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Caras nuevas, viejas mañas

    Los cambios de época deberían implicar la generación de nuevas ideas y la aparición de nuevos actores, desgraciadamente no siempre esto sucede.

    En este siglo la referencia más poderosa de importantes movimientos sociales, es la Primavera Árabe en Medio Oriente y el Norte de África, que comenzó en Túnez el 2010 con monumentales levantamientos populares en contra de regímenes autoritarios, en los que jugaron un papel protagónico los jóvenes y, en particular, valerosas mujeres que reivindicaban mejores condiciones de vida, democracia y libertades negadas.

    Fueron derrocados varios dictadores y en lugar de consolidarse regímenes democráticos, se abrió una etapa de inestabilidad política en medio de golpes militares y guerras civiles con conducciones precarias o pertenecientes a las nomenclaturas anteriores con otra sigla y ropaje actualizado. Algo parecido sucedió, en el siglo pasado, con la debacle de la URSS, nuevos estados con aspiraciones democráticas sin grandes cambios en sus dirigencias. 

    Las movilizaciones tuvieron un sueño, pero no una nueva conducción pese a que los vientos de cambio fueron huracanados, asi quedó demostrado que las crisis no son resueltas de facto sino en medio de procesos complejos y que las conducciones políticas no aparecen de la noche a la mañana, son producto de acumulaciones de larga data.

    Estas experiencias en sus líneas gruesas nos han dejado algunas lecciones de las que bien  podríamos aprender.

    El proceso electoral que hoy vivimos en Bolivia, se visualiza con la ausencia de liderazgos sólidos y causas que enamoren a la ciudadanía, en su lugar se producen irrupciones casi siempre con miserias, en consecuencia, la democracia es afectada por los propios protagonistas y su recuperación es una tarea cuesta arriba.  Los autoritarios, en sus guaridas, esperan que los coyunturalistas terminen la faena que ellos no tuvieron tiempo de concluirla.

    La pugna electoral, como esta planteada, daña a la democracia, su desprecio a la casi inexistente institucional electoral es criminal. Los candidatos deben someterse a alguna regla de juego previamente establecida, al no hacerlo se parecen tanto a los autoritarios  que cuesta encontrar alguna diferencia entre ellos.

    En el afán de ganar la segunda vuelta electoral los candidatos más parecen aliados de la dictadura que reivindicadores de la democracia, su indisimulada renuencia de cumplir con la ley al querer imponer condiciones para asistir a un debate de vicepresidenciables, ya esta de buen tamaño.

    Leon Festinger introdujo el concepto de la disonancia cognitiva en la que “describe la tensión psicológica que experimenta una persona cuando sostiene creencias o conductas contradictorias, que, en la política permite a las masas aceptar lo inaceptable y a los gobernantes perpetuar su control” Los candidatos sin aún haber llegado al gobierno -no se diga al poder- creen tener el derecho de hacer y decir lo que quieran en la búsqueda del voto ciudadano.

    Muchos “nuevos actores políticos” están impregnados de conductas pasadas, llenos de viejas mañas, mediocres, mentirosos, transas, corruptos, sin códigos de honor, inescrupulosos, cínicos, y sin embargo, cuentan con la aceptación de importantes sectores que ven en ellos un ejemplo.

    Un caso paradigmático es el candidato Lara que con sus exabruptos más parece un prepotente uniformado que una figura democrática.

    Por ello mismo debe una explicación pública de las condiciones que puso para hacer el favor de asistir al debate convocado por el Tribunal Supremo Electoral si se cumplen dos condiciones, la primera poner a otros moderadores y la segunda hacerlo en un terreno neutral.

    Que pida que los moderadores sean Pedro, Sancho o Martín, puede hacerlo pero que exija un terreno neutral es algo que merece varias explicaciones ¿acaso Bolivia tiene territorios en guerra y él representa a uno de ellos en contra de otros? es más ¿Lara se considera  candidato de un solo territorio, si es así aclare de cuál?, ¿si eventualmente gana, a qué represalias someterá a los territorios que no lo favorecieron? pero sobre todo ¿qué territorio es neutral, somos o no somos un solo estado, qué aprendió en la Academia Nacional de Policías? Ah y no salgan con el argumento tonto de que trato de llevar agua al molino de su contendiente Velasco, que tiene también su parte en instalar un escenario electoral espurio.

    Basta de galimatías requerimos explicaciones claras, ningún aspirante tiene licencia para dañar a la democracia.

    El 2019 la ciudadanía rebelde derrocó a la dictadura y al no tener un correlato dirigencial consecuente y con la estatura suficiente para reconstruir la república del siglo XXI permitió el retorno al poder de los autoritarios y hoy, pese a la rotunda victoria del pueblo en las urnas, podría suceder algo parecido.

    Quienes creyeron que las caras nuevas de por si eran la solución frente a las del pasado, deben estar frustrados.

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