Le preguntamos a la inteligencia artificial la definición más aceptada de “economía” y la respuesta que obtuvimos dice lo siguiente: “es una ciencia social ya que estudia el comportamiento humano y las interacciones entre individuos y sociedades en relación con la producción, distribución y consumo de bienes y servicios. Aunque utiliza métodos cuantitativos y modelos matemáticos, su enfoque principal es comprender y analizar fenómenos sociales y económicos”. Se desprende de esta definición que la economía per se no puede funcionar en el vacío, funciona en la medida en que los ciudadanos despliegan patrones de conducta, compran, venden, producen, etc.
Basados en esa definición, podríamos decir que los “modelos económicos” dependen fuertemente del comportamiento de los ciudadanos. Dicho en otras palabras, de la manera que se ha organizado una sociedad depende el funcionamiento del “modelo” económico que se implementa, por ejemplo; para el tipo de sociedad que promueve el masismo echar a la basura miles de litros de leche para evitar que sus productores “se hagan ricos” es una medida acertada y hasta necesaria. Para cualquier otro ciudadano contrario al modelo socialista del MAS eso no solo es un absurdo ilógico, sino un acto despótico, irracional e ilegal. Resulta entonces que cada tipo de sociedad procesa y metaboliza lo económico según como esté organizada y en sujeción a las características particulares de cada momento histórico.
Todo esto viene a colación porque frente a la economía que nos deja el MAS todos los precandidatos proponen medidas que hacen parte del arsenal de recetas y fórmulas de solución que posee desde siempre la economía capitalista, por ejemplo, para frenar la inflación, todos, independientemente de su partido, grupo, alianza, color político o lo que fuese que no sea el MAS, tendrá que suspender la emisión de moneda inorgánica.
La diferencia entre una opción electoral y otra en el campo de la actual oposición estriba en la forma en que, quien llegue al gobierno, organice la sociedad postmasista de una manera particular. Es necesario reconstruir la sociedad boliviana de forma que sea capaz de procesar adecuadamente la economía liberal y los parámetros del capitalismo actual.
Todas las propuestas económicas contra la crisis son económicamente razonables, lo que está en duda es si pueden alcanzar un grado de eficiencia adecuado sin reconstruir la sociedad que nos deja el MAS. Solo para hacernos una idea de lo que esto significa, tendremos que pensar que al próximo gobierno democrático le toca reconstruir todas las instituciones que destruyó el MAS, una buena parte de ellas son las que ponían orden y transparencia a la economía, esas ya no existen, y la economía en una sociedad democrática no funciona sin ellas. Esta situación se replica prácticamente en toda la estructura social. El MAS destruyó la institucionalidad y pulverizó o dañó gravemente todos los mecanismos sociales propios de la sociedad democrática.
El próximo gobierno debe reconstruir la sociedad boliviana y en consecuencia nuestro futuro no solo depende de una buena política económica, sino, básicamente, de construir una sociedad diferente a la que nos deja el masismo. Una sociedad capaz de metabolizar correctamente el diseño económico que se planifique, de ahí que, la combinación de un buen economista, o un exitoso hombre de empresa, con experiencia y perspectiva sumada a un líder que proyecte una sociedad diferente, tiene el éxito asegurado.
En la actualidad, creo que la única alianza que combina estos dos elementos de forma clara es la que acaban de sellar Doria Medina y Vicente Cuellar. Todo indica que se trata de un binomio que muestra soluciones integrales de forma eficiente e histórica.