Por supuesto, es difícil analizar la votación de las elecciones judiciales del 3 de diciembre sin hacer, al menos, una mención a la repostulación del presidente Morales. No obstante, existen verdades que son compartidas por casi todos en Bolivia: que, lamentablemente, estamos en las puertas de un fracaso histórico y que, por lo visto, este proceso –el de las elecciones judiciales- no ha sido el más adecuado. Consideremos 3 factores que condicionan una altamente probable victoria del “voto nulo”: el factor de la confianza, el factor del voto y el factor del debate público.
Las instituciones y la cultura política
Hace poco, gracias al Órgano Electoral Plurinacional, se discutía la calidad de la democracia a raíz de un libro –ampliamente conocido entre los politólogos bolivianos- de José Luis Exeni, “Democracia (Im)Pactada”, donde con una metodología rigurosa se buscaba explicar el comportamiento de los partidos políticos hegemónicos entre 1985 y 2002, respecto a los pactos y coaliciones entre ADN, MIR y MNR, con otros partidos menores. El autor no consideraba que por un lado, la legitimidad para estos partidos radicaba en el regreso reciente a la democracia –lo que requería el sustento de una cultura política adecuada y de instituciones- y que por otro lado, las instituciones no siempre existen por una suerte de voluntad política, sino de la confianza del ciudadano porque, como los partidos políticos u otras estructuras de politización, fungen también como estructuras de mediación. O sea, que frecuentemente, el conocimiento del ciudadano organizado o no, depende de su acceso a las instituciones.
Debe resultar extraño partir el análisis con un comentario brevísimo a un libro tan importante en Bolivia y que, además, se hable de institucionalidad en un contexto en el que las instituciones han sido poco desarrolladas o, en todo caso, sustituidas por otras entidades de organización política. Mi punto radica en lo siguiente: hablar de una institucionalidad en Bolivia, si acaso el Poder Judicial clasifica en esto, es hablar sobre algo que carece de confianza del ciudadano quien, a su vez, entiende que lo judicial está contaminado de lo político y que, como consecuencia, las mediaciones –digamos- formales son unidireccionales, en el sentido que legitiman un orden político.
La cuestión del voto
Esto no quiere decir que en mi argumentación defienda a los neoliberales. No olvidemos que una de las condiciones –como se sabe, nunca previsto por los analistas políticos de esos años- para la caída de toda la institucionalidad neoliberal, fue precisamente la falta de confianza en las instituciones como estructuras de mediación. Pero tampoco quiero decir que estamos ante un estado de caos y confrontación como la Guerra del Agua (2000) y la Guerra del Gas (2003) y que una guerra civil es inminente. Estamos, más bien, ante un fenómeno notable: como en el Referéndum del 21 de Febrero de 2016, el ciudadano considera que su voto es protesta, sea para legitimar a un orden o para revelar una incomodidad. Las consecuencias, bastante obvias, son por un lado, poca información para emitir un voto –porque existe una posición anticipada respecto a un proceso de elección- y que por esta posición anticipada, los partidos políticos se ahorran de rendir cuentas a la ciudadanía o de establecer mayores vínculos con el electorado. Pensemos, por ejemplo, que en estos días en que se discute el carácter democrático del partido en gobierno y que el “voto nulo” como el “No” se van reforzando como procesos de articulación política, ningún partido acude a captar electores por sus propuestas, sino que acuden a la “espontaneidad” de estos movimientos y del elector que vota en contra del orden.
El Debate Público
Si hay una verdad compartida –un hecho común- en la sociedad boliviana es que la justicia está en crisis. Desafortunadamente, hemos asistido a una suerte de “esterilización” del debate, en lo que respecta a la justicia: las propuestas de los candidatos, generalmente en televisión aunque también en redes sociales, reflejaban “lugares comunes”. Desde “reformulaciones al sistema judicial” hasta “luchar contra la corrupción”, todo el proceso a las elecciones judiciales ha sido poco interesante, poco regulado y poco propositivo, a lo que se suman sospechas de cuotas partidarias entre los candidatos a magistrados. Pero además, en ningún momento, ni un solo candidato, ningún medio, ninguna institución ha presentado al electorado el estado real de la justicia en Bolivia a través de estadísticas o estudios comparativos.
En suma, a un escenario donde prima la desconfianza en la institucionalidad, en que la información no es una prioridad, se le suma la repostulación del presidente Morales lo que quiere decir, en otras palabras, que son días tremendamente complicados para cualquier posición política.