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Alfonso Gumucio Dagron / Poemas convocados

Antología del asco

este verso saca un recuerdo:
un recién nacido recién muerto
de hambre caballero del subdesarrollo
señora con-olor-a-chanel-five
qué caradólares son ustedes!

pagué un rescate de miedo
rosado horriblemente blando y desgajado
se lo arranqué a un perro de la boca

una caja de zapatos y ese
pobre peso putamente parido por la vida
que lo reciba la tierra que le conceda
dios cinco minutos de su eternidad

enterrarlo lejos de garras y colmillos
me amargó la boca babosa de bilis
en este instante reproduzco mi gesto de asco
pero usted se lo acaba de perder.

Anotaciones a la media noche

En este jardín de matalorcas
es mentira que de el sol
es falso
que las tinieblas se disipen
que las fronteras estén abiertas
es triste
que sea un medio extranjero medio poeta
el que se duela de los velos y del hielo
yo solo digo que aquí
donde tengo los pies desde hace un año
un vacío se hace cargo
de todas las sonrisas.

Quien ríe
ríe con la piel
con cada arruga pero sin ganas
sin temblores
sin epicentro en testículos u ovarios.

Tengo una carpeta negra
llena de atrocidades.
Pero mi lista es incompleta.
¿Cuándo podré terminar el cómputo maldito?

Añado una nueva página de sombra
cada noche y cada noche
queda el espacio abierto
por bayonetas de miedo
combates de sudor
combatientes
con treinta y cinco ojos cubiertos
y miedo en los pulmones.

Voy estirando mi larga cadena de bilis
Miércoles 17: secuestro de Time
“the finest tradition of Spanish obscurantism”.
Jueves 18: Max Aub me dice que
España
¡está
mejor que
nunca!
Aquí se puede vivir yo me he llevado
una sorpresa.
México lindo y querido hagan teatro
no tengan miedo y adiós.

No respondo.
Añado sombras.

Viernes 19: españoles agradecidos
ofrecen misa para Hitler.

Luego me duermo
y no sueño
nada.

Correspondencia

Madre:
la Universidad está llena
de mierda de caballo.

Han talado los árboles.
Es triste ver sus médulas vacías
resecas de polvo agonizando
al ras de la tierra.
Están abiertas
las puertas contaminadas de la muerte.

Han puesto barrotes en las (j)aulas
es imposible saber
si hace sol o si sigue todo
tan gris y tan nublado.

Nos vigilan madre.
Una luciérnaga de plomo
nos amenaza hasta en los sueños.

Nos han prohibido los parques,
ahora, que queremos correr, ahora
que nos da la gana
de zapatear charcos
premonitores de agua clara.

No es fácil, madre
guardar el pecho encogido
en una mano. Quiero
respirar hondo.
No me lo permiten los anfibios
heridos en el orgullo.

Escucha:
BRILLANTE ACCIÓN POLICIAL
“Con un perfecto doble cerco
(triple traición nocturna)
las fuerzas del orden establecido
(con su aparición agresiva de espuelas)
registraron la residencia de estudiantes.”

“La operación estuvo apoyada desde el aire
(un zumbido de avispas de acero
temblando en los cristales)
por helicópteros y en tierra
(mil escarabajos comiéndose las puertas)
contó con modernos transmisores.”
(antenas animales, pesadilla
indignante invasión de púas
en la noche-noche del país).

“En el registro fueron incautados:
un tratado sobre la educación sexual
(que no viertan en la sangre
los canales sucios de esperma
dolorosamente reprimido
podrido ya)
impreso en Alemania y numerosos
afiches del guerrillero cubano-argentino
Ché Guevara
(calando hondo con su asma
con su dolor de piernas y su mochila
llena de libros)
dispuestos en las paredes
de casi todas las piezas.”

Lo dice la prensa, madre
esa infame tinta, esa
liviana sangre putrefacta
cubriendo la nueva hazaña con aplausos.

Mamá
Estamos casi en guerra.
Besos a mis hermanos.
Escriban.

Madrid, primavera del 1972

Comunicado exorcista

El crepitar
del cobre que atropello
su sonido limpio
su pan fresco
me extravía en la niebla.

Me rodean
sonoras lágrimas de acero
que espantan a su paso
el bajo golpe gris del día.

En justicia sé
que no merezco este silencio
en los faroles, en la brisa
en mi propia garganta
que supura.

Propongo tu retorno
el exorcismo de mi pena
la alegría de escribir este poema
y no el dolor.


