Santos Domínguez Ramos
Bouvard y Pécuchet es “uno de los intentos literarios -no puede decirse solo «novelescos»- más extravagantes, complejos, atrevidos y sorprendentes de toda la literatura europea del siglo XIX, en especial de la tradición que solemos denominar «realismo». Solo un título como Sartor Resartus (1836), de Thomas Carlyle, y poca cosa más en su siglo, puede competir con esta novela de Flaubert en lo que se refiere a su carácter bizarro, por no decir insólito y desquiciado. Luego, ya en el siglo XX, algunas obras como el Ulises de Joyce, En busca del tiempo perdido de Proust, o El hombre sin atributos de Robert Musil, poseen características geniales que las hermanan con esa obra fabulosa de Flaubert; pero esta, posiblemente, las supera a todas por su concepción, por su proceso de elaboración y por su extraordinaria originalidad”, afirma Jordi Llovet en la introducción de Bouvard y Pécuchet para la edición que acaba de aparecer en El libro de bolsillo de Alianza Editorial con traducción de José Ramón Monreal.
Flaubert dejó inconclusa esta voluminosa novela que publicó su sobrina en 1881. La había empezado a escribir en 1872 y le exigió tanto en documentación y en desarrollo que no la había terminado cuando murió en 1880. Con ella, en perspectiva histórica, acababa la novela realista y culminaba la triple sátira del Romanticismo que había iniciado con la sátira del romanticismo pasional en Mme. Bovary, a la que siguió la burla del romanticismo social en La educación sentimental y que remataba la del romanticismo científico en Bouvard y Pécuchet.
Centrada en las figuras de dos escribientes ignorantes y mediocres, ingenuos y desorientados, que se retiran al campo para explorar las múltiples ramas del saber y los conocimientos de la humanidad, desde la Fruticultura y la Agricultura a las que se dedican inicialmente hasta la Higiene, la Astronomía, la Literatura, la Religión, la Historia, el Espiritismo o la Pedagogía.
Así acaban por reflejar sin proponérselo la necedad humana a través de una recopilación exhaustiva de vulgaridades y tonterías en una parodia de enciclopedia, en una crítica del dogmatismo, la mediocridad y los lugares comunes en la que Flaubert proyectó la cólera del desahogo contra sus contemporáneos: “Antes de palmar -escribía en una carta- quiero vaciar la hiel que me llena. Así que preparo mi vómito. Será copioso y amargo, te lo aseguro.”
Como una “enciclopedia del asco” definía George Steiner esta novela, que le llevó a Flaubert años de documentación, y como “un monumento erguido contra la tontería” resumía Maurice Nadeau en un estudio ya clásico el valor literario y el significado global de la obra narrativa de Flaubert, pensando seguramente más en esta obra póstuma, en la que ridiculizaba por igual la actitud romántica y la materialista, que en cualquier otra de las suyas.
Repleta de humor irónico y de acidez crítica, Bouvard y Pécuchet fue el proyecto literario más ambicioso y sostenido de Flaubert, que pensaba organizarla en dos partes: una primera, La novela, que él mismo consideraba un «prólogo narrativo» en diez capítulos, y un segundo volumen, La copia, seguramente la parte nuclear del proyecto, que incluiría Estupidario, Diccionario de ideas corrientes, Catálogo de las ideas chic, El álbum de la Marquesa y Citas tomadas de todo tipo de literatura.
Organizados como relatos autónomos de carácter episódico y estructura circular en torno a los diversos temas (de la Anatomía a la Filosofía, de la Biología a la Moral), sus capítulos no responden a la composición clásica de una novela lineal, sino a la construcción de un mosaico que con sus diferentes piezas acaba proporcionando una visión de conjunto crítica sobre las diversas disciplinas en que se organiza el conocimiento.
A lo largo de la elaboración de esta novela sobre el fracaso intelectual, Flaubert cambió su actitud frente a los dos protagonistas y pasó de la mirada crítica a la comprensión benévola de Bouvard y Pécuchet, dos personajes complementarios (utópico uno, nihilista el otro) que, impulsados por un desmedido afán de conocimiento decepcionados por los fracasos de todos sus proyectos, acaban refugiándose en el ejercicio mecánico de la copia de cualquier papel impreso, desde las citas más estúpidas a los tópicos más manidos, que reflejan el adocenamiento mental y ético que quería denunciar el novelista y que son capaces ya de detectar los protagonistas: “Entonces se desarrolló en su espíritu una facultad molesta, como era la de reconocer la estupidez y no poder ya soportarla.”
Del ejercicio de esa molesta facultad crítica surge esta novela, especialmente la segunda parte, en la que Flaubert hace que los protagonistas elaboren una antología de la mediocridad y la necedad a través de los lugares comunes de las ideas recibidas.
Estas son algunas citas del Diccionario de ideas corrientes, que como se ve siguen formando parte del repertorio actual de tópicos circulantes:
ANIMALES
¡Ah, si los animales pudiesen hablar!
Los hay más inteligentes que los hombres.
BANQUETE
Comida de empresa. Reina siempre en él la más franca cordialidad. Deja muy buen recuerdo y los comensales se despiden siempre hasta el año siguiente.
BOSTEZO
Hay que decir: «Disculpen, no es del aburrimiento, sino a causa del estómago».
CELEBRIDAD
Denigrar como sea a las celebridades señalando sus vicios privados.
Musset se emborrachaba.
Balzac estaba cargado de deudas.
Hugo era avaro.
CERRADO
Siempre precedido de «herméticamente».
CLÁSICOS
Hay que conocerlos.
FÉNIX
Buen nombre para una compañía de seguros contra incendios.
GALOPE
Se emplea siempre con el verbo «lanzarse». «Lanzarse al galope»..
ILEGIBLE
Una receta de médico no es eficaz si no es «ilegible».
Toda firma oficial debe ser ilegible, así como la de los particulares. Quiere decir que uno tiene una montaña de correspondencia.
ILÍADA
Siempre seguida de «La Odisea».
JURADO (miembros del)
Hacer lo imposible para no formar parte de él.
LIEBRE
Duerme con los ojos abiertos.
NÁPOLES
Ver Nápoles y después morir.
Hablando con gente culta decir Parténope.
POESÍA
Es completamente inútil.
Pasada de moda.
POETA
Sinónimo de soñador y de lelo.
PRÁCTICA
Superior a la teoría.
REPUBLICANO
No todos los republicanos son ladrones, pero los ladrones son todos republicanos.
SEVILLA
Célebre por su barbero.
¡Ver Sevilla y después morir! (véase NÁPOLES).
«Quien va a Sevilla», etc. (en español).
VASCO
El pueblo que mejor come.
VERANO
Un verano es siempre «excepcional», ya sea caluroso o frío, seco o húmedo.
VIEJO
A propósito de una inundación, de una tormenta, etc., ni los más viejos de la región vieron jamás cosa igual.
Y estas otras, del Catálogo de las ideas chic:
Decir de un gran hombre: «¡Está sobrevalorado!»
Homero: no ha existido.
Shakespeare: no ha existido, el autor de sus dramas fue Bacon.
“Bouvard y Pécuchet -afirma Jordi Llovet- es la obra cumbre de Flaubert, o la culminación de una idea de la novela y de un propósito estético-literario muy determinados, pues resume y sintetiza una vida entera de escritor, depura hasta extremos casi patológicos la manía del autor por la máxima objetividad estilística y lleva a sus últimas consecuencias una verdadera teoría del arte literario en el contexto de la sociedad y de la literatura francesas del siglo XIX, de las que Flaubert fue espectador privilegiado, enormemente crítico e inteligentísimo.”