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El gradualismo económico: Una experiencia desde la Argentina

Al momento de escribir estas líneas existen muchas situaciones que merecen reflexión. En Bolivia, con el nuevo gobierno, se están produciendo cambios en la política económica que marcarán transversalmente los próximos años. Pocos han mencionado este tema; y aunque quien escribe no es economista de profesión, intenta profundizar en la cuestión preguntándose: ¿el gradualismo en economía es adecuado a largo plazo? La interrogante no se limita a la actividad económica, sino que abarca también la dimensión social y política. Los responsables del desbarajuste económico suelen recurrir al populismo para destruir la economía, mientras que quienes buscan ordenarla se convierten en blanco fácil de críticas. Los populistas, sean de izquierda o de derecha, prometen que si vuelven a ser elegidos regresará la abundancia económica.

La dirigencia política debe comprender que el populismo puede servir para ganar elecciones, pero no para gobernar a largo plazo, que es la verdadera prioridad de cualquier nación. Los asesores de los gobernantes, pendientes de lo que se dice en redes sociales, no aportan a una gobernanza duradera porque buscan complacer al ciudadano que exige demasiado. Sin embargo, una necesidad impostergable es la organización de la economía. Para ello se deben tomar decisiones difíciles, combinadas con una estrategia de comunicación asertiva que permita mantener la narrativa frente al ciudadano común. No basta con tomar la decisión correcta: es necesario convencer al ciudadano de que es la adecuada a largo plazo, aunque no sea de su agrado en el corto plazo.

En Argentina, Mauricio Macri inició su gobierno en 2015 con un equipo de perfiles técnicos. Intentaron ordenar la economía mediante un plan gradual, con el objetivo de no perder apoyo popular. Sin embargo, esos cambios graduales no fueron suficientes para superar la crisis económica de aquellos años (similar a lo que ocurre hoy en Bolivia). Además, se convirtieron en la excusa perfecta para que el kirchnerismo regresara al poder, prometiendo nuevamente bonanza económica, como la que coincidió con los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. Retomaron el poder con Alberto Fernández, quien profundizó la crisis, hasta la llegada de Javier Milei.

Lo mencionado, guardando las distancias, puede servir de advertencia para Bolivia: si el poder ejecutivo insiste en aplicar medidas económicas graduales a corto plazo, a largo plazo será la excusa perfecta para el retorno del populismo, sea de izquierda o de derecha.

Ronald Valera es filósofo.

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