifiesto por nuestra madre tierra Plataforma Yaku Tantanaku

¿Quiénes somos?

Somos un puñado de mujeres, hombres, jóvenes, gente de la tercera edad, niños, niñas, activistas por la madre tierra y el medio ambiente, organizadores, periodistas, vecinos, campesinos, profesionales, todos y todas, gente común que nos encontramos en Cochabamba, durante dos días, los pasados 27 y 28 de abril del 2023 en jornadas que denominamos Yaku Tantanaku: Encuentro por la Madre Tierra, a 23 años de la Guerra del Agua.

Durante dos días llenos de muchas emociones, hablamos y nos escuchamos, compartimos experiencias, narraciones, poesías, relatos, testimonios, información del trabajo diario, de las angustias, de las resistencias, de los atropellos, de la imposición al vernos solos y temerosos. Pero también compartimos relatos de mucha esperanza y confirmamos nuestra re-existencia frente al atropello.

Nos dimos cuenta –una vez más– que somos iguales: gente común. Los problemas diarios y las preocupaciones son también comunes, así como las ganas de cambiar las cosas. No estamos dispuestos a resignarnos frente a la injusticia, la soberbia y el olvido.

¿Cómo vemos y sentimos a nuestra Llajta?

Sumida en una profunda crisis ambiental e institucional, que se manifiesta en todos los componentes que conforman su medio ambiente y su riqueza natural, con su capacidad productiva y su clima benigno cada vez más deteriorados, pese a que ya  hace 23 años en la denominada Guerra del Agua del año 2000, se libró una lucha de todo el pueblo cochabambino contra la mercantilización del agua, de nuestra tierra. Se violentaron, de manera perversa, nuestras vidas, nuestra forma de ver la naturaleza, y se rompió la convivencia. Nos enfrentamos a esta violencia y vencimos. Derrotamos al Banco Mundial, a los políticos que, en función de autoridades, decidieron por nosotros de manera inconsulta, a espaldas nuestras, como si no existiéramos, como si sólo ellos pudieran decidir el destino, disfrute de nuestras aguas y nuestro territorio. ¡Vencimos!

Hoy, nuestra Llajta está en las mismas o peores condiciones que antes de aquellas jornadas dignas y gloriosas de abril de 2000.

  • El agua sigue siendo escasa y el servicio caro, injusto y convertido en una mercancía pronta a generar una disputa territorial por intereses electorales. Todavía se sigue utilizando de manera inmoral y cínica la necesidad de este bien común y el acceso a este servicio tan básico y fundamental.
  • Todavía somos testigos de disputas, movilizaciones y a veces confrontación entre ciudadanos de comunidades afectadas por la construcción de obras y proyectos, que de manera inconsulta y de forma oscura, buscan ejecutarse para favorecer intereses particulares, en desmedro de la población. Estas imposiciones son muchas veces falsas soluciones, alejadas de la realidad y que atentan contra la democracia y las propuestas que surgen de ciudadanos y ciudadanas de nuestro valle.
  • Nuestro territorio se ha convertido en un botín. Estructuras mafiosas se aprovechan de la acelerada migración de gente del campo a la ciudad por la sequía y el cambio climático. Nuestras tierras son una mercancía que enriquece a unos pocos. A través de los años se han puesto en riesgo zonas de recarga hídrica, de producción agroecológica y destruyendo espacios de recreación y relación con la naturaleza.
  • Avasalladores, loteadores, organizados por malos dirigentes del área urbana y rural, “servidores” públicos, y “profesionales” que están convirtiendo nuestra Llajta en un cementerio de asfalto que a la larga convertirá a Cochabamba en un lugar donde nosotros, nuestros hijos e hijas, nuestras nietas y nietos ya no podremos vivir.
  • En nuestros valles, los automotores importan más que los peatones y ciclistas. Los automóviles son quienes gozan del privilegio de ocupar nuestras calles y áreas de recreación, sin respeto, sin ley, consecuencia de la falta de planificación urbana y educación vial.
  • Nuestras calles, mercados, hospitales y parques son enormes basurales, situación que empeora cada vez que se cierra, de manera chantajista y prebendal, el botadero de K’ara K’ara, poniendo en riesgo permanente la salud y paciencia de la población.
  • Nuestras cordilleras andinas y nuestros bosques tropicales están sumidos en el olvido, constantemente sometidos a la depredación descontrolada, sirviendo a intereses particulares que pasan por alto la propia autodeterminación de pueblos indígenas, ignorando las vitales funciones ambientales que estos sistemas cumplen.

¿Qué queremos?

  • Desde abajo, desde los barrios, casas y rotondas de vecinos, desde las escuelas y colegios, desde las comunidades agricultoras, desde los colegios de profesionales, de las Universidades, surgen hombres y mujeres indignados por el deterioro acelerado de nuestra madre tierra y que han decidido ponerse de pie, recuperar su voz y poner sus manos, su corazón y sus ganas para cambiar esta situación. Esto nos inspira y nos da esperanza y confirma que las y los Khochalas y todos los que vivimos en esta tierra, no nos rendimos y estamos dispuestos a seguir dando batalla al desprecio, al olvido, a la soberbia, de aquellos que ayer y hoy han gobernado de manera inconsulta a nombre de nosotras y nosotros.
  • Queremos construir, colectivamente, un espacio de encuentro, de re-conocimiento, de hablarnos y escucharnos, de deliberación y de acción para no sólo resistir y defendernos de los atropellos, sino también para re-existir, para construir con nuestras manos una Cochabamba, con agua para todos y todas, con ríos y lagunas limpios, con árboles que nos acompañen, con aire puro y tierras fértiles, generación tras generación, para que cuenten la dignidad y rebeldía de la gente de esta Llajta.

Nos comprometemos a:

  • Organizarnos, sin patrones, sin partidos y sin caudillos, de manera horizontal, rotativa, rindiendo cuentas de nuestras palabras y actos, desde una perspectiva de género y generacional, feminista, donde la palabra Democracia recupere su verdadero significado: las decisiones son de la gente, no sólo de unos cuantos. 
  • Apoyarnos en solidaridad y reciprocidad en las demandas y luchas que se vienen dando y las que vendrán muy pronto.
  • Organizar jornadas de información, comunicación, difusión y propuestas que generen acciones de solución a nuestros problemas.
  • Visibilizar y emular todas las iniciativas que se están realizando, para intercambiar experiencias, saberes y conocimientos que nos permitan mostrar que otra Cochabamba existe.
  • Esta Plataforma no se convertirá en un escenario de oportunismo partidario, de tal manera que los que formamos parte de ella no optaremos por ningún cargo público ni de poder, mientras el pueblo no construya una nueva democracia.

Finalmente, este Manifiesto es el inicio de un instrumento organizativo-social que permita vivir con dignidad, justicia social, y democracia.

La Llajta, 5 de junio del 2023, Día Mundial del Ambiente

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