Maurizio Bagatin
El invierno merece poesía. Las hojas bajo el tajibo suenan el paso de la sutil brisa y el removerlas de los pájaros furtivos. En el color de sus flores recorre el íncipit de una novela boliviana. Son dias muy breves, de poca luz y muchas memorias. Extraño el mes de junio arriba del ecuador, el verano y las ultimas luciérnagas, con el sudor de un sol inocente.
La noche ha sido infinita. Philip Glass dirigiendo un piano desafía el silencio del conticinio. El paisaje más irreal es este, en el aparente abandono de estas horas en búsqueda de una metamorfosis. La noche es siempre infinita, por el sueño, por el silencio, por la oscuridad.
Las fabulas son el vientre del Mito. Ahí se confabula el misterio de la tabula rasa del mundo, las preguntas de un niño y la invención del hombre ya maduro. Es la única autentica necesidad primordial, el sorbo de agua y el pan que nutre vienen después de la luz y del descanso. Éxtasis de los cuatro elementos en simbiosis con los cinco reinos del mundo natural.
Aquí es invierno y es por eso que la atmosfera invita al pensamiento. Lectura de Hermann Broch: “Nada puede el poeta, ningún mal puede evitar; se le escucha únicamente cuando magnifica el mundo, pero no cuando lo representa tal como es. ¡Sólo la mentira es gloria, mas no el conocimiento!”. Bordeando el poshumano, como en un cuadro de Bosch.