Lista de cosas que no entiendo

Una golondrina rayando el cielo.
Tanta música en los bosques.
La humedad de un látigo de sauce.
Sus lágrimas, su aspecto acongojado.

Una hilera de palomas idénticas
sosteniendo el alero de un tejado.
Una estatua más hermosa mutilada.
Un balcón que se descuelga quejumbroso.

El rocío, los charcos, las ranas.
Las estampillas que van y vuelven
cargadas de promesas.
Un callejón vacío y en el fondo
no tanto, en último plano
la primera estrella de la noche.

El frío de un limón que me desgarra.
La arena que llena tu busto dormido.
La imperfecta pieza de cuarzo salvaje
en que te miro. Tus sonrisas varias.
No entiendo, no entiendo nada.

Vamos a ver. ¿Para qué
tantas cosas sensibles?
¿Cómo justifican su existencia?
No entiendo esta infinita
variedad de sutilezas.

La piel blanca de la nieve
que acabo de herir, la sangre que brota
de mi labio partido, partidos
tus muslos, tu humedad, partida

y lejos.

Año Nuevo vida

Te escribiré una carta
con mi garrapata loca que se tiende
y se despliega, que se agacha
que se esconde, que salta
y se transforma.

Tal vez tan sólo una tarjeta.
Cuatro frases locas y un moderado
signo de exclamación para que rime
con próspero, con feliz
que son palabras en boca de cualquiera
cuestan poco, están en el mercado
no se agotan, no pasan de moda
no se cansan de mentir.

Escribiré despreocupadamente, una tarjeta
no es más que una tarjeta, formalidades
entre tú y yo, quién lo diría.
Lameré el sobre con lengua de turrón
y que seas feliz, que un día
en el futuro, quiera el tiempo
el otoño, los barcos grandes y el azul
del maratún que nos separa,
que un día, digo, de cuyo nombre
no quiero ya acordarme
nos juntemos.

Gestos que nos enseñamos

Te quité el gesto del humo
y me diste tus manos
tu charla en el aire
tus palabras interminables
música siempre tu sonrisa.
Te endurecí, desaté
tu volcán encrespado, tu lamento
más animal y más profundo.
Te desgarré cada noche
para que probaras tu sangre
y me la dieras, y me diste,
estas ganas de amar
rabiosamente.
Te pasé distraídamente un espejo
en octubre y frío
para que descubrieras tus senos y tus sueños.
Me devolviste tu cuello insaciable
me llenaste los ojos de ti
y yo aprendí a cerrarlos
para que no te me fueras
en medio de esta lluvia copiosa.
Pero te fuiste
en el último gesto de amor
palabra desprestigiada
y me diste
el tuyo total y doloroso.


Polvo negro

Camino con un agujero
en el pecho y en el bolsillo
más grave, siento mi piel quemada
una carta desgarrada, una llave fría
una estampilla burbujeante.

Recorro un pasillo de hambre
una penumbra que inventa
con fría lógica
siete puertas blancas condenadas.

Medianoche en las uñas
y en los ojos hollín
pelusas de carbón, polvo negro
que mi puño apretado advierte
que mi cuello áspero, que mi camisa
que mi nariz cerrada advierte.

Advierte el polvo negro
que burla el aire espeso
el verano fugitivo
en tumbos de campana
círculos de relojero
espirales de agua pesada
desde una torre blanca aún
se me cae encima sin remedio
el polvo negro que mi pecho advierte.

Trizas

No queda mucho, apenas
romper el último poema, éste
cadáver de caimán lleno de humo
a las cuatro de la mañana no revive, hay
que dejarlo caer en pedacitos
en el baño, tirón de cadena y de gatillo
que se lo trague
el vientre podrido de la tierra
que escriban esta vez las cloacas
su fétido poema.

Pero no es fácil
andar trizándose los dedos
en púas, relámpagos y versos.

Lo sé desde mi asombro infinito
desde mi dolor ancestral
no se puede rasgar dos veces
la misma cuerda al rojo vivo
acallar el mismo convulsionado latido
seamos sinceros, poetas, es falso
que nos rompamos desde adentro
que en medio de la noche
rasguemos pap[i]eles dolorosos.

Reflexiones en la hora de las flexiones

Ayer cuando hacía el amor entusiasmado
comprendí de pronto toda la verdad
de tanto esfuerzo húmedo y pujanza.
Señores, se nos pasa la vida
tan sudando
queriendo regresar los pasos siempre
extraviar el espejo que nos mira
recobrar el estado cálido inicial
grandulones, peludos, encorvados,
pretendiendo ilusos
el estrecho refugio que una vez perdimos.

