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Cuando una rueda ladra

De: Gonzalo Llanos Cárdenas (Golla) – Inmediaciones
Cuentos para niños (Publicados en el libro Moldeando la vida, MUSEF, 2016)

 

Un perro perseguía gustoso ladrando a las ruedas de los autos. Algunos choferes le maldecían y otros sólo se reían.

Un día un conductor decidió perseguir al perro con su auto, la gente le dijo qué ridículo, y el conductor se retiró de vergüenza.

Y llegó el día, cuando una mañana el perro de tanto perseguir ladrando la rueda de un auto, se convirtió en la misma rueda del auto.

El perro extrañado pero a la vez contento, le parecía lindo rodar por todos los lugares, pueblos y caminos. No cansarse y ser veloz.

El conductor del auto le bañaba todos los domingos, no se daba cuenta que la rueda que bañaba era un perro.

Sin embargo, de vez en cuando el perro no olvidaba su origen y ladraba a otros autos que se le acercaban.

Al perro le molestaban dos cosas de aquella situación: que cuando la rueda se calienta  despide un feo olor; y lo otro, cuando algunos de sus compañeros no le reconocen y le persiguen ladrando.

—Envidiosos, ojalá se queden sin agua —les grita.

Un día, mientras rodaba un camino extraño, aparece un clavo malo y pincha a la rueda que ladra.

El perro despierta asustado.

Suspira, todo había sido una pesadilla.

Desde aquel día, mira con nostalgia a los neumáticos y ya no les ladra.

“Cuanto no quisiera volver a ser una llanta y rodar veloz como en mi sueño” —pensaba.

Pero sus amigos, siguen ladrando y persiguiendo a las ruedas de los autos como si fueran sus grandes enemigos.

 

 

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