Homero Carvalho Oliva
Los encuentros literarios y los festivales de poesía sirven para muchas cosas: para compartir nuestra literatura en otros espacios geográficos y lingüísticos, para integrarse con otros escritores y poetas, establecer contactos y definir amistades que, hoy en día, gracias a las redes sociales nos mantienen virtualmente cercanos.
En uno de estos encuentros, en el Festival de Poesía Paralelo Cero que se realiza desde hace varios años en Quito y otras ciudades de Ecuador, conocí a Francisco Trejo, un joven y talentoso poeta mexicano. Fue el año 2017, entre el 2 y el 8 de abril, el primer día nos reunimos los poetas invitados y leímos entre nosotros para conocernos y/o reconocernos y desde el primer día congeniamos junto a otros poetas que, convocados por Xavier Oquendo Troncoso, nos habíamos dado cita en la mitad del mundo. Este festival también otorga un premio que ya ha ganado prestigio internacional y ese año, el 2017, lo obtuvo el poeta Juan Carlos Olivas, de Costa Rica, con un hermoso poemario que me lo traje dedicado por su autor.
Este año el ganador del Sexto Concurso Internacional de Poesía Paralelo Cero 2019 fue Francisco Trejo, que presentó su poemario Penélope frente al reloj firmado con el seudónimo El mar. El jurado, además, decidió otorgar una Mención de honor especial al libro Pasternak en el invierno, del seudónimo Juan Naveira Jiménez.Entre los privilegios del premio el poeta ganador será invitado a participar en el Décimo Primer Encuentro Internacional de Poesía Paralelo Cero en donde se presentará y difundirá el libro ganador. El Encuentro será del 7 al 13 de abril de 2019.
El Jurado del Premio Internacional de Poesía Paralelo Cero 2019, estuvo conformado por siete poetas de reconocida trayectoria: Los ecuatorianos María Aveiga del Pino, Freddy Peñafiel Larrea, Elsy Santillán Flor, Juan Suárez Proaño y Sebastián Zumárraga, el costarricense Juan Carlos Olivas (Premio Internacional Paralelo Cero 2017) y el colombiano Héctor Cañón (Premio Internacional de poesía Paralelo Cero 2018), quienes después de haber revisado 613 libros y de haber seleccionado 68 libros semifinalistas y 11 títulos finalistas, eligieron al ganador. ¡Descomunal tarea la del jurado!
En el veredicto del premio, el jurado afirma que: “Penélope frente al reloj, se trata de un poemario de alto ritmo lírico que nos conduce a uno de los temas fundamentales de la poesía universal: el paso del tiempo. Es también, un viaje por los parajes familiares y el devenir de la relación edípica, y el enterramiento del padre. Todo ello, en función de un gran despliegue de imágenes potentes que nos retan a mirarnos a nosotros mismos en la mirada misma del poeta y su ritual amargo. Los poemas de este libro permiten el asombro del lector gracias a una constante renovación en el uso de los símbolos: Penélope, por ejemplo, se vuelve real, cercana y reconocible. De esta manera, temas y signos recurrentes en la poesía ganan nueva vitalidad en este poemario. La intimidad de los textos abre las puertas a la universalización del poema, y la voz poética se convierte en la identidad de todo lector”.
Veamos quien es Francisco Trejo, nació Ciudad de México en el año 1987 y estudió la licenciatura en Creación Literaria en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), la especialización en Literatura Mexicana del Siglo XX y la maestría en Literatura Mexicana Contemporánea, ambas en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). Ha publicado los libros Balada con dientes para dormir a las muñecas (2018), De cómo las aves pronuncian su dalia frente al cardo (2018), Canción de la tijera en el ovillo (2017), Epigramas inscritos en el corazón de los hoteles (2017), El tábano canta en los hoteles (2015), La cobija de Ares (2013) y Rosaleda (2012). Una muestra de su obra está incluida en la Antología general de la poesía mexicana. Poesía del México actual. De la segunda mitad del siglo XX a nuestros días (2014). Entre otros reconocimientos, obtuvo el VIII Premio Nacional de Poesía Ignacio Manuel Altamirano 2012 y el XIII Premio Internacional Bonaventuriano de Poesía 2017. Es decir que estamos ante un joven y sin embargo experimentado poeta.
