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Jonathan España Eraso: La Brevedad de lo Fantástico

Márcia Batista Ramos

El poeta y escritor Jonathan Alexander España Eraso, nació en Pasto, Nariño, Colombia. Publicó cuentos y poemas en varias revistas literarias como Cronopio (Medellín), La Movida Literaria (Bogotá), Musa Levis (Caldas), Puesto de Combate (Bogotá), La Esquina Delirante de El Espectador (Bogotá), Revista Libro Cyberalfaro (Manabí, Ecuador), TXT (Lima, Perú), Plesiosaurio (Perú), Morbo (Campeche, México), Revista El Búho (México),  Revista Luvina (México),  Revista Hispanoamericana de Literatura (México), Punto en Línea UNAM (México), Ariadna (Madrid, España), Margen Cero (España)  Revista Altazor y Letras de Chile (Chile), entre otros.

Coautor de los libros de relatos «El hombre que leía a Dumas» y «La casa con desván» ambos publicados por Ediciones Rubeo, España, 2011. Coautor del libro «200 años, 200 palabras», antología de minicuentos, editado por RELATA, Cúcuta, 2011.

Además, está antologado en el libro «Nubes Verdes; Antología de poesía viva nariñense-carchense», publicado por Caza de Libros, Ibagué, 2011; También figura en «La vida es bella. Antología poética de cine», publicada por Escarabajo Editores, Bogotá, 2019.

Finalista en el Concurso Nacional de Minicuento 200 años, 200 palabras (2010). Mención de Honor en el Concurso Nacional de Cuento (2010), organizado por la Cámara de Comercio de Montería y el grupo de arte y literatura El Túnel. Con el poema “Descienden de las ramas”, resultó finalista en el XIII Concurso Literario Internacional “Ángel Ganivet” 2019. Premio Correo del Sur como Escritor Destacado de Nariño (2014).

Su primera novela, Travesías, tiene dos ediciones (una colombiana y la otra española).

Es cofundador y coeditor de la Revista Cultural Avatares, editada en Pasto. Dirigió el suplemento cultural La Conjura de los Necios, bajo el sello editorial Avatares. Fundador y coordinador editorial de “Alebrijes Revista Nariñense de Minificción.” Mantiene dos poemarios inéditos: “El silencio voraz” y “Geografía del ocaso”.

Jonathan Alexander España Eraso escribe microficciones, con soltura narrativa, presentando relatos muy visuales y directos, donde se puede apreciar la vivacidad y el movimiento, ya que el autor, juega con coordenadas espaciales y temporales con ritmo ágil y precisión del lenguaje, logrando unidad de efecto. Además, de que utiliza algunas veces en su narrativa, el recurso que deriva del concepto de “lector activo”, hace que el lector se convierta en parte de la narrativa. Otras, hace que se recurra a distintos sistemas que incitan, de algún modo, a la ambigüedad y, por ende, a la interpretación de lo narrado: “Dios

Soy la luz que ilumina cuanta oscuridad se atraviesa en tu camino. Por esa simple razón y por mi experticia ontológica, puedo afirmar que ya no existo.”

Su prosa está provista de ingenio y una pequeña dosis de humor tolerante y simpático. Jonathan Alexander España Eraso, logra reducir, su narrativa, a un estado mental, convocando recurrentemente a la fantasía, poniéndose siempre en supuestos, en hipérboles.

Tzvetan Todorov, dice que: “el género fantástico, siempre evanescente, dura apenas el tiempo de una vacilación: vacilación común al lector y al personaje, que deben decidir si lo que perciben proviene o no de la “realidad”, tal como existe para la opinión corriente”.

En la narrativa de Jonathan España Eraso, el lector muchas veces se queda sumido en la perplejidad, por no saber cómo explicar los fenómenos extraños que se producen, especialmente, por no estar dispuesto a admitir lo sobrenatural con tanta facilidad como lo natural. Pero, el narrador no vacila e interrumpe su relato en ese punto y se queda claramente en lo fantástico, como se puede observar: “Legión

Después de la batalla, el último hombre en pie, ya sin secretos, desplegó sus alas ominosas. Justo cuando se preparaba para alzar vuelo, de entre sus plumas, empezaron a emerger minúsculos hombres que entonaban cantos lastimeros. De repente, uno de ellos gritó: ¡Las plumas, señor! El hombre recogió una espada y, enardecido, estiró sus brazos, y se cortó las alas. A lo lejos, mientras caminaba parsimonioso, el hombre se transformaba en una multitud que cargaba el cuerpo de Dios y desaparecía por las grietas del sol.”

El autor brinda historias en un mundo fantástico que resulta ser el que habitamos, tanto es así, que el lector se percibe a sí mismo, como parte de la trama narrativa.

La brevedad, en la narrativa de Jonathan Alexander España Eraso, promueve, en todos los casos, estrategias importantes para la significación de sus microcuentos con poder de rigor, tensión, sugerencia; mostrando una preocupación retórica constante para saldar una situación narrativa breve, rápida y fugaz, sin perder su especificidad narrativa: “¿Quién es?

– ¿Quién es? -pregunta una voz desde el lugar más oscuro del patio.

– ¿Eres tú? -indaga temeroso un hombre con arma en mano.

-Soy yo.

Se oyen aullidos de perros.

– ¡He venido a matarte! -exclama airado el hombre.

Al instante se escuchan disparos.

– ¿Quién es? -susurran dos voces quebradas.

Responden con tu nombre.”

En la brevedad de lo fantástico, en un instante, Jonathan logra sumergir al lector a un estado de abstracción de la realidad, para luego devolverle de golpe al mundo real, con una nueva percepción de la realidad o con un tema de cavilación (como tarea): “Encuentros

A Violeta de mil colores

Un pintor nos ha invitado a mi papá y a mí a la apertura de su exposición artística. Asistimos puntales. Recorremos la sala. De pronto, pierdo de vista a mi papá. Decido esperarlo frente a una pintura de un jaguar que apresa por el cuello a su cría; sus garras filosas la sujetan del pecho y le desgarran la carne. Me hipnotizan los ojos brillantes de la moribunda. En la pintura, el fondo nebuloso de la selva, entre las hojas de los árboles, roza el agua de un río. Escucho tinnitus agudos; luego hojas secas que crujen. El olor de la tierra húmeda invade este lugar. Un rugido feroz me estremece. Mi papá está detrás de mí. Se me abalanza. Su mano peluda me aprieta; sus dedos afilados se introducen en mi piel. Siento sus colmillos de fiera hambrienta en mi cuello. El aire se me escapa. Miro la espesura y, en medio de un verde vaporoso, de cara a este cuadro, me encuentro sobrecogida observando los ojos brillantes de la cría donde mi aliento final desaparece.” 

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