Albañil

Al que madruga
no lo ayuda nadie. Solo,
con su pan bajo el brazo
con su manzana brillante en el bolsillo
con las rodillas que le suenan
llena la calle vacía,
a las seis de la mañana
ladrillo sobre ladrillo asegura
con las manos partidas cementosas
la manzana madura de mañana.

Corazón

Caliente digitígrado desobediente
a galope tendido por la vida
viajero submarino sin aliento
nervio de su propio pensamiento
rebelde según la circunstancia
ajeno a la razón
sordo a veces
y a veces
ligero trote acuático
hipocampo sorprendido.

Definición

La poesía es ejercicio
de complejas contorsiones.
Con el tiempo va sacando
callo en la piel
músculo en el corazón
llaga en la garganta.


Nacimiento

Yo nací a empellones,
entintado de azul me sacaron,
a campanazos me desclavaron
del vientre de mi madre.
Aún tengo en la frente
la marca del grito de asfixia
aún me enredo
en el cordón de la vida
y vierto sangres azules.

Receta

Moler el corazón con indiferencia.
Añadir una lágrima de cebolla
una uña de ajo picante
una sospecha de almendra amarga
comino con disimulo.
A fuego lento, muy lento
desprender la piel
hasta sentir que se endurece
que ya no vibra.
Servir con espanto.

Zoo fantástico

Ni el unicornio ni el dragón
ni el hipocampo están en la naturaleza.
Uno es creación francesa,
otro le pone fuego a mi apellido,
el último lo invento yo al alba
tendido sobre la arena,
de la baba del mar
armo su arquitectura interrogante
para beneplácito de mis amigos.

 Morada

Mi cuerpo es tu casa
territorio interior de tu mirada.
Lo ocupas en diástole secreto
memoriosa reinventas sus límites,
con las uñas desdoblas espacios azules,
preciso y parpadeante me dibujas.
No necesitas forzar la verja del jardín,
la aldaba cede sola, en temblores
invades mi pastito sereno
y me sorprendes en un ángulo en sombra.

Toda mar

Hoy eres toda mar.
En la playa tibia de tu espalda me acomodo
te vuelco, ola dócil, suavemente
muerdo con tiempo
dos perlas negras que me ofrece el oleaje,
te desdoblo agua salada, te pueblo
abarco tu profundidad de sombra
donde entierro mi rostro.


Metodología

Quiero escribir este poema
en la medida de tu cuerpo,
mordiendo la piel del omoplato
el primer verso,
en rojo vivo el segundo y circular
sobre el ombligo,
sedientos los que siguen
cercando el erizo dormido para robarle
toda su agua salada.


Ajedrez

Sobre la piel de arlequín
muevo humildes emisarios.
A caballo tiendo un cerco perfumado
hago señales de humo
desde altas torres desparramo mi sed.
Me rehúyes ébano majestuoso,
juguetona en diagonal te deslizas,
no logras burlar mi sigilosa alfil,
te asedia ahora por detrás, reina negra
ya eres mía.


Horizonte

He cambiado de piel tres veces
Me ha costado darle la vuelta al mundo
Para llegar al punto de partida
Mis piernas me sostienen mejor
Tengo una cicatriz en el pecho
Más bien una costura, un bolsillo roto
Acceso directo al corazón

Estoy de regreso de mí mismo
Noches enteras buscando una estrella fugaz
Que me conceda un deseo
Nada extravagante
Tan sólo la habilidad de reconocer
La verdad de la mentira

Es otoño aún y los días son largos
La luz se recuesta cálida sobre la montaña
Quiero decir que el horizonte se distingue
¿El horizonte es una línea firme?
¿Es una pintura mural que cambia cada día
Movida por tempestades de color?
¿Existe un atajo para llegar al horizonte?

Quizás me sirva de algo haber adquirido
Una cicatriz en el pecho
Una costura de piel y nervio
Una entrada directa al corazón


Jardín para colgar un poema

Me toca vivir en lo alto
de una cascada de balcones
y jardines colgantes sin memoria
terrazas proyectadas sobre la espesura verde
donde nace un hilo de rumor de agua
un eco fresco y matinal de mujeres invisibles.

Arquitectura suspendida
suspenso del amor que aquí transita
en medio de la soledad de los amantes.

