El discurso presidencial y la posesión del nuevo gabinete en el décimo tercer aniversario del Estado Plurinacional tienen un sabor especial porque han otorgado ciertas pautas que incidirán en el proceso pre-electoral durante los siguientes 10 meses del año. Veamos.
Algunos tópicos del informe presidencial.
El informe fue de carácter netamente económico-social: planteó 21 logros que buscan posicionar la idea matriz de que el desarrollo material de los bolivianos se ha fortalecido como nunca antes en la historia de Bolivia, y 14 propuestas para el futuro inmediato y su consecución en perspectiva 2025. Empero, no planteó nada respecto a la lucha frontal contra la corrupción de las instituciones públicas, ni se tuvo en cuenta una autocrítica sobre los límites y alcances de la gestión del poder ejecutivo en materia de salud y educación.
Críticas desde el campo opositor.
Para algunos analistas políticos el discurso presidencial no planteo una idea clara de país para el 2025, y sobre ello hablaron como si no tuvieran adversarios electorales, centrándose solamente en sus logros de gestión (siempre comparando con el ciclo neoliberal) y coqueteo con la clase media emergente. Fue considerado como un mensaje “insípido”, con “prudencia porque no quiere agitar las olas” (El Deber, 23 enero 2019).
Por su parte “Líderes de la oposición criticaron el informe que presentó el presidente Evo Morales, aseguran que dejó de lado temas claves como la crisis de la democracia, justicia, salud y la demanda marítima”, es más: “para el senador Arturo Murillo “siguen las mentiras” y el discurso del Presidente es parte de la campaña electoral de cara a las elecciones de octubre próximo” (Página Siete, 23 de enero 2019)
Nuevo gabinete
Considero que el retorno de Quintana y Arce Catacora, y el reclutamiento de Gabriela Montaño en el Ministerio de Salud, son fichajes tácticos del presidente Morales.
El primero: un animal político con una discursividad agresiva necesaria para el coyuntura crítica (enero-octubre) que se sabe desplegar en los momentos de alta conflictividad.
El segundo: un hombre con altos conocimientos técnicos de la economía y habilidades discursivas para defender su modelo económico en los medios de comunicación.
La tercera: una militante del proceso de cambio que ha sabido articular la bancada mayoritaria en la cámara de diputados para responder mandatos del ejecutivo, lo cual le ha otorgado los créditos políticos suficientes para asumir el cargo y llevar a cabo la implementación del SUS, y sobre todo, lidiar batallas con sus colegas: los médicos que se oponen por razones varias.
Coyuntura crítica
Sin duda alguna, el discurso presidencial y la reconfiguración del gabinete fueron acontecimientos marcados por la agenda electoral. El 27 de enero arranca oficialmente la carrera, y como ya se preveía, el binomio Morales Ayma-Garcia Linera tiene la senda preparada para desarrollar su campaña en la búsqueda del cuarto mandato consecutivo.
A pesar de todas las razones jurídicas y políticas que avalan los resultados del 21-F, el oficialismo ha desarrollado acciones estratégicas (reelección como derecho humano) contra toda lógica enmarcada en el respeto de las reglas de juego (Constitución Política), para reproducir el poder de forma legítima mediante el voto.
Así las cosas, extremistas y moderados del campo opositor tienen ya en frente un equipo político con viejos lobos de mar y una narrativa electoral oficialista nada innovadora pero sí conservadora (algo paradójico para un gobierno que se autodefine como revolucionario), con pretensiones de continuar hegemonizando la centralidad discursiva y la deliberación pública.
La estrategia discursiva del MAS es autorreferencial y conservadora: gestión y promesas de un mundo mejor con lo ya conseguido en trece años. ¿Tiene el campo opositor potencial discursivo para dinamitar este equilibrio inestable?
José Orlando Peralta es Politólogo