…Una escritora que sonríe cada vez que sabe de un lector satisfecho.
Amalia Cordero / Cuba
Como crece una madeja con el hilo que le agregan, cada obra que leo de un escritor se engarza a otros y se incorporan a ese caudal que forma la cultura. El hilo cubre distancias, espacios y no se destruye. Agregué el nombre de Angélica Santa Olaya a mis contactos y en un acto de perseguir a una mariposa, comencé a seguirla dentro de las publicaciones que a diario traen las redes. Al hilo que voy alando la anudé. Se le inserta lo que aprendo y las ideas que capto de los mensajes que expresa o sugiere en su literatura. A su paso por los días y las tierras, continúan apareciendo sus letras. Unas escritas en rumano, otras en portugués, inglés, italiano, catalán y hasta en la lengua de los árabes, los padres de nuestro alfabeto. Allí además encontré los embajadores de los géneros que ha cultivado. Aparece una foto con Lauro Zavala y escribe a su pie: ‘’mi maestro.’’ Excelente alumna, sus obras ejemplifican las clasificaciones que Lauro ha definido: ‘’Minificción: texto con dominante narrativa […] y sus tres tipos: los minicuentos, microrrelatos, y la minificción propiamente dicha muy próxima al poema en prosa por su hibridación genérica. En su orden representan las tendencias clásica, moderna y posmoderna.’’ Por su ejercicio, ella ocupa uno de los lugares cimeros en la literatura breve.
Cronista de su época y su momento, la combinación poética de los elementos de sus ideas se convierten en armas para denunciar los males que aquejan a la humanidad y que se repiten de un lugar a otro. A la vez intentan que se reflexione acerca de las tradiciones de cada lugar, los sucesos y desigualdades que nos afectan. Sus escritos dejan la sensación de la seguridad que ella imprime con su estilo certero, sin rebuscamientos. La mirada fotográfica al entorno le ha abierto brechas como premisas para la escritura de poesía japonesa con exactitud en la captación de imágenes y ha dictado cursos para amplificar sus variedades. Su obra es extensa y proclive a provocar deseos de opinar sobre cada una de sus fascetas. Es una tarea dentro de la que muchos críticos y reseñadores tienen espacio abierto.
Asomada a esta ventana comento para el universo de lectores: con sus palabras se está presentando:
‘’Para escribir no tengo una rutina especial. Solo necesito soledad y silencio. Escribir para mi es una liberación.’’
‘’Leer y escribir … es un madero al que me aferro en las tormentas.’’
‘’La observación y el oído son la mejor fuente de inspiración.’’
‘’Es la expresión de mi ser, de las cosas que me asombran, me placen o me preocupan.’’
‘’Escribo cuando alguna historia llega a mi cabeza intranquilizando mis pensamientos.’’
‘’Si no puedo escribir ahí donde nació la idea, guardo una línea con la idea principal. Alguna vez recogí un boleto de autobús para escribir en él.’’
‘’Amo la poesía y la minificción por su brevedad.’’
‘’Disfruto que la emoción llegue a mi en pocos minutos. Sentir ese golpe que los buenos textos regalan al lector. Soy desde el fondo de mi corazón una escritora que sonríe cada vez que sabe de un lector satisfecho.’’
Esta es ella. Me la he tropezado en la calle,en libros, reseñas, minificciones y su fina poesía. Cada texto es un viaje a la ciudad de lo sorprendente que le ha valido para ser publicada en más de ciento treinta antologías y cerca de una veintena de libros de poemas, cuentos, minificción y novelas. Es miembro de la Red Internacional de Minificción. Es muy activa en su participación en revistas, Ferias del libro en su país y en el extranjero y en la III Feria Internacional La mujer en las letras. Son entre otros, lugares donde ha recibido reconocimientos.
Con mucho acierto un escritor ha expresado: —“Las minificciones de Angélica tienen el poder de que es posible cambiar la interpretación de sus obras de acuerdo con el estado anímico en que nos encontremos.’’ A Través de su obra literaria se evidencia la influencia de las corrientes de la naturaleza que invaden su espírtu: ‘’Hay en el aire un surco que guarda los secretos.’’
Descubí una planta de aguacate en una maceta dentro de su casa. Me asombré de cómo la atrapó la fantasía de verla crecer y la oportunidad de demostrarle que no está sola, que hay alguien que la admira: poética filosofía. Entonces la comparé con una planta de ese fruto que tengo en mi patio y mide más de diez metros. Ese hecho de un gran árbol como compañía dentro de su casa, es alimento para el talento de una escritora que con poco, produce surtidores de ideas. Esos que le permiten escribir para todos los públicos y para el más exigente que son los niños.
Pero hay una rama de su obra que diría más intima aunque la proyecta al abrirse en abanico. Sin abandonar el arte de la brevedad, las crónicas de su vida como cuidadana en cualquier lugar del mundo, la hacen florecer con la frescura de la espontaneidad desde el quehacer y deambular por mercados, calles y ciudades donde intercambia con las personas y aparece la sonrisa y la chispa de su mirada, que la distinguen. Esas travesías le permiten intercambios en los límites e hipérboles de la vida social donde se mantiene alerta. Nos trae los más frescos pensamientos de los que han brotado emociones. Critica y fundamenta el hecho de cómo ocultar una palabra en los medios, ampara el oscurantismo sexual que se convierte en potencial de violencia. Otro tema es el peligro de extinción de ese ser que es la comunicación y facilita que se instale el silencio y las ideas se vayan diluyendo enmascaradas en las ventajas de las tecnologías. No se aleja del calor popular. Visita lugares y activa, como me la represento, pregunta, indaga y conoce las tendencias en las opiniones hacia las que se inclinan los individuos.
Angélica no equivocará su paso por los senderos que recorre porque toca fibras con lo que escribe y complace al lector con historias que lo pueden identificar. Esta es la que leo en dos tiempos, sin dejar de ser indivisible.