Homenaje al día de la madre
Jackeline Barriga Nava
El amor materno es indiscutible en el raciocinio colectivo, incluso con cambios estructurales socioculturales y educativos continúa siendo el sentimiento más valorado por la mayoría de las sociedades y es evidente que sin las madres no existiría el milagro de la vida. A ellas dedico el presente artículo por el día de la madre; explico desde distintos enfoques para comprender la naturaleza del amor de una madre.
Según la historia, la cultura griega no hablaba del amor materno específicamente, la mujer ha sido conceptualizada como propagación de la vida y representaba la fertilidad, fue una Diosa; sin embargo, por trasformaciones sociales (guerras), se impone el modelo patriarcal. La diosa se convierte en esposa subordinada. Asimismo, la teología cristiana representa a la mujer con la imagen de Eva, quien es creada por Dios para salvarle a Adán de la soledad; pero al mismo tiempo fue símbolo del pecado, la culpable de tentar a Adán por comer la manzana; y por otro lado apareció la figura de la Virgen María que constituye la revalorización de la mujer con una vida de devoción al hijo. El varón tenía una acción de dominio hacia la mujer.
En la Edad Media sobre la base de la interpretación bíblica, fue uno de los periodos más misóginos de la historia con una sobrevaloración a la virginidad; la maternidad solo representaba la parte fisiológica, por esa razón la obligación de la mujer era engendrar hijos y mejor si eran varones; la educación de la hija trasfería a la responsabilidad de la madre para cuidar su castidad; igualmente sucedió en la era Romántica hasta después de la Revolución Francesa donde se produce distintos cambios: El niño se convirtió en sinónimo de inocencia y necesitado de protección, mientras la maternidad era el objetivo central en las mujeres; en criterios de crianza la madre continuaba sin intervenir.
En la era Moderna se identifica maternidad con la crianza. Existen movimientos sociales de mujeres bajo el concepto “esposa dueña de casa”, la maternidad contribuye al bienestar social; se genera la ideología de la madre perfecta; las mujeres son consideradas “modelos” para un mundo más humano; en la sexualidad y maternidad fuera de circuitos “formales” no fue aceptado, de alguna manera debía existir la imagen de un hombre/padre/esposo.
Actualmente, la crianza empieza a considerarse como una tarea colectiva. Un ejemplo en este punto son las licencias postnatales otorgadas a los padres; pero la concepción materna es menos atractiva que en otras épocas, los propios hijos empiezan a ser una carga, además las crecientes problemáticas actitudinales de la infancia y juventud son una consecuencia para que las mujeres llenas de posibilidades y de conquistas profesionales y laborales no tengan que escoger las exigencias de los valores modernos de la maternidad; pero, según al país existen vivencias maternas combinadas de otras épocas como puede ser el caso de Bolivia, por la existencia de la diversidad sociocultural; no obstante la maternidad continuará siendo sinónimo de amor, indiscutiblemente.
Pero, ¿qué explicación tiene la ciencia al respecto?
Durante el embarazo la mujer empieza a experimentar cambios en el cerebro que agudiza el instinto maternal; es decir vuelca el cuidado al bebé, cuya supervivencia dependerá de ella, para que ese cuidado materno exista aparece la química cerebral, entonces la encargada de los cuidados maternos y del sentimiento afectivo de la madre al hijo es la oxitocina, “la hormona del amor o del apego”.
Los mareos que experimenta la madre embarazada son la secuela de ese cambio del cerebro, al nacimiento del bebé se incrementa la inteligencia de la madre en ciertas habilidades como en la planificación, la resistencia al estrés, atención y memoria implicados en el cuidado infantil, se acelera el procesamiento de la información; por ese motivo las madres pueden convertirse en “multitarea”. Por otra parte, el sistema nervioso se encuentra más sensible, los detalles del bebé como jugar, manejo de sus deditos y otros, actúan como sensaciones de afecto hacia la madre; es decir la influencia hormonal pasa a un segundo plano y la interacción con el bebé alimenta el “amor materno”, ese afecto de los dos durará toda la vida.
Los lazos en la etapa del bebé serán determinantes en la salud física, psicológica y mental del infante para las demandas de su entorno en todas las etapas de su vida, un buen apego a la madre le hará a su hijo más resistente al estrés y trastornos mentales, tendrá mayor nivel de seguridad, podrán manejar mejor las aflicciones y la ansiedad. Con respecto al equilibrio del amor de la madre, la receptividad y sensibilidad que pueda desarrollar serán determinantes, por ejemplo: Sabrá cuando hay que dar un beso y cuando dejar de hacerlo.
Ser madre no significa que toda mujer al dar a luz está preparada automáticamente para cuidar de su descendencia; tras el parto, poco a poco irá respondiendo a las señales, cada madre se comporta de una forma determinada, incluso en algunos padres y madres adoptivas suelen producir la oxitocina, porque el amor aparece a través de la interacción con el bebé.
Aunque la ciencia confirme el amor materno como función hormonal, también existen otros factores sociales influyentes como el caso de las mujeres occidentales, retrasan la maternidad y muchas de ellas no les atraen ser madres, viven felices sin descendencia. Actualmente el sinónimo de éxito y felicidad postmoderna no es ser madre, es tener un coche último modelo y una gran casa, y por naturaleza humana “el éxito es una motivación evolutiva en los seres humanos”.
Entonces, ¿el aspecto sociocultural es más fuerte que el aspecto biológico? ¿Se ha perdido el amor de las mujeres para ser madres? En algunas especies de primates parecidos al ser humano como los tamarinos, los machos son indispensables para cuidar la prole, cuando no están disponibles la madre puede abandonar las crías, porque sabe que ella misma morirá; es una conducta no seleccionada por la evolución. “Lo social se integra en la biología”.
En un aspecto psicológico Erich Fromm en su libro “El arte de amar”, explica que una madre no desarrolla amor incondicional hacia sus hijos simplemente porque lo sean, sino porque existen a través de ella. El amor materno es una bendición, significa dicha, paz, no hace falta conseguirlo, ni merecerlo; al no existir sería como si toda la belleza hubiera desaparecido de la vida, y nada se puede hacer para crearla.
Para terminar, considero lo siguiente: Solamente una madre puede entender, concebir y sentir ese amor tan profuso, tan suyo, ese amor tan especial como la eternidad…
¡Feliz día de la madre!
Msc. Lic. Jackeline Barriga Nava es psicóloga,investigadora educativa, escritora.