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A 140 años de la muerte de Marx: el Estado no se extinguirá

Fueron los marxistas quienes plantearon la probable extinción y, finalmente, la desaparición del Estado. Sin embargo, a 140 años de la muerte de Carlos Marx (1883-2023), se vuelve a comprobar que el marxismo aportó muy poco a una verdadera teoría del Estado. De hecho, Marx se dedicó a la crítica de la economía política y sus análisis políticos fueron, en la mayor parte de los casos, brillantes observaciones de coyuntura; es decir, reacciones inmediatas para comprender ciertos momentos históricos e identificar problemas específicos durante la época en que vivió. Por supuesto, Marx dio un sustento filosófico muy determinante a sus intuiciones metodológicas, así como una interpretación inédita de la historia para comprender el desarrollo del modo de producción capitalista, pero nunca concibió una forma teórica concentrada en el examen del Estado.

Fueron sus seguidores como Lenin quienes trataron de imaginar el papel del Estado durante la revolución socialista y en el comunismo. En el siglo XXI se evidencia que el Estado jamás desaparecerá y la vieja tesis marxista fue un error histórico de gran magnitud. El Estado creció inusitadamente en la ex Unión Soviética y durante el nazismo, hasta convertirse en el eje del bienestar en Europa y Estados Unidos a lo largo de los últimos dos siglos.

El Estado se encuentra en permanente transformación y, por lo tanto, no existe un tamaño ideal del Estado que sea aplicable de manera universal a todos los países o situaciones. El tamaño adecuado dependerá de una variedad de factores, como la estructura económica del país, el nivel de desarrollo en múltiples dimensiones, las necesidades sociales y las preferencias políticas.

En general, un Estado efectivo debe tener la capacidad de brindar servicios públicos básicos a sus ciudadanos como la educación, atención médica, seguridad y protección, justicia, infraestructura básica y servicios sociales. Además, el Estado también debe regular la economía, protegiendo los derechos y libertades individuales de todos sus ciudadanos. Sin embargo, el grado de intervención del Estado en la economía y la vida social dependerá de las necesidades y preferencias de la sociedad.

Algunas sociedades preferirán un Estado más grande que proporcione una amplia gama de servicios públicos y controle la economía, mientras que otros países se orientarán hacia un Estado más pequeño, con un papel limitado en el desarrollo económico y social. En última instancia, el tamaño conveniente del Estado dependerá de una variedad de factores y debe ser configurado por la sociedad a través del debate y la lucha política, en función de alcanzar diversos derechos adquiridos.

La extinción del Estado es improbable y, mucho más, su desaparición, ya que implicaría la eliminación completa de todas las instituciones gubernamentales y estructuras de poder que conforman el Estado. Además, la extinción del Estado implicaría la pérdida de la capacidad del Estado para garantizar la seguridad y resguardar a sus ciudadanos, lo que, tarde o temprano, conduciría a la anarquía y el caos.

En general, el supuesto sobre la extinción del Estado jamás fue un escenario realista, ya que la mayoría de las sociedades modernas dependen de aquél para proporcionar servicios públicos esenciales, protección y estabilidad. En lugar de desaparecer o extinguirse, el Estado puede evolucionar y adaptarse a los cambios sociales, políticos y económicos que ocurren en su entorno.

La extinción del Estado es teóricamente posible, pero altamente improbable que suceda en la práctica debido a la necesidad de un sistema gubernamental que proporcione funciones públicas vitales y, básicamente, defienda a sus ciudadanos mediante el orden político, la administración de justicia, amparo en caso de agresiones internacionales y varios incentivos de control como las acciones del Estado para proteger el medio ambiente.

Al recordar 140 años de la muerte de Marx, es importante aclarar que fue Federico Engels, su compañero de lucha y mecenas, quien estudió con mayor detalle el nacimiento del Estado. En la obra de Engels “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”, se argumenta que todo Estado es una institución que surge como resultado de la división de clases y la necesidad que tiene una clase dominante de mantener su control sobre la sociedad. Engels afirma que el Estado es una herramienta de opresión al servicio de los intereses de la clase dominante y, en consecuencia, su existencia sería temporal e innecesaria en una sociedad sin clases.

Según Engels, la eliminación de la propiedad privada y la creación de una sociedad comunista permitiría la abolición del Estado, ya que no habría una clase dominante que necesite mantener su poder a través de la coerción estatal. En el comunismo, las funciones que anteriormente eran realizadas por el Estado serían asumidas por la comunidad en su conjunto, lo que llevaría a la disolución gradual del Estado. Sin embargo, es importante tomar en cuenta que esta perspectiva es teórica y se basa en una concepción específica: el materialismo histórico. En la práctica, la eliminación total del Estado no ha sido alcanzada en ninguna sociedad comunista porque ésta nunca existió. Además, otros pensadores tienen perspectivas diferentes sobre el papel del Estado en el comunismo o socialismo.

Engels, al igual que Marx, planteó que el Estado es una institución que surge de las contradicciones de clase en la sociedad. Según esta teoría, el Estado tiene como función principal mantener la dominación de una clase sobre otra, mediante el uso de la fuerza y la coerción.

En “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”, Engels argumenta formalmente que, en una sociedad comunista sin clases sociales, el Estado perdería su razón de ser y se extinguiría. El Estado sería una institución transitoria que desaparecería, una vez que la sociedad hubiera alcanzado un estado de armonía. En este contexto, Engels utilizó la metáfora del “hacha de bronce” para referirse al Estado. El hacha de bronce, al igual que el Estado, sería una herramienta que se utiliza en una etapa determinada de la historia, pero que con el tiempo perdería su función, convirtiéndose en un objeto histórico en desuso. En la sociedad comunista, el Estado perdería su papel como herramienta de dominación y se convertiría en algo obsoleto que ya no tiene lugar en la sociedad del futuro. Por lo tanto, para Engels, el Estado estaba destinado a quedar en el “museo de la historia”, como el hacha de bronce.

Fue Engels, y no Marx, quien afirmó tajantemente que el Estado era un instrumento pasajero de opresión que puede desaparecer en la sociedad comunista sin clases y propiedad privada, pero esta teoría no se ha materializado en la práctica. El comunismo nunca pudo existir. Es por esto que ni Marx ni el marxismo tuvieron una sólida teoría del Estado porque éste fue transformándose en una red compleja de instituciones que en el siglo XXI es fundamental para enfrentar los problemas globales del calentamiento global, la sobrepoblación, las amenazas nucleares y los dilemas de la inteligencia artificial. El Estado no podrá desaparecer; por el contrario, contribuirá a que la sociedad y la economía puedan permanecer en medio de un equilibrio, siempre difícil de ser controlado por las burocracias tecnocráticas y los desafíos de la gobernanza digital a escala universal.

Pamela Alcocer Padilla es Sociólogo, especialista en desarrollo organizacional

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