Un chispazo esmeralda, aquella lagartija
cruza el ángulo blanco del tumbado
una luciérnaga eléctrica recorre mi columna.

La tentación de entregarse al vacío
dejarse rodar por la cascada de terrazas
caer en el infinito rumor de la naturaleza
en la fuente de agua, escorpión
a los pies de mujeres invisibles.

El sentimiento es demasiado grande
para llevarlo solo
las noches aquí son largas
se estiran penosamente hasta el amanecer
y en la vigilia me envuelven sombras densas
a las que mi cuerpo no se acostumbra todavía.


A través de la noche

A la una la montaña se llenó de gritos
de mujeres distantes, gritos
que bañaron las laderas
con un timbre acre.

A las dos, quince perros aullaron al unísono
creí que iba a temblar la tierra
cuestión de decibeles.

A la tres se encendieron las luces de la casa
pero no era brujería
simplemente volvió la electricidad
tan austera en estas alturas.

A las cuatro volví a despertar
o volví a soñar, no estoy seguro
porque tenía un agujero negro en el pecho.

De cinco a seis te tuve muy presente
hasta que el alba
me devolvió la paz.


Instrucciones para desencadenar una tormenta tropical

Lanzar con disimulo ráfagas de aire
Sacudir la columna vertebral de los árboles
Volar su sombrero alado de hojas muertas
Descolgar los nidos de las aves espantadas
Soplar el viento al ras de los hombres
Revolver la vida en las calles abandonadas

Que la gente corra temerosa sin rumbo
Que las mujeres muestren sin quererlo
el relámpago sensual de sus piernas
Que los paraguas se retuerzan invertidos

Que en el cielo las nubes se confundan
saturando de tinta su corazón de algodón
Que el día se haga más día
con un resplandor eléctrico
Y la noche se haga más noche
con la carga de sombra que se avecina

Que tiemblen los tambores
los ecos de sus cueros vencidos por el agua
Que se precipite la lluvia como si buscara
huir por tus ojos entre piruetas de luz
resplandores y sombras clandestinas

Que se pinte el cielo
con una espátula gris, cal viva
que se fragua en la humedad caliente del aire
para ensombrecer el rebaño de los hombres

En esas circunstancias no puede
sino llegar la noche con su paz adormecida
ahuyentando los últimos cueros resonantes
el temblor que contiene todos los ruidos

Tres horizontes más lejos
un claro de cielo azul
estrecho como una ventana de invierno
se traga la tormenta
como un tatuaje en el cielo
ofrece un señuelo de esperanza


Poema para colgar

Poema para colgar
En la cima desierta de una colina
En una casa abierta y silenciosa
En la última curva del viento de la tarde
Sobre un muro de piedra
En el jardín suspendido
Entre un árbol y un grillo
Entre los cuerpos húmedos de los amantes
En el arco de la cueva iluminada
Donde dos ermitaños se miran
Esperan la primera luz del día
Con la puerta abierta sobre el vacío
Creen que se aman


Cuerpo de palabras

Yo espero
que la muerte me acabe completamente,
no quiero quedar flotando
como alma en pena
mirándote detrás del espejo del baño
dejándome comer en tu plato
beber en tu café cargado de canela.

No quiero dejar flotando por ahí
hilachas de mi espíritu
que puedan ser tejidas
por algún hábil médium
para hacer de mí
una pálida aparición de lo que fui
y seré.


Anatomía

¿Se puede describir el corazón
como se describe la ciudad?

Los altos muros infranqueables
los ríos internos de sangre lastimada
la basura acumulada en la memoria
las palpitaciones en medio de la noche
el ventrículo izquierdo iluminado
en una espera estéril,
una casa sin luz
las puertas clausuradas con fuego.


Vaso de agua

¿De qué tamaño es el vaso de agua
en que me ahogo?

En su fondo percibo restos de veleros
timones rotos, mástiles flácidos
velas rasgadas que bien podrían ser
mis camisas manchadas de sangre.

Lo cierto es que el vaso me contiene
y contiene mi Atlántida salada
y mi Pompeya hecha ceniza,
todo lo que tuve yace en el fondo.

Me aferro como un sauce
en el vaso en que me ahogo
multiplico ventosas y raíces aéreas,
me doy fresca sombra y me espero.


Propósitos terrenales

Primero, techo para vivir
refugio de la tormenta,
en la cima de la montaña un espacio
del tamaño exacto de dos ermitaños.