Al recibir la noticia del fallo, Francisco señaló: “Me sentí aliviado, pues, después de seguir vía Facebook el proceso de selección de las obras que se iban acercando al grupo de finalistas, experimenté cierta impaciencia, porque en otras ediciones del mismo concurso estuve muy cerca de ganar. Temía que esta vez pasara lo mismo, y más porque siento que fue una competencia muy difícil, por el número de participantes (más de 600). Tras recibir la noticia, ya pasado el encuentro de las emociones, sentí tranquilidad, como si el silencio ocupara el espacio. Ahora medito sobre lo que viene después de este premio, el más importante que he obtenido hasta ahora, porque considero que su prestigio ha ido incrementando en cada una de sus ediciones.
Francisco Trejo define a su libro como una carta extensa que nunca he podido entregar a las personas que amo. Esta carta, a su vez, es un soporte donde la voz lírica se resiste al olvido, mientras se lamenta por las mutaciones. En Penélope frente al reloj, el lector encontrará el recuento de quien se interna en la memoria para llegar al reconcilio. Este libro, como toda carta, tiene fechas y firmas, reclamos y confesiones, pero sobre todo, la angustia de quien escribe a lo lejos, como podría ser el personaje mitológico que se evoca en su título.
El Encuentro Internacional de Poetas Paralelo Cero se realizará del 7 al 13 de abril en varias ciudades del Ecuador. Se premiará también, junto con el Premio Internacional 2019, Francisco Trejo, al poeta René Gordillo, Premio Nacional de Poesía Paralelo Cero 2019.
Como dijo Octavio Paz: “Cada poema es único. En cada obra late, con mayor o menor grado, toda la poesía. Cada lector busca algo en el poema. Y no es insólito que lo encuentre: Ya lo llevaba dentro”, porque un buen poema es aquel que te lee al lector, aquí van tres poemas de Francisco Trejo, de su libro “Penélope frente al reloj”, ganador del premio internacional de poesía paralelo cero 2019:
Principio exiliar
La poesía es lenta
en algunas ocasiones,
apenas un gusano que demora
sus alas
suspendido y mudo en el zarzal,
como la lengua de un hombre
en la horca
con el sonido disecado.
Debe madurar el tiempo
para que la boca
hable su dolor
como madura la pupa
antes de abrirse
y mostrar
los élitros plateados
de un coleóptero
que es primero de la tierra
y luego funda
su casa en el aire.
Basta el silencio, mientras tanto,
porque ya dice mucho
sobre la vida,
como un vuelo de moscas
sigiloso
sobre el cadáver de un colibrí
o un trébol erguido
en la banqueta
orinada por los ebrios.
Disfraz del extranjero
El nombre que tengo
jamás ha sido mío:
fue siempre de mi hermano
que nació sin vida
a los cinco meses
y creció, desde entonces,
como mata de ajenjo
en el corazón de mi madre.
Con su muerte
reconozco mi vacío
en todos los espejos:
a media luz, mi cara
con los rasgos misteriosos
de mi padre.
Mis amigos me observan
y piensan que este cuerpo,
como una olla
llena de melancolía,
soy yo, en la hora
de las discretas mutaciones:
“Es Francisco”, dicen,
mientras ven
los marcados lunares
como un aspecto distintivo
de mi rostro.
Y como esas máculas
sobre la piel
hay otras manchas
que oscurecen de mí
lo más profundo.
Son mi cuerpo
y mi epidermis
el disfraz desajustado
de mi alma:
estoy detrás de él,
como detrás
de la muerte de mi hermano.
Cardenche para llorar algunos nombres
Hubo un día en que sentí la sed de todos los años de mi carne.
Y busqué un río. Y busqué otro nombre.
Con la boca seca invoqué a mis abuelos:
“Hipólito”, “Julio”, “Aguasangre”, “Aguardiente”.
La primera muerte de los míos
estuvo siempre en el alcohol, como un insecto conservado.
Fueron mis viejos los primeros en abrir
la botella de caudal que me quema la garganta.
Yo hice un poco de fuego con alcohol
para evaporar de mi voz los nombres que me duelen.