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Criar también es un trabajo

Hace unos días estuve conversando con doña Carmen, una amiga de aproximadamente cincuenta años de edad. Hablamos sobre sus actividades diarias. En un momento de nuestro ameno diálogo le pregunté: “Doña Carmen ¿en qué trabaja?”. Y ella me respondió: “En nada, así nomás estoy. Sólo les veo a mis wawas y me dedico a la casa”. Esa respuesta me dejó muy pensativa y me llevó a preguntarme sobre cómo definimos socialmente el trabajo en nuestro país. Este Primero de Mayo es una ocasión para pensar cómo entendemos el trabajo y en qué consiste éste realmente. También nos invita a preguntamos sobre la experiencia real de muchas mujeres como doña Carmen.

Hay varios autores que han propuesto repensar el trabajo. Fernanda Wanderley, desde una perspectiva sociológica, ha estudiado las fronteras conceptuales del llamado “trabajo” y “no trabajo”. En su visión, el trabajo es todo esfuerzo humano que le añade valor a los bienes y servicios. Este esfuerzo va más allá de una recompensa económica o remuneración (“salario” en la definición tradicional). Visto así el trabajo, es necesario discutir miradas como las de doña Carmen que minimizan su propio esfuerzo diario. Hay dos aspectos para discutir: la crianza y el cuidado doméstico. En esta columna voy a discutir la cuestión de la crianza. En esta perspectiva la crianza de las wawas es un ejemplo evidente de trabajo.

La maternidad y la crianza se han asociado como deberes naturales de las mujeres. Pareciera que esta naturalidad viene tatuada en el útero de las mujeres. Desde niñas se va naturalizando (y reforzando) esta idea a través de los juguetes (muñecas, cocinitas y otros) y en las propias conversaciones familiares. Preguntas como “¿cuántos hijos piensas tener?” o afirmaciones del tipo “cuándo seas madre vas a ver” y (si te estás acercando a los treinta) “se te va a ir el tren”. De esa forma la maternidad se percibe como un deber natural de las mujeres. Pero ¿cómo vemos las mujeres ese esfuerzo?, ¿qué significa que mujeres tan abnegadas como doña Carmen vean su trabajo como si no fuera una labor importante? Para doña Carmen la crianza de sus wawas es un no-trabajo a pesar del enorme esfuerzo que ella desempeña día a día. La labor de la maternidad, un esfuerzo gratuito y no-remunerado, debería ser también una responsabilidad de los padres. Sabemos cómo en la cultura nacional se suele pensar que los padres deben deslindarse de esta responsabilidad y ocuparse, en teoría, de la provisión de dinero en casa.

Históricamente las mujeres hemos sido restringidas al ámbito privado. Un proceso de naturalización de las labores domésticas y en particular la crianza de lxs niñxs. Pero esta situación se ha ido erosionando con la inserción de las mujeres en el mercado laboral (el remunerado) y la profesionalización. Las mujeres hemos ido conquistando el espacio público que siempre fue definido socialmente como un espacio masculino per se. Sin embargo, a pesar de estas importantes conquistas de las mujeres, en el imaginario social pervive la romantizada idea que la crianza es una actividad exclusiva y naturalmente femenina. En la sociedad boliviana es aún débil el cuestionamiento a la paternidad irresponsable. Por ejemplo, en las separaciones de hecho (o de derecho) las mujeres suelen ocuparse de la crianza de las wawas. Los hombres pueden ocuparse con libertad de sus vidas sin que se les asigne roles en la crianza de sus propios hijxs. Esto les permite rehacer sus vidas y proseguir con libertad en sus estudios y/o trabajos (remunerados). Las estadísticas judiciales en Bolivia muestran que muchos hombres incumplen con el pago de la asistencia familiar. Con lo cual trasladan todos los costos de la crianza de lxs wawas a sus exparejas.

¿Qué debemos hacer? Dos asuntos centrales. En primer lugar, reconocer que el trabajo de criar wawas hecho por muchas mujeres en Bolivia es un esfuerzo que merece ser reconocido y no ver únicamente como un acto de amor. En segundo lugar, esa crianza no es una obligación “natural” de las mujeres. Corresponde a padres y madres. Deberíamos repensar las visiones tradicionales sobre la crianza y revaluar el enorme trabajo que realizan muchas mujeres en nuestro país.

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