Segundo, la visita anual de los hijos
la semilla no se pierde porque es buena,
rescatarse como padre mal cultivado
antes de que sea demasiado tarde.

Tercero, creer en las palabras que queman
convencerse de que valen algo
de que acaso sirven para que a alguien
le vibre el látigo de un nervio.

Cuarto, escribir una página cada día
amansar un verso que valga la pena
que justifique la marca indeleble
que incendia la frente.

Quinto, rendirse y rebelarse
especialmente en las noches muy largas
ante el fantasma del amor.


El verso que no quiere

Nos miro sobre las sábanas,
suspendido en un viaje astral
encima de nuestros cuerpos.

Me digo no es justo
que no marque este instante
que no escriba un poema con huella
un fruto con poesía
siquiera un verso digitígrado
que afirme discreto su presencia
que diga cuánto ansío ser algo más
que un poeta despistado
un macho desconcertado y necio
que se olvida de sí mismo.

¿Dónde está ese verso que no asoma
entre las fauces del laberinto?
Quiero ver su punta, oler que está cerca
que ya va a saltar de mi pulmón al papel.

Que caiga la primera palabra cantarina
a imponer la armonía entre los cuerpos.
Un verso, uno al fin que nos rescate
uno que me salve de mí mismo
que certifique que el sentimiento no cabe
en un solo cuerpo, que necesita también
hasta la última célula del otro.


Sonámbulo

Enciendo las luces como si estuviera
Me muevo entre las sábanas como si la oliera
Caliento dos tazas de café como
si fuera a salir de la ducha en un minuto
Me miro en el espejo como si me viera

El sonambulismo de la infancia
vuelve a mi memoria como un calambre
La presión en el pecho es la misma
Algo me falta, algo va a estallar en alguna parte
Entro y salgo de una habitación a otra
como si ese ejercicio estéril pudiera devolverla

Escucho las canciones que le pertenecen
que la hacían viajar con el cuerpo entero
Dibujan su espíritu velero
evocan deudas antiguas
ahondan la intensidad de su misterio
Paradoja de mi condición
la música que me aleja de su pensamiento
la acerca en mi pensamiento
Así es la tecnología

Quizás no soy sino un cronista de sus días
marcado por el fuego de cada gesto
perdido sin remedio
en el laberinto circular de su historia
sin llave maestra para escapar
sin un plano dibujado que me permita
encontrar la clave de mi propia historia.


La construcción

Si no puedo armar un poema, menos
voy a levantar una casa de dos pisos.

Para elevar un muro coloco mil ladrillos
pero me sale una estrofa torcida
servil remedo, vil plomada de albañil.

Las ventanas llenas de aire se me traban
con un verso mal hilvanado
cada palabra busca su parte de argamasa
y no la encuentra.

No puedo concebir el techo de dos aguas
me cuesta suspender el título encima del poema
soy el arquitecto que perdió su nivel
el maestro de obras que extravió su escuadra
el poeta que desbarató la burbuja.

El corazón de nuez se volvió amargo
la glándula ya no secreta
la savia secreta,
ni saliva para fraguar el cemento
ni miel para una buena erección.


Cuaderno de estilo

Fuentes fidedignas indicaron
Confuso incidente
Más sin embargo
No descartó.
El líquido elemento
La familia de la víctima
Luz verde
Momentos de angustia y desesperación
tomen cartas en el asunto…
La nave siniestrada
Desde el lugar de los hechos.
El muerto respondía al nombre
Cabe mencionar
Un crimen pasional
Sin duda algo que no se olvidará…
Nuestras fuentes.
Las reacciones no se hicieron esperar.
Un abanico de propuestas.
Un dolor indescriptible.
Reducido a cenizas
En las redes sociales se comenta
Lo pasó por agua tibia.
Motivos personales.
Razones desconocidas.
Todo por dinero.
En la zona de desastre.
Un inesperado arco iris
La penosa enfermedad.
Transmisión ininterrumpida.
En vivo y en directo..
Secreto a voces.
Con un nudo en la garganta…
Según reportes preliminares.
Amigos de lo ajeno.
Con voz entrecortada
Puso el dedo en la llaga.


Emboscada

La maraña de cabellos
oculta la trampa jugosa
de sus labios, trato de huir
por las cumbres de suave mineral
pero resbalo
hasta el aljibe de su ombligo
y me ahogo en el fondo
del desfiladero de sus piernas.


