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Desmitificando las derrotas

Homero Carvalho Oliva

La historia y la literatura contribuyen a la creación y fortalecimiento de las identidades nacionales, por eso las victorias bélicas son tan importantes que si no existieran los pueblos tendrían que inventárselas para poder subsistir como naciones unidas por una historia en común; muchos de estos acontecimientos que han consolidado los imaginarios colectivos cívicos no pasan de ser simples leyendas que se repiten como tradiciones orales que, sin embargo, no resistirían una minuciosa investigación histórica, seria y responsable, que vaya a las fuentes primarias antes que repetir hasta el cansancio lo escrito por algún “historiador”.

Por estas razones me gustó el libro Manual piloto de historia bélica de Bolivia, del historiador boliviano Jorge Abastoflor Frey que nos demuestra que en Bolivia, en muchos casos, hemos actuado la inversa, es decir nos hemos empeñado en destacar las derrotas antes que las victorias, en muchos casos sin detenerse a explicar el porqué de los fracasos y haciendo énfasis en la derrota misma.

En la Introducción de su Manual, que contiene 13 capítulos que van desde la Guerra de la Independencia hasta la Guerrilla de Ñancahuazu, Abostoflor señala: “En nuestro país la enseñanza de la Historia, basada en libros llenos de vacíos y catástrofes, no hace otra cosa que demoler nuestra conciencia nacional. Se ha destruido la autoestima de las nuevas generaciones mostrando solamente derrotas bélicas en nuestros libros de Historia. Y una cosa debe quedar clara: no es posible enseñar sólo las derrotas de nuestro pasado y pretender que las bolivianas y bolivianos vean a su país vencedor, positivo y progresista. Sólo los Estados exitosos sobreviven. A lo largo de nuestra historia hemos cometido errores, pero Bolivia no existiría en este momento si no hubiésemos tenido más aciertos que fracasos. El Ejército no existiría si no hubiese tenido más victorias que derrotas; no obstante, ¡Qué difícil es asociar la palabra victoria con Bolivia!” y la verdad es que su lectura me sirvió para aclarar muchos hechos históricos que los tenía por verdaderos en su versión derrotista y catastrófica. Veamos algunos de los hechos históricos que revisa el historiador:

Guerra de la Independencia: En muchos de los encuentros literarios que participo, así como en las charlas y talleres que brindo afirmo que el Ejército libertador de Simón Bolívar no liberó este territorio que ahora es Bolivia, sencillamente porque en la Audiencia de Charcas, desde 16 años antes, venían combatiendo muchas republiquetas al mando de patriotas a quienes les debemos la independencia, sin que esto signifique quitarle el mérito y la gloria a lo realizado por Bolívar y sus llaneros con los otros países. Veamos que señala Abostoflor al respecto:  

“De las Republiquetas se ha llegado a afirmar que son el antecedente más importante de la futura República de Bolivia. Su existencia es la prueba fehaciente de que los habitantes del territorio que ahora es Bolivia lucharon por su independencia; aún más podría decirse, a estos combatientes les pertenece la gloria de haber vencido, puesto que el ejército colombiano, en la práctica, nunca llegó a enfrentarse militarmente a los realistas de Charcas. El 2 de abril de 1825, el General Pedro de Olañeta, comandante de las fuerzas realistas en el Alto Perú fue sorprendido por la defección de una parte de sus tropas que al mando del coronel Medinaceli se habían declarado favorables a la causa de la independencia. En efecto el último remanente del ejército realista hizo implosión; lo cual demuestra que esta facción, como fuerza combatiente, ya había sido reducida al extremo por la presión ejercida sobre ella por las Republiquetas, siendo solamente cuestión de tiempo su disolución final”.

Guerras con países vecinos. De los capítulos 2 al 11 Abastoflor se ocupa de manera sucinta pero bien documentada de las guerras que sostuvimos con Brasil, Perú y Argentina, Chile y Paraguay, comprobando que el ejército boliviano, mal pertrechado y débil en número de combatientes, fue capaz de infligir derrotas a los enemigos en algunos casos y explicando las derrotas en otros.

El capítulo 8 es muy curioso, pues detalla la Guerra marítima entre Bolivia y España (1863-1866), algo desconocido para la mayoría de los bolivianos. También nos recuerda que en la Guerra del Acre, la Columna Porvenir organizada por el empresario cauchero Nicolás Suárez retomó, el 11 de octubre de 1902, el Puerto de Bahía, hoy Cobija, Capital del departamento de Pando.

Pocos sabemos que Bolivia también “peleó” la Segunda Guerra Mundial, Abastoflor se encarga de puntualizar cuál fue nuestra participación: “Bolivia declaró la Guerra a los países del Eje (Alemania, Italia y Japón) el año 1942. Esta decisión motivó al Gobierno de Franklin D. Roosevelt para invitar al General Peñaranda a realizar una visita oficial a los Estados Unidos, hecho que se produjo en mayo de 1943. Durante su visita, la Casa Blanca hizo público un documento que decía: “Bolivia se encuentra atareada en la producción de materiales estratégicos, especialmente estaño, tungsteno, caucho y quinina, con los que contribuye inmensamente a la derrota final de las potencias del Eje; es decir que contribuimos con nuestros recursos naturales y como siempre nos engañaron comprándonos a precios inferiores a los del mercado internacional.

Por último se encarga de la Guerrilla que inmortalizó a Ernesto Che Guevara, en la que según el Diario del propio Guevara sus combatientes sufrieron una campaña plagada de derrotas que culminaron con el apresamiento y posterior asesinato del líder guerrillero. Jorge Abastoflor se apoyó en una amplia bibliografía.

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