Magma

He descubierto una mujer de fuego
ha salido de un cuerpo apacible y pequeño
de una sonrisa de niña
de una mirada secreta.

Me ha quemado la memoria
su modo de conquista
me ha llevado a reconocer
un rincón olvidado de mi desván
retomar viajes agradecidos
al centro de su tierra
magma, lava ardiente contenida.

Envoltorios, trucos de espejos
de doble fondo insospechado
y a pesar del fuego que regala
¿por qué siento
que no tengo la última llave,
que no soy el centro de nada
apenas una naranja dulce y grande?


Viaje

El viaje, el gran viaje
hay que hacerlo de espaldas
mirando el camino ya recorrido.

Que nada te detenga porque nada queda
una bandera sucia un ramo mojado
asientos vacíos en un bus
sin paradas ni destino
reflejos sin música
en los vidrios solo canciones mojadas.

La espalda emparamada
los hombros sin aceite
y el mar
el mar que arroja
las últimas palabras.


Te doy la palabra

Sin ella que lo nombra todo, no existe nada.
Sin ella que señala y bautiza
la mirada atraviesa el mundo
como un vacío sin nombre.

La palabra fija la memoria
en el papel fotográfico de la mirada
impide que la imagen se desvanezca.

La palabra es un encierro, un candado,
pero también una clave de libertad.

A veces las palabras se escapan, se distancian
entre sí y caen al vacío.

La palabra es el cimiento y la simiente
aunque a veces sólo es cemento
porque es vana, si miente.

La palabra es ángel, no tiene sexo
pero a veces es puta y se vende.

Una palabra mata a otra
una palabra salva a otra
muere la menos precisa
y vive la contundente, siempre
una palabra se reproduce por partenogénesis

Y las palabras sirven para confundir.

La palabra nunca calla
ni siquiera la que nombra el silencio.

No hay palabras desnudas
pero hay palabras cojas
e ideas truncas.

Tiene culpa la palabra
si lo que expresa es pobre.

Todas las palabras son culpables
de ser transparentes.

La palabra nunca es un rumor
a menos que nombre el mar.


Numerología

Once mil vírgenes.
Ciento un dálmatas.
Cien años de soledad.
Cuarenta ladrones.
Doce apóstoles.
Doce del patíbulo.
Camisa de once varas.
Diez Mandamientos.
Ten Little Indians.
Ocho y medio.
Siete Samurai.
Siete maravillas del mundo.
Siete plagas de Egipto.
Siete novias para siete hermanos.
Siete enanitos.
El siete machos.
Cinco Latinos.
Cuatro jinetes del apocalipsis.
Tres mosqueteros que son cuatro.
The Three Stooges.
Tres Cerditos.
Y yo jugando con el número de latidos
que aún me quedan.


Relojes

De un tiempo a esta parte
precisamente sin precisión
le sucede algo extraño a mis relojes
se paran, se atrasan (¿o se adelantan?)
tratan de engañarme
en cuanto desvío la mirada
me roban horas y minutos
(los minutos son a veces más largos)
¿será que hay que darles cuerda
que sus esqueletos de metal están muy flacos
que su alma ha retrocedido en el tiempo
que ya dejó de existir el movimiento perpetuo?
¿O será, simplemente, que mi tiempo se acaba?

Biografía

Alfonso Gumucio Dagron (La Paz, Bolivia, 1950) es escritor, cineasta, periodista, fotógrafo y especialista en comunicación para el desarrollo. Ha trabajado en programas de comunicación para el cambio social en África, Asia, América Latina y el Caribe, con agencias de Naciones Unidas, con fundaciones internacionales y ONG.

Fue miembro de la redacción del Semanario Aquí y ha publicado en un centenar de diarios y revistas de Bolivia, América Latina, Europa, Norteamérica, África y Asia. Dirigió películas documentales en varios países. Es Coordinador del Grupo Temático de Comunicación para el Cambio Social en la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación (ALAIC).

Ha publicado más de veinte libros de poesía, narrativa, testimonio y estudios sobre literatura, cine y comunicación, entre ellos: Historia del cine boliviano (1982); Cine, censura y exilio en América Latina (1979); Luis Espinal y el cine (1986); Las radios mineras de Bolivia (1989) en colaboración con Lupe Cajías; Comunicación alternativa y cambio social (1990); La máscara del gorila (1982, Premio del Instituto Nacional de Bellas Artes de México); Haciendo olas: Comunicación participativa para el cambio social (2001) y Antología de Comunicación para el Cambio Social (2008).

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